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Estudio-vida de Gálataspor Witness Lee

ISBN: 0-87083-671-4
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ESTUDIO-VIDA DE GALATAS

MENSAJE CUARENTA Y TRES

ANDAR POR EL ESPIRITU
EN EL DISFRUTE DE CRISTO EN NUESTRO ESPIRITU

Lectura bíblica: Gá. 5:16, 25; 6:16, 18

En la economía neotestamentaria de Dios, El primero nos hace Sus hijos y después nos hace ser la nueva creación y el Israel de Dios. Al final del libro de Gálatas, Pablo habla de la nueva creación (6:15) y del Israel de Dios (v. 16). El hecho de que él haga referencia a estos asuntos en la conclusión del libro es una indicación de la importancia de estos asuntos. Por consiguiente, es crucial que tengamos un entendimiento apropiado de la nueva creación y también del Israel de Dios.

PAZ SOBRE EL ISRAEL DE DIOS

En 6:16 Pablo dice: “Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea sobre ellos, o sea, sobre el Israel de Dios”. Aquí Pablo no menciona la paz de una manera general, sino de una manera particular. Además, no dice “paz sea a vosotros” sino “paz sea sobre el Israel de Dios”. Que la paz sea sobre nosotros es diferente a que la paz sea a nosotros. Que la paz sea sobre nosotros es más subjetivo que la paz sea a nosotros. Según 6:16, esta paz no está sobre los creyentes en general; más bien, está sobre los que andan conforme a esta regla, la regla elemental de la nueva creación. La paz estará sobre aquellos que anden por la regla de la nueva creación. Esto indica que aquí, en la conclusión de Gálatas, la paz es condicional. Para que la paz esté sobre nosotros, tenemos que ser aquellos que anden conforme a la regla de la nueva creación para ser el verdadero Israel de Dios.

Antes de que Pablo hable de la gracia en el versículo 18, él inserta el versículo 17 y dice: “De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas de Jesús”. La inserción de este versículo es otra indicación de que al final de Gálatas la paz y la gracia se mencionan con ciertas condiciones. Si la paz ha de venir sobre nosotros, debemos cumplir las condiciones. Debido a que la paz viene aquí de una manera muy particular, es necesario que cumplamos cierto requisito, el requisito de andar conforme a la regla de la nueva creación para ser el Israel de Dios.

Hemos señalado que en Gálatas Pablo habla de dos clases de andar por el Espíritu. El andar mencionado en 5:16 es un andar más general, mientras que en 5:25 y 6:16 se habla de un andar particular, un andar conforme a cierta regla o principio. Observar el segundo tipo de andar es una condición para que la paz venga sobre el Israel de Dios. Esta paz no es la que viene sobre el pueblo de Dios de una manera general; es una paz específica que viene sobre un pueblo particular, sobre los que observan el segundo tipo de andar por el Espíritu.

HIJOS DE DIOS Y EL ISRAEL DE DIOS

En 3:26 Pablo dice: “Pues todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús”. Como hijos de Dios, somos Su gente, miembros de Su familia. Sin embargo, la intención de Dios en Su economía neotestamentaria no sólo es hacernos Sus hijos, sino también hacernos el Israel de Dios.

Tal vez podamos entender la diferencia que existe entre los hijos de Dios y el Israel de Dios si ponemos como ejemplo de qué manera un miembro de una familia real es entrenado para ser rey. Por un lado, tal persona crece como miembro de la familia real, como hijo del rey y de la reina. Por otro lado, tiene que ser entrenado para que sea rey en el futuro. Por lo tanto, tiene que tener dos clases de vivir: el primero, como miembro de la familia real; el segundo, como futuro rey. Si tiene el primer tipo de vivir sin el segundo, no llegará a estar equipado o capacitado para ser rey. Un muchacho no es entrenado para ser rey de un día para otro. Tampoco llega a estar capacitado para ser rey simplemente por medio de desarrollar ciertas virtudes. Si él es gozoso, encantador, tierno, fiel y dueño de sí mismo, será muy buen muchacho, pero estas virtudes por sí mismas no lo califican para ser rey. Como futuro rey, debe ser entrenado para vivir y actuar de una manera propia de un rey. La manera en que se siente en una silla o en que converse con otros debe ser propia de un rey. Por tener un estado doble: el de miembro de la familia real y el de futuro rey, él debe tener dos clases de vida.

DOS CLASES DE VIDA

Los que creemos en Cristo Jesús también tenemos un estado doble. Por un lado, somos hijos de Dios, miembros de la familia divina. Por otro lado, somos futuros reyes, estamos destinados para ser reyes. El reinado está relacionado con el Israel de Dios. Debemos ser no solamente hijos de Dios, sino también el Israel de Dios. Para ser adecuados hijos de Dios es suficiente tener el fruto del Espíritu, es decir, las virtudes enumeradas en 5:22 y 23. Pero para ser reyes, para ser el Israel de Dios, necesitamos otra clase de vida, una clase particular de andar por el Espíritu. Necesitamos vivir como hijos de Dios y como el Israel de Dios.

Muchos cristianos no tienen el primer tipo de andar por el Espíritu, mucho menos el segundo. Le agradecemos al Señor que por Su misericordia, muchos de los que están en la vida de la iglesia hoy día sí tienen el primer tipo de andar por el Espíritu para vivir a Cristo. Pero ahora el Señor nos está llamando para seguir adelante y tener también el segundo andar por el Espíritu, el segundo tipo de vida. Este no es simplemente el modo de vivir de los hijos de la familia divina, sino el de los que serán reyes en el reino de Dios. ¡Que nuestros ojos sean abiertos para ver que somos reyes en la familia real! Nuestro destino no es solamente ser hijos de Dios, sino ser reyes que reinan en el reino de Dios.

¿Vive usted de una manera propia de un rey? Si usted vive de esta manera, será usted majestuoso hasta al reír. Si podemos ver que lo que Pablo dice acerca del Israel de Dios implica que necesitamos un andar propio de un rey, dentro de nosotros se despertará la aspiración de vivir de una manera que sea propia de un rey. Hasta tal vez queramos orar así: “Señor, hazme vivir y andar de una manera que sea propia de un rey, a fin de que sea yo calificado para ser parte del Israel de Dios actual”.

En cierto sentido, la nación de Israel es el Israel de Dios y un testimonio de Dios, aunque muchos israelitas son rebeldes y muy pecaminosos. Sin embargo, el verdadero Israel, el Israel espiritual, es la iglesia. Pero debido a que ambos, la nación de Israel y la iglesia están en una condición baja, existe la necesidad de que el Señor recobre al verdadero Israel de Dios. Para que se lleve a cabo este recobro, necesitamos dos clases de vida, dos clases de andar. En el primer andar debemos tener tales virtudes como amor, gozo, paz, mansedumbre y longanimidad, todo lo cual es la expresión del Cristo que vive en nosotros. También necesitamos la segunda clase de andar a fin de ser el Israel de Dios que lleva el reinado de Dios, que le representa a El con Su autoridad, y que lleva a cabo Su administración gubernamental.

Nuestra vida como ciudadanos de los Estados Unidos puede servir de ejemplo para estas dos clases de andar. Por un lado, somos personas que viven de una manera ordinaria; por otro lado, somos ciudadanos de esta nación. Como personas, es necesario que seamos amorosos, pacíficos, gozosos, fieles y mansos. Sin embargo, para que los Estados Unidos siga siendo una nación fuerte, también es necesario que vivamos como buenos ciudadanos, cumpliendo todos los requisitos del gobierno. Como ciudadanos, debemos pagar impuestos, prestar servicio en el ejército, y cumplir otras obligaciones. Hablando en términos espirituales, somos tanto hijos de Dios como el Israel de Dios. Como hijos de Dios, debemos ser amorosos, gozosos, pacíficos, fieles y mansos. Como el Israel de Dios, debemos andar conforme a las reglas elementales de la economía neotestamentaria de Dios.

Aunque los cristianos que verdaderamente desean seguir adelante con el Señor por lo regular prestan atención solamente al primer tipo de andar y desean ser espirituales, santos y victoriosos, nosotros debemos preocuparnos también por el segundo tipo de andar. En particular, debemos prestar atención a la vida de la iglesia. No obstante, muchos cristianos que son “espirituales” o “santos” no se preocupan ni siquiera un poco por la vida de la iglesia. Estos cristianos se interesan en la oración, en el estudio de la Biblia, en la predicación del evangelio o en el mejoramiento de la conducta. Según el concepto de ellos, esto es todo lo que se necesita. Pero debido a que no andan conforme al principio de la nueva creación, no es posible que ellos lleguen a ser el Israel de Dios.


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