Información del libro

Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 148 de 185 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CIENTO CUARENTA Y OCHO

EL ALTAR DE ORO PARA EL INCIENSO
(2)

Lectura bíblica: Ex. 30:1-5; 37:25-28; Ro. 8:34; He. 7:25

En el mensaje anterior mencionamos que el Evangelio de Juan se puede considerar como un representante de toda la Biblia. En este evangelio tenemos la creación, el tabernáculo y las diferentes cosas que se encuentran en el atrio y en el tabernáculo: el altar del holocausto, el lavacro, la mesa, el candelero, el arca, y el altar del incienso. Como ya vimos, el último mueble que se revela dentro del tabernáculo, el altar del incienso, es el centro de operación de Dios en el universo. Es el palacio presidencial celestial.

También se puede considerar el libro de Romanos como un representante de toda la Biblia. En los primeros capítulos de Romanos tenemos el altar del holocausto, y en el capítulo 8 tenemos el arca, ya que este capítulo habla acerca del Lugar Santísimo. Además, en el capítulo 8, tenemos el altar del incienso, Cristo como el intercesor. El versículo 34 dice: “¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. Según este versículo, el que murió por nuestros pecados, que ha sido levantado de entre los muertos, y que ha ascendido a la diestra de Dios en los cielos es el que intercede por nosotros. Sólo El nos condena, pero en vez de condenarnos, El intercede por nosotros. ¡Aleluya, El nunca nos condenará! Ahora, después de Su muerte, resurrección y ascensión, El está intercediendo por nosotros.

LA INTERCESION ES NECESARIA

Si no fuera por la intercesión de Cristo, nadie aceptaría Su muerte, ni experimentaría Su resurrección, ni sería uno con Su ascensión. A fin de que el hombre sea motivado a experimentar la muerte, resurrección y ascensión de Cristo, es necesaria Su intercesión y de la iglesia, pues sin éstas, los pecadores no recibirán la muerte de Cristo. Aún más, aquellos que recibieran la muerte de Cristo no experimentarían Su resurrección, y mucho menos la manera de estar con Cristo en ascensión, sentados con El en los lugares celestiales. Todas estas experiencias dependen de la motivación que se obtienen por medio de la intercesión de Cristo y la iglesia. Este es el significado del altar del incienso.

La Biblia nos muestra el altar, la cruz de Cristo, y el lavacro, que constituyen la obra regeneradora el Espíritu Santo. Luego vemos a Cristo como la provisión de vida, como la luz y en el Lugar Santísimo como el arca. Finalmente, en el libro de Apocalipsis, un libro de donde Dios ejecuta Su juicio, vemos que la administración divina, la ejecución de la misma, siempre se llevan a cabo mediante la acción del altar del incienso.

Quienes buscamos al Señor, en Su recobro debemos aprender una cosa: orar tanto de manera individual como corporativamente. Debemos tener una vida de oración. La verdadera vida de oración es una vida de intercesión. La oración genuina no es simplemente orar por nosotros mismos; es el orar continuamente por otros. Orar por nosotros mismos no es una intercesión, pero orar por los demás sí lo es. Por lo tanto, la intercesión es la oración que se eleva por el beneficio de otros.

La vida de oración consiste en orar por otros e interceder por ellos. Debemos orar por las iglesias de toda la tierra y por todos los santos. Debemos orar por los hermanos de edad, por los jóvenes y por los que se nos oponen. Día tras día debemos orar principalmente no por nosotros mismos, sino por otros. Necesitamos la vida de intercesión, la cual se ofrece en el altar del incienso debe aumentar constantemente.

Si estudiamos el diagrama del tabernáculo y el atrio, veremos que el altar del incienso es el centro. Si estuviese el altar del incienso en el tabernáculo, éste no tendría un centro. El centro desde el cual se ejecuta la administración de Dios no es el arca, sino el altar del incienso. Es muy importante que veamos esto.

El diagrama del tabernáculo y el atrio es también el diagrama de nuestro ser tripartito. El atrio representa el cuerpo; el Lugar Santo, el alma, y el Lugar Santísimo, el espíritu. ¿Dónde ha estado usted este día; en el atrio, en el Lugar Santo o en el Lugar Santísimo? Algunos santos tal vez hayan estado en el atrio. Cuando perdemos el control o cuando murmuramos, nos quejamos o chismeamos, estamos en el atrio, es decir, en nuestra carne. El enojo y las quejas son señales de que estamos en el atrio, en el cuerpo.

Al leer los mensajes de Estudio-vida es posible que seamos alumbrados y entendamos lo que son el tabernáculo y su mobiliario, sin que ellos afecte nuestra experiencia; tal vez parezca que nada produzca resultados. La razón es la falta de una vida de oración. Si no tenemos el centro. el altar del incienso, no tendremos la experiencia de ninguno de los aspectos del tabernáculo. ¡Debemos tener una vida de oración! Debemos tener el altar del incienso. La vida de oración nos motiva a experimentar el altar, el lavacro, la mesa, el candelero y el arca. Si orara aunque fuese un poco, se daría cuenta en su experiencia que la mesa del pan de la proposición es preciosa, que el candelero es prevaleciente, y que el arca es atractiva.

Tal vez tengamos mucho conocimiento acerca del mobiliario del tabernáculo y sepamos cuales muebles se hallan en el Lugar Santo y en el Lugar Santísimo. No obstante, tal vez no experimentamos ninguno de estos aspectos del tabernáculo. Más bien, seamos como una maquina sin motor. ¿Cuál es el “motor” en nuestro ser, en nuestro cuerpo, alma y espíritu? El motor es la vida de oración. Cristo no sólo es el pan, la luz y el arca: también es el altar del incienso. Esto significa que El es el motivador, el motor. Por lo tanto, debemos disfrutarle como nuestra oración. Debemos permitirle que ore en nosotros, dejarlo que nos guié en oración y nos coduzca a disfrutarle como nuestra oración. Espero que todos comprendamos esto.

Debemos ir al altar, al lavacro, a la mesa, al candelero y al arca en nuestra experiencia. Según nuestro estudio de la Biblia, después de que vamos al arca que está dentro del Lugar Santísimo, debemos regresar al altar del incienso. Este no es simplemente un objeto que encontramos al pasar por el tabernáculo, no se puede comparar con el motor que hace que todas las cosas funcionen. Por ende, el altar del incienso es un punto crucial. Una vez tras otra debemos regresar a este punto. Esto quiere decir que a fin de experimentar cualquier aspecto del atrio o del tabernáculo, debemos orar. Cuando oramos, todo funciona. Cuando oramos, el altar, el lavacro, la mesa, el candelero y el arca son efectivos en nuestra experiencia. Sin embargo, cuando los motores se detienen, todo lo demás se detiene. Cuando los motores están operando, todo lo demás también opera. Esta es la razón por la cual necesitamos un motor: el Cristo que intercede, operando dentro de nosotros. Necesitamos tener una vida de oración.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top