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Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 62 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE DIECISIETE

LOS TRES ASPECTOS POSITIVOS
DE LOS CREYENTES ESPIRITUALES
EN CONTRASTE CON LOS TRES ASPECTOS
NEGATIVOS DE LOS JUDIOS RELIGIOSOS

Lectura bíblica: Fil. 3:1-6

La epístola de Filipenses no sigue una secuencia lógica conforme a la doctrina. Por esta razón, no es fácil dividirla en secciones. Por ejemplo, podemos preguntarnos por qué Pablo, después de haberse referido a la comunión mutua entre él y los creyentes filipenses en el capítulo dos, repentinamente cambia a otro tema, y dice: “Por último...” (3:1). Creo que esto quizás se debe al hecho de que Pablo estaba muy preocupado por lo que estaban haciendo los judaizantes. El estaba consciente de que ellos perturbaban las iglesias y perjudicaban la vida de iglesia, y que intentaban desviar a los santos de la fe.

El apóstol Pablo escribió esta epístola después de haber recibido una ofrenda de parte de los filipenses, quienes la enviaron por medio de Epafrodito, con el deseo de atender las necesidades del apóstol durante su encarcelamiento. Así que, después de recibir dicha ofrenda, él les escribió la presente epístola.

Como ya vimos, los dos primeros capítulos de Filipenses muestran la preocupación que los creyentes sentían por Pablo, y también la preocupación del apóstol por ellos. Conforme a 1:7, Pablo sabía muy bien que los filipenses lo tenían en el corazón, y que participaban juntamente con él de la gracia. Más adelante, inclusive declaró que los añoraba “con el entrañable amor de Cristo Jesús” (1:8). Por lo tanto, vemos que había una preocupación mutua entre el apóstol y los creyentes.

En la última parte del capítulo dos, Pablo mencionó que enviaría a Timoteo y a Epafrodito a Filipos. Casi siempre al final de sus epístolas Pablo hablaba de enviar colaboradores a visitar a los santos. Por lo tanto, podemos deducir que el apóstol Pablo tenía la intención de concluir su epístola justo al final del capítulo dos, pero obviamente, vemos que sintió que debía seguir escribiendo. Después de haber mencionado a Timoteo y a Epafrodito, la carga aún pesaba en el corazón de Pablo. Los judaizantes le causaban una profunda molestia. Creo que ésta debe de ser la razón por la que cambió repentinamente de tema al inicio del capítulo tres.

I. GOZARSE EN EL SEÑOR

En 3:1, Pablo exclama: “Por último, hermanos míos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro”. La palabra griega traducida “molesto” significa también fastidioso, tedioso o problemático. A Pablo no le era fastidioso ni tedioso escribirles las mismas cosas a los santos.

En este versículo Pablo encargó a los santos que se gozaran en el Señor. Regocijarse en el Señor es una salvaguardia, una seguridad. El hecho de que les pidiera a los santos que se gozaran en el Señor, era seguro para ellos. La palabra “seguro” establece una conexión entre el versículo 1 y el versículo 2. Ciertamente había una situación en Filipos que requería una salvaguardia o protección. Indudablemente, Pablo tenía en mente los problemas causados por los judaizantes. Por esta razón, después de haber pedido a los creyentes que se gozaran en el Señor, les recomendó que se guardaran de los perros, de los malos obreros, de los mutiladores del cuerpo (v. 2). La palabra griega traducida “guardaos” significa vigilar en todo momento. Por un lado, el apóstol aconsejó a los filipenses que se regocijaran en el Señor; y por otro, les advirtió debían vigilar siempre, por causa de los judaizantes.

II. TRES ASPECTOS NEGATIVOS
DE LOS JUDIOS RELIGIOSOS

La palabra “perros” usada por Pablo, era una expresión muy dura. Si hoy en día, usáramos un término semejante, seríamos fuertemente censurados. El apóstol Pablo no fue el primero en hablar con tanta franqueza. Tanto Juan el Bautista como el Señor Jesús llamaron a los fariseos cría de víboras (Mt. 3:7; 12:34). Al igual que Juan el Bautista y el Señor Jesús, Pablo fue muy franco. Los fariseos eran en realidad una generación de víboras y los judaizantes eran verdaderos “perros”.

En 3:2 Pablo exclama: “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo”. Puesto que no hay ninguna conjunción entre estas tres cláusulas, deben de referirse al mismo grupo de personas. Los perros son inmundos (Lv. 11:4-8), los malos obreros son malignos, y los mutiladores del cuerpo merecen desprecio. (“Los mutiladores del cuerpo” era un término despectivo para referirse a los que practicaban la circuncisión). Los “perros” aquí mencionados son los judaizantes. En cuanto a naturaleza, son perros inmundos, en cuanto a su conducta, son obreros malignos y en cuanto a religión, son mutiladores del cuerpo, gente de la cual uno debe avergonzarse. En un libro del género de Filipenses, que habla de la experiencia y el disfrute que los creyentes tienen de Cristo, el apóstol advirtió a los creyentes gentiles que se guardaran de tales personas inmundas, malignas y despreciables.

Al usar estos tres calificativos, Pablo expuso la vergüenza de los judaizantes. En naturaleza, eran perros; en conducta, eran malignos; y en religión, eran despreciables. A pesar de que ellos se jactaban de su religión, Pablo los consideró un objeto de vergüenza y de menosprecio. El quería que los creyentes que se guardaran de los perros, de los malos obreros y de los mutiladores del cuerpo.


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