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Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 69 de 69 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE SESENTA Y NUEVE

ESTAMOS EN EL ESPÍRITU
PARA EXPERIMENTAR LA OBRA DEL ESPÍRITU

Lectura bíblica: Ro. 8:4-16, 23, 26-27

En Romanos 8:9 Pablo dice: “Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. En el mensaje anterior indicamos que ser de Cristo concierne a la posición que nos ha sido dada, mientras que estar en el espíritu concierne a la condición en que nos encontramos. En lo relativo a nuestra posición, el hecho de que somos de Cristo es un hecho consumado e irreversible; pero en lo relativo a nuestra condición, ésta es fluctuante debido a que podemos estar en el espíritu o no. Por esta razón, debemos reflexionar sobre la manera de lograr una condición estable según la cual siempre estemos en el espíritu.

DEBEMOS DECLARAR QUE ESTAMOS EN EL ESPÍRITU

Una manera de hacer estable nuestra condición es declarar que estamos en el espíritu. Aprenda a decir: “¡Yo estoy en el espíritu!”. En el pasado yo le animé a clamar: “Oh, Señor Jesús”. Ahora le animo a declarar: “Yo estoy en el espíritu”. En ocasiones podemos tener contacto con el Señor simplemente, diciendo: “Oh”. No es necesario que siempre digamos: “Oh, Señor Jesús”. Bajo el mismo principio no es necesario que siempre digamos: “Estoy en mi espíritu”, tal vez sea adecuado simplemente decir la palabra en. Si usted está a punto de perder la paciencia, ejercítate para decir: “Oh” o “en”. Esto le ayudará a permanecer en el espíritu. De acuerdo con el versículo 9, estamos en el espíritu ya que el Espíritu de Dios mora en nosotros. Ahora podemos permanecer en esta condición declarando el hecho de que estamos en el espíritu.

Entre los cristianos hoy en día, hay muchas enseñanzas acerca de cómo experimentar el Espíritu. Puedo testificar que esas enseñanzas pueden impedir que experimentemos la obra del Espíritu. En Romanos 8 Pablo no dice: “Para ser librados de la ley del pecado y de la muerte debemos orar y ayunar. La ley del pecado es terrible y es demasiado poderosa para que usted pueda vencerla. Ésta es la razón por la cual yo exclamé: ‘Miserable de mí, ¿quién me librará?’”. Pablo no enseñó esto a los creyentes. Ni tampoco enseñó que los creyentes deben confesar todos sus pecados a Dios y a los hombres como una condición para experimentar la obra del Espíritu.

Para entender el asunto de estar en el espíritu según se revela en el versículo 9, será de mucha ayuda considerar cómo fuimos salvos. Cuando oímos la proclamación del evangelio, lo reconocimos y lo admitimos por ser lo que era. No hubo necesidad de decir: “De ahora en adelante debo comportarme de una manera que agrade a Dios. Anteriormente hice muchas cosas pecaminosas, pero si confieso mis pecados y hago la decisión de mejorar mi conducta, seré salvo”. Esto es un error. Este concepto erróneo puede afectar la vida de un cristiano por años. Después que una persona escucha la proclamación del evangelio, ella simplemente debe pronunciar un fuerte “¡Amén!” y decir: “Gracias, Señor Jesús”. Todo aquel que de corazón esté dispuesto a aceptar, a reconocer, lo que le ha sido proclamado mediante la predicación del evangelio, ciertamente será salvo.


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