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Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
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ESTUDIO VIDA DE ROMANOS

MENSAJE DIECIOCHO

HEREDEROS DE LA GLORIA

(1)

En este mensaje llegamos al tema de la glorificación. ¿Cuál es la meta de la glorificación? La meta es la plena filiación de los hijos de Dios. La condenación requiere la justificación, la meta de la justificación es la santificación, y la de la santificación es la glorificación, cuya meta a su vez es la plena filiación de los hijos de Dios.

I. LAS BENDICIONES DE LA FILIACIÓN

En el libro de Romanos no hallamos el término hijos de Dios sino hasta que llegamos al versículo 14 del capítulo 8, lo cual demuestra que Pablo escribió el libro de Romanos teniendo en mente un propósito profundo. A partir de 8:14 Pablo empieza a hablar acerca de los hijos de Dios y de los hijos maduros de Dios. Sin embargo, el concepto final de la sección sobre la glorificación (8:14-39) no trata de los que nacen de Dios ni de Sus hijos crecidos, sino de los herederos. Es posible que hayamos sido engendrados por Dios pero que no tengamos el crecimiento de un hijo maduro, o que seamos hijos maduros sin haber satisfecho los requisitos para ser herederos. Así que, el último concepto que Pablo trata en esta sección de Romanos es el que tiene que ver con los herederos de la gloria.

Romanos 8:14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. Este versículo es una continuación de la sección anterior en la cual Pablo nos dice que debemos andar conforme al espíritu (v. 4). En cierto sentido, andar conforme al espíritu equivale a ser guiado por el Espíritu Santo. Así que, el versículo 14 continúa lo que Pablo dice en el versículo 4 al afirmar que los que son guiados por el Espíritu Santo, o por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Por medio de esta corta declaración Pablo hace un giro: de los santificados pasa a los hijos de Dios. Al final del versículo 13 el tema se centraba en los santificados, aquellos que estaban condenados y que habían sido justificados, reconciliados, identificados con Dios, y finalmente santificados. Con el versículo 14 Pablo introduce el concepto de hijos de Dios. ¿Cómo somos santificados? Al andar conforme al espíritu. En cierto sentido, andar conforme al espíritu significa ser guiado por el Espíritu de Dios, y “todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. De esta manera Pablo nos vuelve de la santificación a la filiación. Ahora llegamos al tema de los hijos de Dios.

Al abordar el tema de la filiación, debemos estar en el espíritu, y no en la letra. Si estamos en la letra, encontraremos dificultad. ¿Por qué decimos esto? Porque de acuerdo con la letra, todas las hermanas quedan excluidas. ¿Cómo pueden las hermanas ser hijos? Pablo no dijo: “Todos los que son guiados por el Espíritu, éstos son hijos e hijas de Dios”. No obstante, todos nosotros, los hermanos así como las hermanas, somos igualmente hijos de Dios. No debemos leer la Biblia meramente conforme a la letra, sino conforme al espíritu. Aunque entre nosotros hay hombres y mujeres, hermanos y hermanas, en el espíritu todos somos hijos de Dios. En la eternidad no habrá hijas, sino solamente hijos.

Un día los saduceos se le acercaron al Señor Jesús argumentando con Él acerca de la resurrección (Mt. 22:23-33). Ellos pensaban que eran muy sabios. Así que, le presentaron el caso de una mujer quien sucesivamente se había casado con siete hermanos, todos hijos del mismo padre. Después de que todos hubieron muerto, murió también la mujer. Entonces los saduceos le preguntaron de quién sería esposa la mujer en la resurrección, ya que los siete se habían casado con ella. El Señor les amonestó diciéndoles que ellos erraban por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios. El Señor les dijo además que en la resurrección, ni nos casaríamos ni seríamos dados en casamiento, sino que seríamos como los ángeles de Dios. Nosotros seremos personas maravillosas, y no habrá diferencia alguna entre hombre y mujer. No sólo seremos justificados y santificados, sino también glorificados. Todos seremos personas glorificadas, los hijos eternos de Dios. Si andamos conforme al espíritu, no hay diferencia entre hombre y mujer, porque todos somos hijos de Dios. Sin embargo, no debemos olvidar que aún estamos en la carne, y en la carne todavía existe diferencia entre hombre y mujer, esposo y esposa. No debemos aplicar a nuestra situación presente algo que sólo se hará realidad en el día de la resurrección. Si lo hacemos, tendremos problemas. No obstante, todos nosotros, tanto hermanos como hermanas, somos hijos de Dios.


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