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Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
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ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE CUARENTA Y CUATRO

LA PALABRA DE DIOS ES LA
CORPORIFICACION DEL DIOS VIVIENTE

Lectura bíblica: Fil. 2:13, 16a; Jn. 1:1-2, 14; 6:63; He. 1:1-2; 2 Ti. 3:15; Hch. 6:7; 12:24; 19:20

La Biblia revela las obras, los hechos y las actividades de Dios. Conforme a Su plan, El primero creó el universo y todas las cosas que hay en él. Los hechos de Dios comprenden la encarnación de Cristo, Su crucifixión, Su resurrección, Su ascensión y Su descenso como Espíritu, y también eventos futuros, como Su segunda venida, el reino y el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén. Dios no está inactivo en ningún aspecto. Por el contrario, El ha hecho un sinnúmero de cosas. Sin las actividades que Dios realizó en la creación, el universo jamás habría llegado a existir. De modo que, el universo es producto de las actividades de Dios.

Sin embargo, la encarnación es un hecho aun más extraordinario que la creación, pues mediante ella Dios se hizo hombre. Como tal, Cristo llevó a cabo la obra redentora, al morir en la cruz por nuestros pecados. Luego, en Su resurrección, El introdujo Su humanidad en Dios. ¡Cuán maravilloso es este hecho!

EL DIOS NIÑO Y EL ESPIRITU VIVIFICANTE

A menudo los cristianos afirman que el Hijo de Dios se encarnó. Aunque esto es totalmente cierto, Juan 1:14 no declara que el Hijo de Dios se hizo carne, sino que “el Verbo se hizo carne”. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”, luego, en el versículo 14, leemos que el Verbo se hizo carne. Esto indica que Dios mismo se hizo hombre. Primero vemos que el Verbo se hizo hombre; luego vemos que, en la resurrección, Cristo como el postrer Adán en la carne, se hizo Espíritu vivificante. Tanto Juan 1:14 como 1 Corintios 15:45 usan el verbo “hacer” de una manera muy significativa: el Verbo se hizo carne, y el postrer Adán fue hecho Espíritu vivificante. En primer lugar, Cristo se hizo hombre para efectuar la redención, y debido a ello, murió en la cruz y fue sepultado. Pero después, en la resurrección, El fue hecho Espíritu vivificante. Por lo tanto, hoy nuestro Dios es el Espíritu vivificante.

Nuestro Dios pasó por un proceso extraordinario; El se hizo hombre al nacer de una virgen en un pesebre. Por eso Isaías 9:6 declara que un niño nacería y que sería llamado Dios fuerte. Este niño nacido de una virgen, era el Dios fuerte, lo cual indica que el Dios fuerte llegó a ser un niño. ¿Se ha dado cuenta que un día nuestro Dios se hizo niño? ¡El Dios único en el universo se hizo niño! Aun nos podríamos referir a El como el Dios niño. Por supuesto, esta expresión no se encuentra en la Biblia; sin embargo, las Escrituras revelan claramente este hecho. Por tanto, hablar del Dios niño no es una herejía; antes bien, se trata de un hecho divino. Nuevamente, estamos hablando de dos expresiones cruciales que aparecen en la Biblia, la primera es “se hizo”, y la segunda, “fue hecho”. La primera se refiere a la encarnación del Verbo, cuando Dios llegó a ser un niño nacido en un pesebre.

La segunda expresión, “fue hecho”, se usa en 1 Corintios 15:45, donde leemos que el postrer Adán fue hecho Espíritu vivificante. ¿Quién era el postrer Adán? Sin lugar a dudas, era el hombre Cristo Jesús, el Dios encarnado, quien, mediante la resurrección, fue hecho Espíritu vivificante.

En primer lugar, debemos reconocer que el Verbo, quien es Dios mismo, se hizo carne; en segundo lugar, debemos ver que nuestro Dios se hizo niño. En tercer lugar, debemos reconocer que después de Su crucifixión y en la resurrección, Cristo fue hecho el Espíritu vivificante. No obstante, algunos cristianos se oponen a esta enseñanza, alegando que es herética. Piensan que es imposible que Cristo, quien es el segundo de la Trinidad, llegue a ser el Espíritu, el tercero de la Trinidad. Sin embargo, 1 Corintios 15:45 revela claramente que Cristo, el postrer Adán, fue hecho Espíritu vivificante. ¿No es el Espíritu vivificante el mismo Espíritu Santo? Si decimos que no, caeríamos en la herejía de afirmar que hay dos Espíritus vivificantes.

EL DIOS PROCESADO

Debemos abandonar la teología tradicional y regresar a la Palabra pura. La Biblia enseña que el Dios Triuno pasó por un proceso y llegó a ser el Espíritu vivificante. Basándonos en lo que las Escrituras revelan, podemos afirmar que hoy en día, nuestro Dios es el Dios procesado. El ya no es un Dios “crudo”, un Dios sin procesar. Cuando decimos que Dios se procesó, nos referimos al hecho de que El se hizo niño, que nació de una virgen, y que como hombre fue crucificado, sepultado, visitó el Hades y entró en la resurrección. Sin lugar a dudas, esto fue un proceso; es por eso que afirmamos que nuestro Dios es el Dios procesado.

Desde Su nacimiento hasta Su resurrección, Cristo estaba siendo procesado. Durante la etapa de Su vida humana, que comprende de la encarnación a la resurrección, El pasó por un proceso. Finalmente, después de entrar en la resurrección, El fue hecho Espíritu vivificante.

Ya que ahora Cristo es el Espíritu vivificante, es fácil inhalarlo. Romanos 10 revela que Dios no está lejos de nosotros; por el contrario, El está muy cerca, aun en nuestra boca. Lo único que tenemos que hacer es inhalarlo. Esto ciertamente son buenas nuevas.

El evangelio consiste en que un día, Dios, el Creador, se hizo hombre y pasó por un proceso a fin de llegar a ser el Espíritu vivificante, al cual podemos inhalar. La letra mata, mas el Espíritu vivifica (2 Co. 3:6).

Nuestro Dios hizo todo lo necesario para llegar a ser el Espíritu vivificante. Ahora, no sólo tenemos a Dios y al Salvador, sino también al Espíritu vivificante. Los judíos no saben que Dios se hizo hombre, un hombre llamado Jesucristo. Ellos sólo conocen a Dios como el Creador, pero no reconocen que El se encarnó para venir a ser el Salvador. Incluso hoy muchos cristianos sólo conocen a Dios y a Cristo de una manera objetiva, pero no se han dado cuenta de que Cristo, quien es Dios mismo, es también el Espíritu vivificante. Dios, Cristo y el Espíritu son uno solo y no podemos separarlos. Podemos disfrutar a Dios, quien es tres y a la vez uno, como Espíritu, porque El entró en nuestro espíritu y nos hizo un sólo espíritu con El. En 1 Corintios 6:17 dice: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. ¡Cuán maravilloso es esto!

El Espíritu vivificante es la consumación de los hechos de Dios, es decir, de todo lo que El ha realizado. Primero, Dios creó todas las cosas; en segundo lugar, El se hizo hombre por medio de la encarnación, y en tercer lugar, mediante la muerte y la resurrección, El se procesó para llegar a ser el Espíritu vivificante. Ahora, Dios no es solamente el Creador, el Redentor y el Salvador, sino también el Espíritu vivificante en Su estado final y consumado. Como tal, El es una bebida completa que podemos disfrutar. ¡Alabamos al Señor por revelarnos en Su Palabra que Aquel que es nuestro Dios, nuestro Creador, nuestro Salvador, nuestro Redentor y nuestro Señor, es también el Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu!


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