Información del libro

Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 91 de 120 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE NOVENTA Y UNO

TRES COLUMNAS Y UNA TORRE
EN LA VIDA DE JACOB

Al remontarnos a la historia de Jacob, nos damos cuenta de que hubo tres columnas y una torre en su vida. Jacob erigió columnas en cuatro ocasiones, pero las erigió sólo en tres lugares: en Galaad, en Bet-el y en el camino de Belén (31:45; 28:18, 22; 35:14, 20). Jacob levantó columnas en tres lugares, y en uno de ellos, Bet-el, lo hizo dos veces; por esta razón, fueron en realidad tres columnas las que marcaron la experiencia de toda su vida. Aparte de estas tres columnas, Jacob experimentó también una torre, la torre de Migdal-edar (35:21). Creemos que todo lo que relata la Biblia tiene un significado especial. En este mensaje examinaremos, a modo de paréntesis, el significado que las tres columnas y la torre tuvieron en la vida de Jacob.

I. LAS TRES COLUMNAS

A. La columna de Galaad

Las tres columnas establecidas por Jacob fueron señales en su vida. Dividieron su vida en tres secciones. En la primera, Jacob experimentó el cuidado de Dios. Desde su nacimiento, él se encontraba bajo el cuidado de Dios. No obstante, Jacob, que era un suplantador, uno que tomaba por el calcañar, pensaba que se encontraba bajo su propio cuidado. Se dio cuenta al fin de que no estaba bajo su propio cuidado, sino bajo el de Dios. Si Jacob hubiese estado bajo su propio cuidado, él no habría podido afrontar las artimañas de su tío Labán, ni enfrentarse con Esaú, su hermano fuerte, y habría sido vencido por Labán o destruido por Esaú. Al estar bajo el cuidado de Dios, Jacob no podía ser perjudicado ni por Labán ni por Esaú. Aunque Jacob hizo todo lo posible por cuidarse a sí mismo, descubrió gradualmente que se hallaba bajo el cuidado de Dios.

Recuerde cómo Jacob abandonó a Labán. El no se marchó de una manera gloriosa; por el contrario, él tuvo temor de Labán y se le escabulló de una manera vergonzosa (31:20-21). Al hacer eso, “Jacob engañó [lit., robó el corazón] a Labán arameo” (31:20). Jacob pensaba que debía huir de Labán para protegerse, y se le escabulló secretamente. Más tarde, se dio cuenta de que sus habilidades no lo protegían, pues estaba bajo el cuidado de Dios. Aunque Labán no se enteró de la huida de Jacob sino hasta tres días después, con todo, lo persiguió y le dio alcance (31:23). La noche antes de que Labán alcanzara a Jacob, Dios le dijo a aquél: “Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente” (31:24). Dios parecía decir a Labán: “No le hagas ningún mal a Jacob. Lo debes dejar en Mis manos”. Labán no fue sabio al relatarle a Jacob lo que Dios le había dicho la noche anterior (31:29). Si Labán no hubiese comunicado esto a Jacob, habría podido hacer un trato con él. Pero Jacob usó lo que Dios había dicho a Labán como base para reprenderlo, pues le dijo: “Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham y temor de Isaac, no estuviera conmigo, de cierto me enviarías ahora con las manos vacías; pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos y te reprendió anoche” (31:42). Cuando Jacob reprendió a Labán, en lo profundo de su corazón seguramente sintió agradecimiento para con Dios por Su protección. Dios intervino en todas las circunstancias de su existencia.

Entonces Labán dijo a Jacob: “Ven, pues, ahora, y hagamos pacto tú y yo, y sea por testimonio entre nosotros dos” (31:44). Jacob respondió a la propuesta de Labán tomando una piedra y erigiéndola a modo de columna (31:45). Labán intentó amontonar muchas piedras, pero Jacob levantó una columna, la cual fue un testimonio del cuidado que Dios tenía de él. Jacob llegó a ver que toda su vida estaba bajo el cuidado de Dios. Por consiguiente, erigió esta columna como firme testimonio del cuidado de Dios para con él.

Jacob estuvo bajo el cuidado de Dios por más de veinte años. Aunque vivió bajo la mano opresora de Labán durante tanto tiempo (Labán cambió su salario diez veces, 31:41), Dios estaba con él todo el tiempo, y Su mano reposaba sobre él. Por lo tanto, al hacer un trato con Labán, Jacob levantó una columna como testimonio de que se encontraba bajo el cuidado de Dios. Esta columna se relacionaba con la subsistencia de Jacob. Muchos de nosotros también hemos establecido esa columna. Si usted considera su propia experiencia cristiana, verá que la primera etapa de su vida cristiana fue la etapa de experimentar el cuidado de Dios. Aun antes de ser salvos, deseábamos disfrutar del cuidado de Dios. Cuando oímos las buenas nuevas del evangelio, lo que deseábamos al creer en el Señor Jesús era que El nos cuidara. Durante muchos años, nosotros, igual que Jacob, hemos estado bajo el cuidado de nuestro Padre celestial. Al final de la primera etapa de nuestra vida cristiana debemos levantar una columna como testimonio del cuidado de Dios. Ahora bien, si uno ha estado con el Señor durante mucho tiempo, tal vez sea demasiado tarde para levantar esta columna. Deberá, entonces, levantar la segunda columna, la de Bet-el.


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