Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este mensaje llegamos a 6:12-49. Esta porción del Evangelio de Lucas abarca dos asuntos: el Señor designa a doce apóstoles (vs. 12-16) y enseña a Sus discípulos la moralidad más elevada (vs. 17-49).
Lucas 6:12 dice: “En aquellos días El fue al monte a orar, y pasó toda la noche orando a Dios”. Al día siguiente, llamó a Sus discípulos y escogió a doce de ellos para que fueran Sus apóstoles. El Señor Jesús oró para tener comunión con Dios y buscar la voluntad y el beneplácito de Dios en relación con Su ministerio. El Salvador-Hombre no llevó a cabo Su ministerio por Sí mismo de una manera independiente de Dios, ni conforme a Su propia voluntad. Más bien, cumplió con Su ministerio conforme a la voluntad y al beneplácito de Dios, siendo uno con Dios para cumplir Su propósito. El Señor Jesús, en particular, no designó a los doce apóstoles por Sí mismo. En este asunto El actuó como un hombre que era uno con Dios.
Cuando el Señor Jesús se bautizó, se renunció a Sí mismo. Esto indica que en Su ministerio El no haría nada por Sí mismo, sino que lo haría todo por Dios y con Dios. En 6:12 vemos que se aplica el bautismo del Señor. El Señor en Su oración se rechazó y se renunció a Sí mismo. En el asunto crucial de la designación de ciertas personas para que fueran Sus ayudantes, es decir, ser los apóstoles para que llegaran hasta otros, el Señor no actuó en Sí mismo ni por Sí mismo. El hizo esto absolutamente en Dios y con Dios. El punto principal en cuanto a la selección de los doce apóstoles descrito en 6:13-16 consiste en que el Señor se renunció a Sí mismo y no actuó por Sí mismo. En la designación de los doce apóstoles, El actuó en Dios, por El y con El.
En 6:17-20 vemos que lo que el Señor dijo en el resto de este capítulo, fue dirigido a Sus discípulos (v. 20) al estar en la presencia de una gran multitud (v. 17), compuesta probablemente en gran parte de incrédulos. Así que había dos grupos con el Señor mientras enseñaba. El primer grupo era Sus discípulos; el segundo era la multitud de incrédulos. Necesitamos acordarnos de esto si queremos entender la enseñanza del Señor que se ve aquí. A veces Sus palabras se refieren a los creyentes, y otras veces, a los incrédulos.
Gran parte de la enseñanza del Señor en 6:17-49 es semejante a las de los capítulos del cinco al siete del Evangelio de Mateo. Todo lo que se promulga en Mt. 5—7, como constitución del reino de los cielos, constituye la realidad del reino de los cielos. Todo lo citado en Lucas 6:20-49, como principios del carácter de los hijos de Dios, gobierna y mide el comportamiento de los creyentes, quienes nacieron de Dios y poseen Su vida y naturaleza. Cuando se expresó esta porción, con excepción a los versículos del 24 al 26 y 39, se aplicaba al remanente de los judíos que creyeron.
Hemos visto que en los capítulos del cinco al siete de Mateo tenemos la constitución del reino de los cielos. La enseñanza del capítulo seis de Lucas no se refiere a una constitución, sino a los principios del carácter de los creyentes del Señor, o sea los que nacieron de Dios y que poseen Su vida y naturaleza. Nosotros, los creyentes que fuimos regenerados por Dios, tenemos la vida y la naturaleza de Dios. Ahora necesitamos ver cuáles principios deben gobernar nuestro carácter, nuestro comportamiento. ¿Cómo debemos portarnos? ¿Cómo debemos comportarnos y actuar? Los principios dados en este capítulo responden a estas preguntas. Todos los aspectos de la enseñanza del Señor mencionados aquí son principios que deben gobernar nuestro comportamiento cristiano. Si vemos esto, veremos la diferencia entre la constitución del reino de los cielos en Mateo del 5 al 7 y los principios del comportamiento cristiano en Lucas 6.
El primer principio visto en estos versículos consiste en que nosotros, los que creemos en Cristo y que nacimos de Dios, debemos ser personas benditas por Dios. Debemos ser personas benditas, no personas malditas. Como resultado de la caída, la maldición cayó sobre la humanidad. Pero en el jubileo de la gracia, el Señor Jesús nos rescató de la maldición y nos introdujo en la bendición de Dios. Así que, debemos ser personas bendecidas por Dios. En 6:20-23 se hallan cuatro características de las personas benditas.
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