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Estudio-vida de Gálataspor Witness Lee

ISBN: 0-87083-671-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 45 de 46 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GALATAS

MENSAJE CUARENTA Y CINCO

ANDAR POR EL ESPIRITU COMO HIJOS DE DIOS
(2)

Lectura bíblica: Gá. 3:26; 4:4-6; 5:16; Jn. 1:12-13

En el mensaje anterior señalamos que los libros de Romanos y Gálatas revelan no solamente la redención provista por Dios, sino también la economía de esta redención. Es relativamente simple que nosotros, los hijos de Dios, conozcamos la salvación de Dios, pero no resulta fácil que conozcamos la economía de la salvación de Dios. Aunque la palabra “economía” no se encuentra en Romanos ni en Gálatas, la economía de Dios en Su salvación sí está implícita. La palabra “economía”, tanto en su uso moderno como en el antiguo, denota un plan con cierto arreglo, administración y hasta dispensación. La economía de Dios tiene su arreglo, administración y mayordomía en relación con la dispensación de Dios mismo en el Hijo por el Espíritu dentro de Su pueblo escogido y redimido.

LA FILIACION: LA META DE LA ECONOMIA DE DIOS

Ahora debemos continuar para ver la meta de la economía de Dios. La meta de Dios en Su economía es la filiación. La intención de Dios es producir muchos hijos. Si leemos detenidamente la Biblia, veremos que Dios tiene un beneplácito, un deseo en Su corazón. El deseo que Dios tiene en Su corazón es que El sea expresado mediante muchos hijos. La Biblia revela que Dios es un gran Padre con una gran familia. En términos propios del Nuevo Testamento, Dios tiene una familia. ¿Quién puede decir cuántos hijos tiene Dios? Puesto que todo genuino creyente en Cristo es un hijo de Dios, se cuentan por millones los hijos de Dios. Debido a que Dios tiene tanto hijos, El verdaderamente es un Padre grandioso. Incluso las hermanas están contadas entre los hijos de Dios. En ninguna parte se nos dice que Cristo, el Hijo primogénito de Dios tenga hermanas. Más bien, El solamente tiene hermanos, y estos hermanos de Cristo son los muchos hijos de Dios. Por lo tanto, es importante que las hermanas se den cuenta de que ellas son hermanos de Cristo e hijos de Dios.

Según la Biblia, la función de un hijo es expresar al padre. Por consiguiente, el Hijo de Dios es la expresión de Dios el Padre. El Señor Jesús dijo una vez: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9). Además, Juan 1:18 dice: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado conocer”. El Nuevo Testamento también indica que como Hijo de Dios, Cristo es la imagen del Dios invisible (Col. 1:15; 2 Co. 4:4). Una imagen es la expresión de alguien o de algo. El hecho de que Dios tenga millones de hijos significa que El, un gran Padre, necesita una expresión vasta, universal y eterna. Como hijos de Dios, expresamos a nuestro Padre porque hemos sido engendrados de El. La economía de Dios, Su administración, es llevar a cabo Su propósito de tener muchos hijos para que sean Su expresión corporativa.

Efesios 1:4 y 5 dice que Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, “predestinándonos para filiación por medio de Jesucristo” para Sí mismo. Antes de que algo fuese creado, Dios nos escogió y nos predestinó, es decir, nos puso una marca, para la filiación. Dios nos ha marcado para que seamos Sus hijos. Sin embargo, muchos cristianos no están conscientes de la predestinación y el escogimiento que Dios hizo. Según el concepto de ellos, nosotros somos simplemente pecadores caídos que necesitan la salvación de Dios. Ellos jamás han soñado que Dios nos ha destinado para la filiación.

Según la Biblia, la salvación incluye tener la vida y la naturaleza del Padre para expresarle a El y heredar todo lo que El es, tiene y hace. Heredar todo lo que el Padre es, tiene y hace en realidad es heredar a Dios el Padre mismo. En la Biblia, la filiación significa tener la vida y la naturaleza de Dios para expresar a Dios y para heredar a Dios y todas Sus riquezas. Además, la filiación implica perfección. Como hijos de Dios, debemos ser perfectos, como El lo es (Mt. 5:48). La perfección es sinónimo de madurez. Un niño de corta edad es un genuino hijo de su padre, pero no tiene todavía la filiación total, porque no es maduro.

Aunque tengamos la vida y la naturaleza del Padre y tengamos la madurez, la perfección para expresarle a El y heredarle, la filiación no será completa sino hasta que nuestro cuerpo sea transfigurado. En Romanos 8:23 Pablo dice: “Y no sólo esto, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, aguardando con anhelo la plena filiación, la redención de nuestro cuerpo”. La redención de nuestro cuerpo se refiere a la transfiguración del cuerpo. Un día nuestro cuerpo será cambiado, no simplemente por fuera, sino orgánica y metabólicamente, por medio de que el elemento divino sea forjado dentro de él. Ahora nuestros rostros tal vez brillen un poco, pero todavía no son resplandecientes. Pero cuando nuestro cuerpo haya sido metabólica y orgánicamente transfigurado mediante la suministración de la vida divina, no sólo nuestros rostros, sino también todo nuestro ser físico resplandecerá. Eso será la filiación plena, porque entonces expresaremos a Dios en plenitud. Le expresaremos espiritual, psicológica y hasta físicamente. De nuestros rostros resplandecerá la luz que expresará a Dios. Acera de esto 1 Juan 3:2 dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. Cuando le veamos, El resplandecerá con la gloria el Padre, y nosotros también resplandeceremos con esta gloria. Esta es la filiación plena.

Así pues, en el Nuevo Testamento vemos que como hijos de Dios tenemos la vida y la naturaleza de Dios para heredar a Dios y todas Sus riquezas para expresarle hasta lo sumo. Esta filiación es el deseo que Dios tiene en Su corazón. Nuestro maravilloso Padre eterno desea una expresión universal de Sí mismo por medio de muchos hijos.


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