Información del libro

Estudio-vida de Mateopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1422-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 72 Sección 1 de 6

ESTUDIO-VIDA DE MATEO

MENSAJE DIECISIETE

LA PROMULGACION
DE LA CONSTITUCION DEL REINO

(5)

La enseñanza y predicación acerca del reino de los cielos comenzó con el arrepentimiento (3:2; 4:17). El arrepentimiento significa experimentar un cambio en el modo de pensar. Por lo tanto, el reino comienza en nuestra mente. El reino pasa de nuestra mente a nuestro espíritu (5:3). Necesitamos arrepentirnos en nuestra mente y ser pobres en nuestro espíritu. Después de esto, nuestro corazón debe ser puro para que podamos ver a Dios (5:8). La mente, el espíritu y el corazón son los tres aspectos principales de nuestro ser interior. Si juntamos 4:17 y 5:3-12, veremos varios puntos relacionados con el reino de los cielos. Los tres primeros, como hemos visto, son la mente, el espíritu y el corazón. Luego necesitamos emociones normales, correctas y elevadas. Esto se ve en el lloro (5:4), que viene de nuestras emociones equilibradas. También necesitamos ser mansos, lo cual requiere una voluntad fuerte, normal y recta. Tener hambre y sed de justicia, que se menciona en 5:6, depende de un deseo puro y recto. Debemos desear esta justicia por el bien del reino. Ser misericordioso para con otros tiene que ver con nuestra actitud (5:7). Nuestra actitud para con otros debe ser misericordiosa. Si nuestra parte emotiva, nuestra voluntad, nuestros deseos y nuestra actitud son correctos, podremos hacer la paz con otros. Así que, todo nuestro ser —mente, espíritu, corazón, parte emotiva, voluntad, deseo y actitud— debe ser ejercitado para la vida del reino. Cuando tenemos todas estas virtudes, estamos capacitados para ser perseguidos. Si no las tenemos, no podremos soportar la persecución. Finalmente, los que están capacitados por haber obtenido todas estas virtudes, no sólo serán perseguidos por causa de la justicia, sino que serán vituperados por causa de Cristo. Esta es la naturaleza que posee el pueblo del reino.

Cada una de las nueve bienaventuranzas en 5:3-12 tiene una recompensa. Por ejemplo, si usted es pobre en espíritu, el reino de los cielos es suyo. Esto es una recompensa. Si llora, recibirá consolación, y si es manso, recibirá la tierra por heredad. Así que, la consolación y la tierra también son recompensas. Según el versículo 12, la recompensa es grande para los que son perseguidos y vituperados por causa de Cristo. Es difícil darle nombre a esta recompensa. Si somos vituperados, perseguidos y calumniados por causa de Cristo, nuestra recompensa en los cielos es grande, tan grande que va mas allá de nuestro entendimiento. Hebreos 13:13 y 1 Pedro 4:14 hablan de ser vituperados por causa de Cristo. Hebreos 13:13 dice: “Salgamos, pues, a El, fuera del campamento, llevando Su vituperio”. Dice en 1 Pedro 4:14: “Si sois vituperados en el nombre de Cristo, sois bienaventurados”. El vituperio también se menciona en Romanos 15:3. Hay una gran recompensa que les espera a los que son vituperados por causa de Cristo. Necesitamos ser los ciudadanos del reino, los que tienen la naturaleza revelada en estos versículos. Entonces podremos llevar el vituperio por causa de Cristo.

IV. CON RESPECTO A LA LEY
DEL PUEBLO DEL REINO

En este mensaje llegamos a la tercera sección de la palabra proclamada por el Rey en el monte (5:17-48), la cual está relacionada con la ley del pueblo del reino de los cielos. La constitución del reino celestial ciertamente debe abarcar la ley. Anterior a los tiempos del Señor Jesús, los hijos de Israel tenían la ley de Moisés. También tenían a los profetas. La profecía siempre sirve a la ley. Cuando el pueblo es débil y no puede cumplir la ley, es necesario que los profetas intervengan para fortalecerlos a fin de que cumplan la ley. Así que, el cumplimiento de la ley necesita el fortalecimiento efectuado por los profetas. Por lo tanto, en el Antiguo Testamento se hallan la ley y los profetas. Esta es la razón por la cual el Señor habló de la ley y de los profetas en el versículo 17.

A. Ni la ley ni los profetas fueron abolidos,
sino cumplidos

El versículo 17 dice: “No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir”. Aquí “cumplir la ley” tiene tres aspectos: significa que, 1) en el sentido positivo, Cristo guardó la ley, 2) en el sentido negativo El satisfizo lo requerido por la ley al morir como nuestro sustituto en la cruz, y 3) Cristo complementa la vieja ley con Su nueva ley, lo cual El afirma repetidas veces con la expresión “Pero Yo os digo” (vs. 22, 28, 32, 34, 39, 44).

Con respecto a la ley, hay dos aspectos: los mandamientos de la ley y el principio de la ley. Los mandamientos de la ley fueron cumplidos y complementados por la venida del Señor, mientras que el principio de la ley es reemplazado por el principio de la fe según la economía neotestamentaria de Dios.

Antes de que Cristo viniera, se hallaban la ley y el fortalecimiento realizado por los profetas. Entonces, ¿por qué se necesitaba la ley del reino de los cielos? Porque los requisitos de la vieja ley no eran lo suficientemente elevados y no estaban completos. Tomemos por ejemplo el asesinato. La ley antigua exigía que no matásemos (Ex. 20:13), pero no decía nada, ni siquiera una palabra, acerca del enojo. Si una persona mataba a otra, era condenada por la ley de Moisés. Pero sin considerar cuán enojada estuviera con otro, mientras no cometiese el asesinato, no sería condenada por la ley de Moisés. Aquí vemos cuán deficiente e incompleta es la vieja ley. Sin embargo, el requisito de la ley del reino de los cielos es mucho más alto que el de la ley de Moisés. Según la ley del reino de los cielos, se nos prohíbe enojarnos con nuestros hermanos. En los versículos 21 y 22 el Señor dijo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: ‘No matarás; y cualquiera que mate será reo de juicio’. Pero Yo os digo que todo el que se enoje con su hermano será reo de juicio”. Por lo tanto, la ley del reino de los cielos es más elevada que la ley de la antigua dispensación.

Otro ejemplo es la ley respecto al adulterio. Bajo la ley antigua se prohibía cometer adulterio, pero bajo la nueva se prohíbe mirar a una mujer para codiciarla (vs. 27-28). Así que, el principio básico de la ley del reino de los cielos consiste en que es más elevada que la ley antigua. Nosotros no anulamos la vieja ley; la complementamos para hacerla más alta. Por esta razón, el Señor Jesús dijo que El no había venido para abolir la ley, sino para cumplirla.

Muchos cristianos no entienden adecuadamente el significado de la palabra “cumplir” en el versículo 17. A través de muchos años de estudiar, observar y experimentar, hemos visto que en este versículo la palabra “cumplir” tiene tres aspectos.


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