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Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
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ESTUDIO-VIDA DE MARCOS

MENSAJE UNO

INTRODUCCION

(1)

Lectura bíblica: Is. 42:1-4, 6-7; 49:5-7; 50:4-7; 52:13—53:12; Mr. 10:45

Con este mensaje damos comienzo al Estudio-vida del Evangelio de Marcos. Este evangelio no es tan profundo como el de Juan ni contiene tantas enseñanzas como el de Mateo. Es posible que entre los que leen el Nuevo Testamento algunos tengan a Marcos como la “Galilea” de los cuatro evangelios, y se pregunten si algo bueno puede salir de allí. No obstante, el Señor Jesús vino de Galilea.

EL MOVER DEL SEÑOR
EN GALILEA Y EN JUDEA

El Evangelio de Juan narra principalmente lo que el Señor realizó en Judea y las profundas palabras que habló allí. En contraste, Marcos relata el ministerio que el Señor llevó a cabo en Galilea, y no habla mucho de lo que hizo y enseñó en Judea.

Si deseamos conocer la historia de la vida y del ministerio que el Señor llevó en la tierra, debemos aprender a unir los evangelios de Juan y de Marcos. Cuando se unen estos evangelios, podemos ver las actividades que realizó en las regiones de Galilea y Judea. Judea era una provincia muy estimada, y la ciudad de Jerusalén estaba ubicada allí. Galilea, por su parte, era una provincia menospreciada. Las actividades realizadas por el Señor en Galilea abarca un período más largo que el que llevó a cabo en Judea. Debemos darnos cuenta que el Evangelio de Marcos relata principalmente el mover del Señor en Judea y en Galilea.

El primer capítulo del Evangelio de Juan habla de las profundidades relacionadas con la encarnación de Cristo. Los versículos 1 y 14 revelan que en el principio era el Verbo, que el Verbo estaba con Dios y era Dios, y que el Verbo se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros. Según el Juan 1:14, los discípulos contemplaron la gloria del Señor, gloria como de un unigénito. En el primer capítulo de su evangelio, Juan añade que la ley fue dada por medio de Moisés, pero que la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo (v. 17). En el versículo 18 expresa: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer”. Además, nos dice que en el Verbo estaba la vida, y que la vida era la luz de los hombres (v. 4). Todas estas palabras son muy profundas.

EL SALVADOR-ESCLAVO

En contraste con las profundidades reveladas en el Evangelio de Juan, el Evangelio de Marcos presenta al Señor como Salvador-Esclavo. En el Evangelio de Marcos no vemos al Salvador-Dios, como se ve en Juan; al Salvador-Rey, revelado en Mateo; ni al Salvador-Hombre, presentado en Lucas. El Evangelio de Marcos presenta un aspecto particular de Cristo, el de Salvador-Esclavo. En Juan vemos a Dios; en Mateo, al Rey; en Lucas, al Hombre; y en Marcos, al Esclavo. Uno no esperaría oír cosas excelentes, profundas ni maravillosas acerca de un esclavo. En cierto sentido, no es fácil hablar del Evangelio de Marcos.

En el Estudio-vida de la epístola de Jacobo hicimos hincapié en el contraste que existe entre ésta y los escritos de Pablo. Los escritos de Pablo se encuentran en un nivel más elevado que los de Jacobo. Pablo escribe en un nivel divino y sus escritos revelan la impartición divina, que tiene como fin el cumplimiento del propósito eterno de Dios. Así que, las epístolas de Pablo contienen la revelación de la economía divina. En contraste, la epístola de Jacobo se escribió en un nivel inferior. Mientras que los escritos de Pablo están en un nivel divino, el libro de Jacobo está en el nivel humano, y da énfasis a la perfección cristiana práctica. En su epístola Jacobo habla de asuntos tales como la piedad y el carácter. La diferencia entre la epístola de Jacobo y las epístolas de Pablo realmente es inmensa. ¿Cómo podemos comparar las cosas del nivel humano con las del divino? ¿Cómo comparar la perfección cristiana práctica con la economía divina, o una vida ética con una vida que expresa a Cristo? Sencillamente no hay comparación.

Si deseamos saber en que consiste la perfección cristiana práctica necesitamos la epístola de Jacobo; respecto a la cual no hay nada mejor que el libro de Jacobo. Por ejemplo, piense por un momento en lo que dice acerca de la sabiduría: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, comprensiva, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial, sin hipocresía” (Jac. 3:17). Jacobo también añade: “Y el fruto de justicia es sembrado en paz por aquellos que hacen la paz” (v. 18). Ciertamente esta enseñanza es más elevada que la de Confucio. Referente a la perfección cristiana y a la ética humana, el libro de Jacobo es excelente. En este aspecto, todos debemos respetar a Jacobo. No obstante, a pesar de cuán excelentes sean los escritos de Jacobo en cuanto a la perfección cristiana, él permanece en el nivel humano, y el nivel humano no se compara con el nivel divino.

El contraste de niveles entre los escritos de Pablo y los de Jacobo, en cierta manera, se puede usar como ejemplo del que existe entre Marcos y los demás evangelios. Por ejemplo, ¿cómo se puede comparar a un esclavo con Dios? o ¿cómo se puede comparar un esclavo con un rey? Aparentemente, el Evangelio de Marcos está en un nivel mucho más inferior que el de Juan, el de Mateo y el de Lucas. Según el Evangelio de Juan, el Señor dice cosas profundas tales como: “Yo soy la vida” (14:6), “Yo soy la luz del mundo” (8:12) y “Yo soy la resurrección” (11:25). Tales palabras no se encuentran en el Evangelio de Marcos. No obstante, en el Evangelio de Marcos encontramos un excelente relato acerca de un Esclavo maravilloso. En el Evangelio de Marcos encontramos algo que no se halla ni en Juan, ni en Mateo ni en Lucas.

El Señor Jesús es una persona admirable y todo-inclusiva. Aun Su nombre es llamado Admirable (Is. 9:6). El Señor es Admirable no sólo en Su divinidad, sino también en Su humanidad. ¿Dónde encontramos un cuadro de la humanidad del Señor Jesús? Decir que el Evangelio de Lucas da énfasis a dicha humanidad es correcto, pues presenta al Señor como un hombre normal que satisface completamente las condiciones humanas, y en quien se ve la virtud, la excelencia y la belleza humanas. No obstante, eso no es comparable con el aspecto de Su humanidad presentado en el Evangelio de Marcos. En Marcos vemos una hermosa expresión de las virtudes de Cristo en Su humanidad. A mi parecer, el Evangelio de Marcos da más énfasis a las excelentes virtudes humanas del Señor, que el Evangelio de Lucas.

Entre los cuatro Evangelios, sólo uno, el Evangelio de Juan, habla de la divinidad del Señor; los otros tres evangelios, llamados los evangelios sinópticos, hablan de la humanidad del Señor. La palabra sinópticos indica que Mateo, Marcos y Lucas presentan la misma perspectiva del Señor, es decir, los tres hablan de Su humanidad. En estos tres evangelios vemos diferentes aspectos de Cristo en Su humanidad: la humanidad del Señor en Su condición de Rey (en Mateo), la humanidad del Señor en Su condición de un hombre que satisface las condiciones de un ser humano (en Lucas) y la humanidad del Señor en su condición de Esclavo (en Marcos).

Supongamos que el presidente de los Estados Unidos, después de cumplir su término presidencial, sirviera como un conserje, es decir, que después de ser presidente se rebajara a ese nivel para servir a los demás. ¿No sería excelente? La excelencia que pudiera mostrar en la presidencia no se compara con la que mostraría al ser un conserje. Pienso que la mayoría de los ciudadanos le apreciaría más por ser un conserje que por ser el presidente. En cuanto a su condición de presidente, no se aprecia mucho la belleza de su humanidad. Pero si se volviera conserje para servir a otros, veríamos en él la belleza, la virtud, de su humanidad. ¡Qué hermoso sería que una persona, después de ocupar el alto oficio de presidente de los Estados Unidos, se convirtiera en un conserje! Dudo que muchos de nosotros nos sentiríamos cómodos en la presencia de un presidente, pero todos nos sentiríamos muy bien con un conserje. ¡Cuán excelente sería ver a un ex presidente trabajar como conserje, pues veríamos en él virtudes humanas excelentes!

¿Qué clase de persona prefiere usted, a un presidente o a un conserje? Yo preferiría la compañía de un conserje a la de un presidente. Si el presidente me invitara a pasar la noche en la Casa Blanca, no me sentiría en casa. Pero si un ex presidente se volviera conserje y me invitara a pasar la noche en su casa, me sentiría muy cómodo.

Doy el ejemplo del presidente que se convierte en conserje para ayudarnos a entender la posición del Evangelio de Marcos con relación a los demás evangelios. En el Evangelio de Mateo vemos al Señor Jesús en Su condición de Rey, pero en en Evangelio de Marcos lo vemos en Su condición de Esclavo. ¿Qué prefiere usted: al Señor como Rey o como Esclavo? ¿Prefiere usted al Rey-Jesús o al Esclavo-Jesús? Naturalmente, es posible que nos inclinemos a apreciar al Señor más como Rey. No obstante, debemos apreciarle como el Salvador-Esclavo revelado en Marcos. Si apreciamos al Señor de esta manera, entonces entenderemos cuán valioso es el libro de Marcos.

El Evangelio de Marcos presenta un relato vívido de la humanidad del Señor como Esclavo. Los últimos capítulos son largos y detallados, lo cual indica que la intención del autor es proveer un relato extenso para mostrar la belleza del Señor como esclavo por medio de sus virtudes humanas.


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