Información del libro

Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 45 de 120 Sección 1 de 5

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CUARENTA Y CINCO

CONOCER LA GRACIA
PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
EL PACTO DE DIOS CON ABRAHAM

En el mensaje anterior vimos que todo lo que Abraham había experimentado antes de Génesis 15 estaba relacionado con recibir bendiciones de Dios para subsistir. Sin embargo, al llamar a Abraham, Dios tenía un propósito más elevado que la simple supervivencia de Abraham. El deseaba que Su propósito eterno se cumpliese por medio de él. A partir del capítulo quince, Dios vino y mostró a Abraham que él necesitaba gracia para cumplir Su propósito eterno. Abraham no necesitaba solamente bendiciones exteriores en su entorno, sino también gracia en su vida. Si leemos detenidamente Génesis del 15 al 22, veremos que en estos capítulos, Dios disciplinó a Abraham para mostrarle que él necesitaba Su gracia a fin de cumplir Su propósito eterno. Por lo tanto, Dios vino no solamente para bendecir a Abraham exteriormente sino para forjarse como gracia en él a fin de que tuviese algo sólido con lo cual llevar a cabo el propósito eterno de Dios.

Según vimos en el mensaje anterior, Abraham necesitaba dos cosas para cumplir el propósito de Dios: la simiente y la tierra. Si usted vuelve a leer Génesis 15, verá que tanto la simiente como la tierra se mencionan varias veces. Ya vimos que tanto la simiente como la tierra son Cristo. Primero, la simiente es el Cristo individual y personal, y luego es el Cristo corporativo. Gálatas 3:16 revela que Cristo es la simiente de Abraham. Inicialmente la simiente era el Cristo individual, pero finalmente se convirtió en el Cristo corporativo, el Cristo que es la Cabeza, donde todos nosotros somos Su Cuerpo. Esta es la simiente que se necesita para cumplir el propósito de Dios.

Cristo también es la tierra. El concepto de que Cristo es la tierra puede parecer nuevo y extraño porque anteriormente muchos de nosotros oímos que la buena tierra de Canaán era un tipo, un símbolo, de los cielos. Muchos cristianos tienen este concepto, pero si volvemos a la Palabra pura, veremos que la tierra en realidad simboliza a Cristo. En tipología la tierra es el lugar donde el pueblo de Dios descansa y donde Dios puede vencer a todos Sus enemigos y establecer Su reino y Su morada, la cual lo expresa y lo representa. Recuerde, por favor, los siguientes puntos acerca de la tierra: es el lugar donde el pueblo de Dios puede descansar; el lugar donde todos los enemigos de Dios pueden ser destruidos, y el lugar donde Dios establece Su reino y edifica Su morada para ser expresado y representado sobre esta tierra rebelde. ¿Qué requisitos hay para ser esa tierra? Simplemente Cristo. En Cristo, tenemos descanso y matamos a los enemigos. En Cristo, Dios establece Su reino y edifica Su morada, la iglesia, para que lo exprese y represente. ¿Ha visto usted que tanto la simiente como la tierra son Cristo? La simiente que Dios prometió a Abraham es el Cristo corporativo, y la tierra que Dios le prometió es el Cristo maravilloso, resucitado y elevado, en quien hoy descansamos y damos muerte a nuestros enemigos y en quien Dios establece Su reino y edifica Su morada para ser expresado y representado.

Cuando Dios prometió a Abraham que tendría una simiente, éste le creyó inmediatamente (15:6). Cuando Abraham creyó a Dios la promesa de la simiente, su fe, que era preciosa para Dios, le fue contada por justicia. En ese momento, Abraham fue justificado por fe, la fe que creía que Dios le daría la simiente para cumplir Su propósito eterno. Cuando Abraham creyó lo que Dios le dijo al respecto, Dios estuvo contento con él. No obstante, después de eso, cuando Dios prometió a Abraham que también le daría la tierra, Abraham se sorprendió y dijo al Señor: “Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar?” (v. 8). El le podía creer a Dios lo relativo a la promesa de la simiente, pero no lo que le prometía en cuanto a la tierra.

El mismo principio se aplica hoy. Es fácil creer que Cristo es la simiente, pero resulta difícil creer que Cristo es la tierra. Es más fácil creer que Cristo es nuestra vida que creer que El puede ser nuestra vida de iglesia. Muchos cristianos creen en Dios por el hecho de que Cristo es su vida, pero cuando llegan al asunto de la vida de iglesia, la buena tierra donde podemos descansar, dar muerte a los enemigos y permitir que Dios establezca Su reino y edifique Su morada, dicen que eso no se puede tener hoy en día. Muchos cristianos parecen decir: “Es posible vivir por Cristo, pero resulta imposible tener la vida de iglesia”. Para ellos es más fácil creer que Cristo puede ser su vida que creer que la iglesia pueda ser su vivir. No pueden creer que es posible tener la vida de iglesia hoy. Una vez más, vemos que nos parecemos a Abraham; creemos fácilmente en la simiente que prometió Dios, pero tenemos dificultad en creer en Su promesa con respecto a la tierra. ¿Tiene usted a Cristo como la simiente? ¿Lo tiene también como la tierra? No resulta tan sencillo tener a Cristo como la tierra en la cual podemos vivir, a fin de tener la vida de iglesia y que Dios establezca Su reino y Su morada, la cual lo expresa y lo representa.

Hace años, antes de llegar a la vida de iglesia, ministrábamos acerca de vivir por Cristo, pero nosotros mismos no teníamos paz. Errábamos sin descansar hasta que un día, por la gracia de Dios, entramos en la iglesia. Cuando entramos en la iglesia, empezamos a sentir el descanso. Antes de entrar en la vida de iglesia, nos costaba dar muerte a los enemigos, pero después de entrar en la vida de iglesia, encontramos que era fácil darles muerte a todos ellos. En la vida de iglesia, el reino de Dios es establecido, se edifica Su morada, y Dios es expresado y representado. Este es el cumplimiento del propósito eterno de Dios hoy.


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