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Estudio-vida de Gálataspor Witness Lee

ISBN: 0-87083-671-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 31 de 46 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE GALATAS

MENSAJE TREINTA Y UNO

LAS MARCAS DE JESUS Y LA GRACIA DE CRISTO

Lectura bíblica: Gá. 6:17 y 18

En el mensaje anterior consideramos las palabras de Pablo en 6:15: “Porque ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación”. La nueva creación es totalmente diferente de cualquier clase de religión. La religión es parte de la vieja creación. Todas las prácticas de la religión de hoy son, por lo tanto, parte de la vieja creación. Solamente esa clase de vivir y de andar que es por el Espíritu es parte de la nueva creación. A fin de ser la nueva creación, debemos entrar en una unión orgánica con el Dios Triuno. Todo lo que esté fuera de esta unión, sea religioso o no religioso, es parte de la vieja creación.

En este mensaje consideraremos las marcas de Jesús (6:17) y la gracia de Cristo (v. 18). Es un poco raro que, al final de esta epístola, entre la mención de la paz y la gracia, Pablo inserte unas palabras tocante a las marcas de Jesús. En el versículo 16 él dice: “Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios”. Pero en vez de inmediatamente seguir esto con alguna palabra acerca de la gracia, Pablo hace referencia a llevar en su cuerpo las marcas de Jesús. Después dice: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu, hermanos” (v. 18).

Es importante conocer la razón por la cual Pablo insertó unas palabras tocante a las marcas de Jesús entre su mención de la paz y la gracia. Cuando escribimos una carta, expresamos los conceptos, los sentimientos y el sentir de nuestro interior. Del mismo modo, cuando Pablo les escribió a los gálatas, él expresó sus conceptos y sentimientos interiores. Mientras escribía tocante a la paz y la gracia, él sabía interiormente que disfrutaba paz porque llevaba las marcas de Jesús. Las marcas de Jesús mantenían a Pablo en una condición de paz. Mediante disfrutar la gracia, Pablo fue introducido en un estado de paz. El era mantenido en esta paz por llevar las marcas de Jesús.

A fin de entender las palabras finales de Pablo, necesitamos una buena medida de experiencia espiritual. Al concluir esta epístola, él saludó a sus lectores con paz y gracia. Mientras les extendía este saludo, espontáneamente se dio cuenta de que él podía disfrutar de paz porque llevaba las marcas de Jesús. Parecía que Pablo estaba diciendo: “Hermanos, estoy en paz. Estoy en esta condición de paz porque llevo las marcas de Jesús. Que nadie me cause molestias”. No causarle molestias a una persona significa no perturbarla, no privarla de paz. La palabra “molestias” que se menciona en el versículo 17 está en contraste con la paz mencionada en el versículo 16. Después de decir que la paz había de estar con aquellos que anduvieran conforme a esta regla, Pablo les pidió que nadie le causara molestias, porque él llevaba las marcas de Jesús. Esto indica que la paz de Pablo era mantenida por las marcas de Jesús que aquel llevaba en el cuerpo. Por consiguiente, Pablo pudo decir: “Puesto que llevo las marcas de Jesús, estoy en paz. Que nadie me moleste”. Pablo sabía que ni los judaizantes ni los perseguidores podrían quitarle la paz. Ni siquiera todo el sistema de Satanás podría molestarlo, porque él llevaba las marcas de Jesús. Sin embargo, si él se hubiera despojado de tales marcas y se negara a llevarlas, inmediatamente hubiera perdido la paz. Entonces él podría ser molestado por cualquier cosa y por cualquier persona. Pero debido a que él estaba disfrutando de paz por medio de llevar las marcas de Jesús, podía decir: “Nadie me cause molestias”.

En principio, nuestra situación es la misma que la de Pablo. Llevar las marcas de Jesús también nos guardará a nosotros en paz. Pero si nos rehusamos a llevar tales marcas, seremos perturbados y nuestra paz se esfumará. Después, habiendo perdido nuestra paz, será difícil que continuemos en el disfrute de la gracia.

I. LAS MARCAS DE JESUS

La palabra “marcas” en este versículo 17 se refiere a las marcas que se les ponía a los esclavos para indicar quién era el dueño. En el caso de Pablo, esclavo de Cristo (Ro. 1:1), las marcas eran las cicatrices físicas de las heridas recibidas en su fiel servicio a su Amo (2 Co. 11:23-27). En lo espiritual, tales marcas representan las características de la vida que él vivía, una vida semejante a la que el Señor Jesús vivió en la tierra. Tal vida es continuamente crucificada (Jn. 12:24), hace la voluntad de Dios (Jn. 6:38), no procura su propia gloria, sino la de Dios (Jn. 7:18), y es sumisa y obediente a Dios, aún hasta la muerte de cruz (Fil. 2:8). Pablo siguió el ejemplo del Señor Jesús, llevando las marcas, las características de Su vida. En esto él era absolutamente diferente de los judaizantes.

Pablo se consideraba esclavo de Cristo. Tal como un esclavo podía llevar una marca que diera a saber que pertenecía a cierto dueño, Pablo llevó en su cuerpo las marcas de Jesús. Era como si el nombre de Cristo hubiera sido grabado en él una y otra vez, como testimonio y declaración de que Pablo le pertenecía al Señor.

Pablo había sido herido muchas veces por causa de su fiel servicio a Cristo. En 2 Co. 11:24 y 25, él nos dice que cinco veces había recibido “cuarenta azotes menos uno”, que tres veces había sido azotado con varas y que una vez había sido apedreado. Por consiguiente, en su cuerpo él tenía muchas cicatrices que testificaban de sus años de servicio a Cristo. Estas cicatrices también podían ser consideradas las marcas de Jesús.

Como ya hemos indicado, el significado espiritual de la expresión “las marcas de Jesús” es que Pablo vivió una vida crucificada. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, El tomó la iniciativa en vivir una vida crucificada. Al leer los cuatro Evangelios, vemos el cuadro de un Hombre que vivía constantemente una vida crucificada. Esta clase de vida es una marca. Por lo tanto, cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, El llevó tal marca. El fue perseguido, ridiculizado, despreciado y rechazado. Sin embargo, nunca dijo nada para defenderse. En vez de eso, El llevó una vida crucificada. El llevaba una marca que mostraba que El pertenecía a Dios el Padre. Pablo siguió al Señor Jesús en el asunto de vivir una vida así. En Filipenses 3:10 él hace referencia a “la comunión de sus sufrimientos”. Por ser uno que vivía en la comunión de los sufrimientos de Jesús, Pablo llevaba las marcas de Jesús como señal de que vivía una vida crucificada. Cuando Pablo, con una palabra de paz, dirigió un saludo a los gálatas, recordó el hecho de que las marcas de Jesús era lo que lo mantenía a él en esta paz. Debido a que había sido perseguido, despreciado, ridiculizado, rechazado y condenado, él podía decir en verdad que llevaba las marcas de Jesús.

Aunque no queremos ponernos en el nivel de Pablo, podemos decir con verdad que, al menos hasta cierto grado nosotros también llevamos las marcas de Jesús, porque somos ridiculizados, despreciados, criticados, condenados y se burlan de nosotros. Muchas cosas malignas se han escrito y hablado de nosotros. Mientras persistamos en tomar el camino de la cruz, enfrentaremos oposición de esta manera. Si vivimos fielmente una vida crucificada, una y otra vez se levantará oposición contra nosotros. En Gálatas 4:29 Pablo dice: “Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora”. Esta palabra indica claramente que los que andan conforme a la carne perseguirán a los que andan conforme al Espíritu. Tal como el Señor Jesús y Pablo fueron perseguidos porque vivían una vida crucificada, lo mismo ocurrirá con nosotros si, por la misericordia y la gracia del Señor, seguimos Sus pasos para vivir una vida así. Cuando somos depreciados, rechazados, condenados, ridiculizados y cuando se burlan de nosotros, llevamos las marcas de Jesús. Sin embargo, debido a que llevamos estas marcas, disfrutamos paz y ninguna situación ni circunstancia nos perturba.

Creo que mientras Pablo estaba escribiendo acerca de la paz, él tenía el profundo sentir de que llevar las marcas de Jesús lo mantenía en paz. Como principio, nuestra experiencia actual es la misma. No creo que quienes nos critican, persiguen y ridiculizan tengan paz interior. Pero el Señor puede testificar por nosotros que, a pesar de la oposición y el ridículo, nosotros disfrutamos una profunda paz interior, la paz que viene con la seguridad de que estamos tomando el camino de la cruz. Esta clase de persecución es una indicación de que somos los que han nacido según el Espíritu, no según la carne. Los que persiguen a otros y se burlan de ellos, seguramente son hijos según la carne. Debemos tener una disposición positiva tocante a la persecución que sufrimos por tomar el camino de la cruz. Cuando seamos perseguidos debemos alabar al Señor y darle gracias. No somos Ismael, quien se burlaba de Isaac; somos Isaac, de quien Ismael se burlaba. Hemos sido acusados de ser un culto y de propagar herejías. Se han escrito contra nosotros muchas falsas acusaciones. Sin embargo, puedo testificar que en medio de todo esto, estoy en paz y duermo muy bien cada noche. Llevar las marcas de Jesús nos mantiene en una condición de paz. Además, esta oposición y esta persecución indican que estamos en el camino correcto con el Señor.

Si verifica con su propia experiencia, verá que cuanto más es usted perseguido por causa de seguir al Señor Jesús, más feliz está usted por dentro. Según Hechos 5:40 y 41, los discípulos se gozaban de haber sido tenidos por dignos de sufrir por causa del nombre de Jesús. La persecución nos da la seguridad de que estamos tomando el camino correcto. Por lo tanto, como Pablo dice en Gálatas 6:16, la paz estará con aquellos que anden conforme a esta regla. ¿Cómo podemos saber si andamos conforme a esta regla? Lo sabemos por el hecho de que seamos perseguidos. Si no anduviéramos conforme a esta regla, no habría ninguna razón de que sufriéramos persecución alguna. Aunque Pablo no ofendía a nadie, de todos modos era perseguido. Había persecución simplemente por causa de Cristo y la cruz. La persecución que Pablo enfrentaba era una señal de que él estaba en el centro de la economía de Dios y de que era uno con el Señor Jesús, quien fue perseguido. Por consiguiente, él pudo tener seguridad y disfrutar paz.


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