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Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 14 de 62 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE CATORCE

LA LIBACION DERRAMADA SOBRE EL
SACRIFICIO DE LA FE DE LOS CREYENTES

Lectura bíblica: Fil. 2:17-18; 2 Ti. 4:6; Ro. 15:16

En Filipenses 2:17, Pablo declara: “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros” y en 2 Timoteo 4:6, expresa nuevamente este pensamiento: “Porque yo ya estoy siendo derramado en libación, y el tiempo de mi partida está cercano”. Puesto que todos los aspectos que abarca Pablo en Filipenses tienen que ver con la experiencia que tenemos de Cristo, la libación mencionada en 2:17 no debe ser la excepción. Si al experimentar a Cristo no hemos llegado a ser una libación, significa que no lo hemos experimentado al máximo. Cuando experimentemos a Cristo al nivel más alto, entonces llegaremos a ser tal libación.

UNA LIBACION

La libación se añadía sobre las ofrendas básicas reveladas en los capítulos del uno al seis de Levítico (Nm. 15:1-10; 28:7-10), las cuales tipifican distintos aspectos de Cristo. La libación es un tipo del Cristo disfrutado por el oferente; Cristo, el vino celestial, lo llena al grado de convertirlo en vino para Dios. El apóstol Pablo llegó a ser tal libación al disfrutar a Cristo de esta manera, y pudo derramarse en libación para Dios sobre la fe de los creyentes, mediante el derramamiento de su sangre.

Los holocaustos, las ofrendas de flor de harina, las ofrendas de paz, las ofrendas por el pecado y las ofrendas por las transgresiones constituían las ofrendas básicas, pero la libación no se contaba entre ellas. Las cinco ofrendas principales, mencionadas en Levítico 1—6, tipifican diferentes aspectos de lo que Cristo es para nosotros ante Dios. Al leer Números 15:1-10 y 28:7-10, vemos que la libación acompañaba a las ofrendas básicas. Si alguien presentaba alguna de las ofrendas sin libación, era evidente que faltaba algo. También podía indicar que el oferente era pobre. En realidad, la libación significa que aquél que la presenta llega ser libación él mismo. Pero esto no implica que llegue a serlo basándose en lo que es por naturaleza. A fin de ser una libación, él debía disfrutar a Cristo hasta ser lleno, impregnado y saturado de El. Cristo es el vino celestial que disfrutamos. Cuando lo disfrutamos, El nos llena hasta saturarnos de Sí mismo. Entonces llegamos a ser vino apto para ser derramado como libación sobre las ofrendas que presentamos a Dios.

Pablo se basó en la tipología del Antiguo Testamento, al referirse a sí mismo como una libación derramada sobre el sacrificio y el servicio sacerdotal de la fe de los creyentes. El había estado bebiendo a Cristo por muchos años y había aprendido a regocijarse en El, hasta estar lleno de El. De esta manera, Cristo, el vino celestial, hizo que Pablo llegara a ser vino celestial. Por consiguiente, él podía considerarse vino derramado en libación sobre el sacrificio que, como sacerdote, ofrecía a Dios.

LA FE ESTA CONSTITUIDA DEL
DISFRUTE QUE TENEMOS DE CRISTO

En 2:17 Pablo habla del “sacrificio y servicio de vuestra fe”. Esta expresión revela que, por una parte, la fe de los filipenses era un sacrificio que él mismo, como sacerdote, ofrecía a Dios (Ro. 15:16), y por otra, que su ministerio era considerado un servicio sacerdotal. El ministerio de Pablo produjo en los creyentes la fe. La fe mencionada en 2:17 es universal y va más allá de la simple acción de creer. Es el conjunto de todo lo que los creyentes han recibido y disfrutado y, finalmente, llega a ser el elemento constitutivo de los creyentes. Por tanto, el ministerio de Pablo produjo la fe universal de los creyentes, la cual él ofrecía a Dios como sacrificio.

Indudablemente el sacrificio de la fe de los creyentes estaba lleno de Cristo, pues incluía todos los aspectos de El como las ofrendas básicas. Cuando experimentamos a Cristo en estos distintos aspectos y lo disfrutamos como la realidad de las ofrendas, dicha experiencia y disfrute se convierte en nuestra fe. El deleite que tenemos en Cristo como las ofrendas básicas, se convierte en nuestra fe. Por consiguiente, podemos afirmar que el elemento de dicha fe es el Cristo que experimentamos y disfrutamos.

No cometamos el error de entender superficialmente la fe que se menciona en 2:17. De hecho, nuestra fe se produce al experimentar a Cristo. Pablo se refirió a ella como un sacrificio que puede ser ofrecido a Dios. Podemos ofrecer dicha fe a Dios como sacrificio, ya que ella está constituida del Cristo que disfrutamos. Por consiguiente, la medida de nuestra fe es directamente proporcional a nuestro disfrute de Cristo. Es decir, que cuanto más disfrutamos a Cristo, más fe tenemos.

Durante los años que llevo laborando en este país, los santos han disfrutado y experimentado al Cristo que les he ministrado en Sus diferentes aspectos. Como resultado, en ellos hay cierto elemento, al que llamamos la fe. No existe mejor palabra que ésta para describir el disfrute y las experiencias que tenemos de Cristo en Sus diferentes aspectos, y fue Pablo quien la usó en 2:17 para denotar el producto de nuestro disfrute y de nuestras experiencias de Cristo. Por lo tanto, la fe es la expresión que consta de nuestra experiencia y nuestro disfrute de Cristo.

Como ya mencionamos, Pablo consideraba esta fe un sacrificio que él, como sacerdote, podía ofrecer a Dios. Aunque no me compararía con Pablo, puedo testificar que a veces en mis oraciones he sentido que el disfrute y la experiencia que los creyentes tienen de Cristo, los puedo presentar a Dios como ofrenda. En el recobro del Señor, los santos poseen una fe, la cual es el producto y la expresión de la experiencia y el disfrute que tienen de Cristo. Podemos hallar dicha fe en todas las iglesias locales. La fe que los santos tienen es el producto de la experiencia y deleite que ellos han tendido de Cristo a lo largo de los años. Esto demuestra que este ministerio no ha sido en vano, pues ha forjado en los santos cierta constitución, debido al disfrute y experiencia que ellos han tenido de Cristo. Cuando Pablo habla de la fe en 2:17, él se refiere a dicha constitución.

Basándonos en el principio descrito en el Antiguo Testamento, según el cual la libación requería una ofrenda básica, Pablo consideraba que la fe de los creyentes, que se producía al experimentar a Cristo, era la ofrenda básica sobre la cual él podía derramarse como libación. Dios debió haberse regocijado al contemplar esta escena desde los cielos. ¡Cuán satisfecho debió haber quedado Dios al ver la fe como la ofrenda básica y también la libación! La fe provenía de los creyentes, y la libación provenía del apóstol. ¡Qué escena tan maravillosa! ¡Con razón dijo Pablo que se regocijaba con todos ellos! Para él era un motivo de regocijo derramar su sangre como libación sobre el sacrificio de la fe de los creyentes. Además, él no se regocijaba solo, sino con todos los santos. Regocijarse juntamente con alguien significa compartir con él el gozo. El apóstol compartió con los filipenses el gozo que sentía de ser mártir por causa de la fe de ellos, y debido a esto, los felicitaba. estoy seguro de que el Dios Triuno también se regocijaba con Pablo al ver una escena tan alegre.

La fe de los creyentes como ofrenda básica junto con la libación, requieren tiempo para producirse. La fe no crece ni se desarrolla de un día para otro, puesto que es producto del disfrute y la experiencia espiritual que los creyentes tienen de Cristo. Asimismo, la libación sólo puede producirse con las experiencias que hemos tenido con el Señor. Para llegar a ser una libación, debemos ser llenos del Señor. Sólo de esta manera tendremos la constitución espiritual que nos hará una libación. ¡Cuán formidable es que los pecadores lleguemos a ser el vino celestial que satisface a Dios!


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