Información del libro

Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 65 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE OCHO

CRISTO, EL PRIMOGÉNITO DE TODA CREACIÓN

Lectura bíblica: Col. 1:15-17; Ap. 3:14

En este mensaje estudiaremos lo que significa que Cristo sea el Primogénito de toda creación (1:15-17). El propósito principal del libro de Colosenses es mostrar que Cristo es todas las cosas, que Él lo es todo. Todo lo que existe en el universo está incluido bajo uno de dos encabezamientos básicos: el Creador y la creación. Para mostrarnos que Cristo lo es todo, la Biblia dice que Cristo es tanto el Creador como el Primogénito de toda creación. Si Él fuera solamente el Creador y no el Primogénito de toda creación, entonces no lo sería todo.

LA HEREJÍA DE RENDIR CULTO A LOS ÁNGELES

En Colosenses Pablo confronta asuntos tales como las observancias judías, las ordenanzas gentiles, el misticismo, el gnosticismo y el ascetismo. Entre las cosas negativas que él menciona, sobresale una particularmente grave: el culto a los ángeles, lo cual es una forma de idolatría. El hecho de adorar algo que no es el propio Dios, incluyendo la adoración de criaturas como los ángeles, es idolatría. Sin embargo, puesto que ciertos maestros heréticos consideraban que tanto ellos como otros eran indignos de tener contacto directamente con Dios, ellos abogaban por el culto a los ángeles. Enseñaban que Dios es muy elevado y que nosotros estamos muy por debajo de Él, que Dios es glorioso y que el hombre es corrupto. Por consiguiente, según su enseñanza herética, nosotros no podíamos ser dignos de tener contacto directo con Dios. Conforme a ellos, debíamos tener alguna clase de intermediario. Estos maestros decían que los ángeles eran tales intermediarios entre nosotros y Dios. Éste era el concepto subyacente a la adoración de los ángeles que había invadido a la iglesia en Colosas.

El culto a los ángeles que Pablo confrontó en esta epístola tenía que ver con cierto sentimiento de humildad. Algunos pensaban que el hecho de creerse indigno de adorar a Dios directamente, era una señal de humildad. Al parecer ellos tenían ciertas bases bíblicas para sustentar su posición. En la Biblia deja constancia de que Dios no dio la ley directamente a Moisés, sino que la dio por medio de los ángeles (Gá. 3:19). Por tanto, en la entrega de la ley, los ángeles sirvieron de intermediarios. Sin embargo, los maestros heréticos fueron más allá y enseñaron que los ángeles debían ser los intermediarios entre Dios y el hombre caído. Ellos animaban a los santos a mostrar humildad practicando esta forma de adoración. Era como si estos maestros les dijeran a los colosenses: “No debéis ser tan orgullosos como para pensar que podéis dirigiros directamente a Dios. Debéis humillaros y reconocer vuestra necesidad de acudir a los ángeles para que os sirvan de intermediarios entre vosotros y Dios”. Pablo luchaba en contra de este concepto cuando dijo: “Que nadie, con humildad autoimpuesta y culto a los ángeles, os defraude juzgándoos indignos de vuestro premio” (2:18). No debemos dejarnos engañar por la humildad de nadie ni por la enseñanza del culto a los ángeles.

CRISTO ES LA CABEZA
DE TODO PRINCIPADO Y POTESTAD

En Colosenses 2:9-10 Pablo dice: “Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis llenos en El, que es la Cabeza de todo principado y potestad”. Las palabras “principado” y “potestad” se refieren a los ángeles. Cristo es la Cabeza de todos los ángeles, no sólo de los ángeles que están subordinados, sino también de aquellos ángeles que tienen principado, poder y autoridad.

Debemos entender la razón por la que Pablo añade una cláusula en 2:10, que dice: “Que es la Cabeza de todo principado y potestad”. Es bastante fácil entender que toda la plenitud de la Deidad habita corporalmente en Cristo, es decir, en forma corporal (2:9). Cuando Cristo estuvo en la tierra, Él tuvo un cuerpo físico, y en ese cuerpo habitaba toda la plenitud de la Deidad. Debido a que la plenitud habita en Él y nosotros estamos en Él, resulta lógico decir que nosotros estamos llenos en Él (2:10). No obstante, Pablo de repente comienza a decir que Cristo es la Cabeza de todo principado y potestad. Aquel en quien habita toda la plenitud de la Deidad y Aquel en quien estamos llenos, es la Cabeza de todo principado y potestad. Es crucial que veamos cuán significativo es esto.

Para entender el hecho de que se añadiera esta cláusula, debemos examinarla dentro del contexto de todo el libro. Colosenses revela que Cristo lo es todo. Pablo recalcó esto a los colosenses porque ellos habían aceptado la herejía de adorar a los ángeles. Tal parece que los santos de Colosas no creían que Cristo pudiera ser el intermediario entre ellos y Dios. Según el concepto de ellos, Cristo era demasiado exaltado como para ayudarlos de esta manera. Por tanto, les parecía a ellos que necesitaban a los ángeles como intermediarios. Ésta fue la razón por la que Pablo les mostró que Cristo era la Cabeza de todos los ángeles. Mientras tengamos a Cristo, quien lo es todo, no necesitamos acudir a los ángeles. Si necesitamos algún intermediario, Cristo es nuestro intermediario. Ésa no es la función de los ángeles. Sí, Dios es muy elevado y nosotros somos muy bajos. Pero esto no significa que necesitemos a los ángeles como intermediarios. En Cristo estamos llenos; no nos falta nada. Puesto que los colosenses consideraban a los ángeles sus intermediarios, necesitaban ver que Cristo es la Cabeza de todos los ángeles. Cristo lo es todo. Con tal de que ellos lo tuvieran a Él, estarían llenos. Deberíamos estar en capacidad de testificar, no sólo en doctrina sino también en experiencia, que estamos llenos en Cristo y que no nos falta nada. En Cristo poseemos a Dios, la justicia, la vida y todas las cosas positivas del universo. Al tener a Cristo tenemos a Aquel que es la Cabeza de todos los ángeles. ¡Cuán equivocados estaban los colosenses al aceptar la herejía del culto a los ángeles! Ya que Cristo lo es todo, debemos acudir a Él en todas nuestras necesidades. Ahora podemos entender que Pablo añadió esta cláusula en 2:10 para recalcar a los colosenses que los creyentes no necesitamos que los ángeles sean nuestros intermediarios, debido a que nuestro Cristo es la Cabeza de todo principado y potestad. Él es la Cabeza de todos los ángeles.

Colosenses revela que Cristo lo es todo; Él es tanto el Creador como el Primogénito de toda creación. Si Cristo solamente fuera el Creador y no fuera parte de la creación, entonces no lo sería todo. Así, la plenitud, la expresión del Dios Triuno, no sería completa. En Colosenses el concepto de Pablo era muy profundo. La plenitud, la expresión plena del Dios Triuno, habita en Cristo. Como Aquel que lo es todo, Cristo es tanto el Creador como el Primogénito de toda la creación. Éste es un principio fundamental.


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