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Estudio-vida de Númerospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6614-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 40 de 53 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE NÚMEROS

MENSAJE CUARENTA

COMBATEN

(9)

Lectura bíblica: Nm. 28:1-31

VIII. LOS ESTATUTOS

Números 28:1—30:16 trata sobre los estatutos con respecto a las ofrendas (28:1—29:40) y con respecto a los votos (30:1-16). En este mensaje comenzaremos a considerar los estatutos con respecto a las ofrendas.

A. Con respecto a las ofrendas

1. Las ofrendas presentadas por fuego,
aroma que satisface a Dios:
el alimento de Dios

Jehová habló a Moisés, diciendo: “Manda a los hijos de Israel y diles: Cuidaréis de presentarme a su tiempo señalado Mi ofrenda, Mi alimento para Mis ofrendas presentadas por fuego, aroma que me satisface” (28:2). En este versículo Dios habla de Su alimento. Al parecer, Él le pide a Su pueblo que no se olvide de Su alimento. Él quiere que ellos se acuerden de darle algo de comer. Aquí Dios parece decirle a Su pueblo: “Yo he hecho bastante por ustedes. He preparado el alimento y la bebida. Ahora les pido que se ocupen de Mi alimento. Mi alimento es las ofrendas que ustedes me presentan. Estas ofrendas son un aroma que me satisface”. Dios quería que Moisés, antes de que fuera reunido a sus padres, mandara al pueblo que se ocupara del alimento de Dios, que le ofreciera el alimento a su tiempo. ¿Había oído usted antes que Dios desea algo de comer? Mientras comemos nuestro alimento, debemos recordar que Dios también desea alimento y que debemos prepararle algo para que coma.

Hebreos 10:5-9 indica que Cristo es la realidad de todas las ofrendas del Antiguo Testamento y las reemplaza. Los versículos 8 y 9 dicen: “‘Sacrificios y ofrendas y holocaustos y sacrificios por el pecado no quisiste, ni te complacieron’ (cosas que se ofrecen según la ley), y diciendo luego: ‘He aquí que vengo para hacer Tu voluntad’; quita lo primero, para establecer lo segundo”. Aquí la voluntad de Dios consiste en quitar lo primero, los sacrificios animales del antiguo pacto, para que lo segundo, el sacrificio neotestamentario de Cristo, fuera establecido. Las ofrendas del nuevo testamento son Cristo mismo. Hoy Dios no quiere sacrificios animales ni se agrada de ellos; lo que Él desea y lo único que le complace es una sola persona: Cristo.

Antes de continuar con el tema del alimento de Dios en Números 28, consideremos la secuencia de los capítulos del 25 al 28. En el capítulo 25 los hijos de Israel tuvieron un gran fracaso, pues cayeron en fornicación, que causó daño a su humanidad, y cayeron en idolatría, que insultó la persona de Dios. Como resultado de este fracaso, veinticuatro mil israelitas murieron a causa de una plaga. Si nosotros hubiéramos estado allí, habríamos pensado que, debido a esa lamentable situación, Dios ya no tendría nada que ver con Su pueblo, aquellos en quienes Él había venido trabajando por tanto tiempo y por quienes había hecho tanto.

Sin embargo, Dios no había desechado a los hijos de Israel. Esto lo demuestra el hecho de que se efectuara el segundo conteo en el capítulo 26. Dios todavía tenía un número de personas, y el total de los contados en el capítulo 26 fue casi el mismo que el total del capítulo 1 (26:51; 1:46). Cuando se hizo el primer conteo, no había sucedido ningún problema ni había sido reducido el número del pueblo a causa del castigo de Dios. El segundo conteo ocurrió después de muchos problemas y después que se redujo el número del pueblo a causa del juicio. No obstante, a pesar de todas las adversidades, disturbios, tentaciones, fracasos y reducción en el número del pueblo, Dios todavía tenía para Sí prácticamente el mismo número que tenía al principio. Independientemente de lo que el enemigo había hecho e independientemente de los fracasos del pueblo, Dios, por Su gracia y Sus actos soberanos, aún contaba con un número que superaba los seiscientos mil.

Después del conteo mencionado en el capítulo 26, en 27:1-11 encontramos el estatuto de derecho para que las mujeres hereden la buena tierra. Las cinco hijas de Zelofehad vinieron a Moisés con la petición de que, puesto que no había hijos herederos, se les permitiera poseer a ellas la herencia de su padre. Su petición, la cual en realidad guardaba relación con ganar más de Cristo, les fue concedida, porque ellas tenían un motivo elevado y puro, esto es: valoraban la herencia (la gracia) dada por Dios.

Números 27:12-23 trata sobre la muerte de Moisés y su sucesor. Moisés tenía ciento veinte años de edad, y el Señor le dijo que le había llegado la hora de reunirse a su pueblo. Su inminente partida suscitó la cuestión del liderazgo. ¿Quién sería su sucesor? Cuando Dios le dijo que él sería reunido a su pueblo, Moisés dijo: “Ponga Jehová, Dios de los espíritus de toda carne, un varón sobre la asamblea, que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca; para que la asamblea de Jehová no sea como ovejas sin pastor” (vs. 16-17). Esto indica que Moisés no le dio importancia a que perdería el liderazgo. Su corazón no estaba centrado en su situación personal, sino en el pueblo de Dios. Moisés parecía decirle al Señor: “Es correcto y justo que yo sea reunido a mi pueblo. Pero Señor, ¿quién se encargará de Tu pueblo? Si el pueblo no tiene quien lo saque y lo introduzca, serán como ovejas sin pastor”. El Señor le respondió a Moisés diciéndole que tomara a Josué y lo pusiera delante del sacerdote y de toda la asamblea, que pusiera sus manos sobre él para poner sobre Josué algo de su honra, y luego, que le que le diera el encargo de ser el líder (vs. 18-23). De esta manera, Dios levantó a un nuevo líder.

Al final del capítulo 27 vemos un cuadro maravilloso: el cuadro de un pueblo nuevo, un ejército nuevo y un líder nuevo. El pueblo nuevo había sido contado una vez más, el ejército nuevo había sido formado otra vez y había sido fortalecido, y el líder nuevo había sido designado para servir, no solo, sino con Eleazar el sacerdote, quien recibiría las instrucciones divinas por medio del Urim y el Tumim. Eso significa que entre el pueblo había una teocracia nueva. Por consiguiente, al final de este capítulo vemos un pueblo nuevo, un ejército nuevo y una teocracia nueva.

Después de todos los eventos presentados en los capítulos del 25 al 27, encontramos en el capítulo 28 el asunto crucial del alimento de Dios. Al comienzo de este capítulo, Dios interviene y parece decirle al pueblo: “¿Tienen todo lo que necesitan? ¿Están satisfechos y contentos? ¿Qué de Mí y de Mi satisfacción? Deben encargarse de Mi alimento. Por muchos años Yo me he ocupado de sus necesidades. Les he preparado todo de una manera nueva y completa, y ahora están listos para poseer la tierra que les prometí a sus antepasados. Ahora les pido que no se olviden de Mí. Recuerden que tengo hambre y que necesito Mi alimento”.

Dios tiene hambre y desea comer. Aunque Dios es todopoderoso, Él no puede proveerse a Sí mismo algo de comer. Su alimento debe provenir de Su pueblo. Es por eso que dijo: “Cuidaréis de presentarme a su tiempo señalado Mi ofrenda, Mi alimento para Mis ofrendas presentadas por fuego, aroma que me satisface” (28:2).


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