Información del libro

Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 24 de 65 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE VEINTICUATRO

CRISTO: EL CUERPO DE TODAS LAS SOMBRAS

Lectura bíblica: Col. 2:16-18, 20-22

En el mensaje anterior hicimos notar que Dios, en la economía de Su salvación, nos avivó, clavó la ley en la cruz y despojó a los principados y potestades. Conforme a las palabras de Pablo en 2:14, fue quitado de en medio el código escrito que consistía en ordenanzas, que había contra nosotros y nos era contrario. Durante algún tiempo, la ley estuvo de por medio. Aunque Dios usó la ley, le resultaba muy difícil seguir adelante y llevar a cabo Su economía con la ley de por medio. Por lo tanto, cuando Cristo fue crucificado, Dios intervino para quitar de en medio la ley, clavándola en la cruz.

UNA CONMEMORACIÓN DE LA NUEVA CREACIÓN

Espero que muchos adventistas del séptimo día, que insisten en observar el séptimo día sabático, lleguen a ver la diferencia entre la economía de Dios y la observancia del sábado. Según el Antiguo Testamento, el sábado era un símbolo conmemorativo de la obra creadora de Dios. Después de laborar por seis días, Dios reposó en el séptimo día, el cual llegó a ser el sábado. Fue así que el séptimo día vino a ser un testimonio de la vieja creación, ya que testificaba que la creación vino a existir por mano de Dios. Por ser parte de la vieja creación, el hombre está obligado a guardar el séptimo día. Sin embargo, la nueva creación llegó a existir el primer día de la semana, el día en que el Señor Jesús resucitó de los muertos. Por medio de la resurrección de Cristo, se produjo la nueva creación, incluyendo la iglesia, la cual se compone de los que han creído en Cristo y han sido regenerados. Por lo tanto, así como el séptimo día era un símbolo conmemorativo de la vieja creación, el octavo día, el primer día de la semana, es un símbolo conmemorativo de la nueva creación. Es por eso que en ninguna parte del Nuevo Testamento vemos que los cristianos se reunían el séptimo día para adorar. En cambio hay por lo menos dos versículos que indican que los santos se reunían el primer día de la semana. Hechos 20:7 dice: “El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para partir el pan...”. Esto indica que en la época del apóstol Pablo, los santos se reunían para recordar al Señor en el primer día de la semana, lo cual nos muestra que este día nos recuerda de la nueva creación de Dios. Debido a que los creyentes estamos en la nueva creación, ya no estamos obligados a guardar el séptimo día; antes bien, nos reunimos en el primer día de la semana para recordar al Señor Jesús.

En 1 Corintios 16:2 Pablo dice: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado”. Este versículo también confirma claramente el hecho de que los primeros cristianos se reunían en el primer día de la semana, y no en el séptimo día. Puesto que se reunían en ese día, ése era el mejor momento para traer sus ofrendas al Señor.

Algunos adventistas del séptimo día afirman que la práctica de Pablo era ir a la sinagoga en el día de sábado. Es cierto que ésa era la práctica de Pablo, pero su propósito no era guardar el sábado ni adorar a Dios, sino aprovechar esa oportunidad para predicar el evangelio a los judíos.

En Apocalipsis 1:10 encontramos otro indicio que nos muestra la importancia que tiene el primer día de la semana en el Nuevo Testamento. En este versículo el apóstol Juan dice que él estaba “en el espíritu en el día del Señor”. El día del Señor es el primer día de la semana, el día en que el Señor resucitó. Como hemos mencionado, la iglesia primitiva se reunía en ese día. En el día del Señor, que era un testimonio de la nueva creación de Dios, Juan estaba en el espíritu y vio visiones relacionadas con la economía de Dios.

Inclusive los tipos que encontramos en Levítico 23 muestran la importancia del primer día de la semana. Los hijos de Israel debían traer una gavilla de los primeros frutos de la siega al sacerdote para que los meciera delante del Señor (vs. 10-11). Se nos dice específicamente que “el día siguiente del día de reposo la mecerá [el sacerdote]”. Por supuesto, el “día siguiente del día de reposo” es el octavo día, o sea el primer día de la semana. Aun más, Levítico 23:16 habla de “el día siguiente del séptimo día de reposo”. Éste era el día de Pentecostés, que también caía en el primer día de la semana. Estos versículos muestran una vez más el lugar que ocupa el octavo día en la economía de Dios.

Hemos visto que en la economía de Dios el séptimo día es un símbolo conmemorativo de la vieja creación, mientras que el octavo día es un símbolo conmemorativo de la nueva creación. Debido a que los judíos aún permanecen en la vieja creación, siguen guardando el séptimo día. No obstante, puesto que nosotros, la iglesia, estamos en la nueva creación y ya no estamos en la vieja creación, no tenemos que guardar el séptimo día. En lugar de ello, nos reunimos el primer día de la semana, el día que marca un nuevo inicio en resurrección. Por tanto, los creyentes de Cristo que propugnan la observancia del séptimo día, del sábado, carecen del debido conocimiento de la Biblia. Para los creyentes de Cristo, el día conmemorativo ya no debe ser el sábado, sino el primer día de la semana, el día en que el Señor Jesús resucitó de entre los muertos. Mediante Su resurrección en ese día, nosotros fuimos regenerados (1 P. 1:3). Por consiguiente, ya no estamos en la vieja creación, sino en la nueva creación.


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