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Estudio-vida de 2 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2362-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 48 de 59 Sección 1 de 5

ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE CUARENTA Y OCHO

LA COMUNIÓN DEL APÓSTOL EN CUANTO
A LA MINISTRACIÓN A LOS SANTOS NECESITADOS

(3)

Lectura bíblica: 2 Co. 8:15; 9:1-15

En el capítulo nueve de 2 Corintios, Pablo presenta algo adicional sobre la ministración a los santos necesitados. Tal vez nos parezca que este capítulo es innecesario, pues quizás pensemos que lo que dice Pablo en el capítulo ocho es suficiente. Según lo que entienden ustedes, ¿por qué Pablo presentaría algo adicional en el capítulo nueve? Si volvemos a leer estos dos capítulos, quizás consideremos que en cuanto a la ministración a los santos necesitados, la primera parte del capítulo ocho basta, y que realmente no se necesitan la última parte del capítulo ocho y todo el capítulo nueve. Debemos preguntarnos por qué Pablo le dedicó tanto tiempo a este asunto. Como veremos, le motivaban algunos pensamientos profundos.

RECOGER Y SEMBRAR

El pensamiento que Pablo presenta al escribir los capítulos ocho y nueve es profundo. La clave para entender el profundo pensamiento de Pablo se encuentra en dos asuntos. Primero, en 8:15, Pablo concluye, diciendo: “Como está escrito: Al que recogió mucho, no le sobró, y al que poco, no le faltó”. Ésta es una cita de Éxodo 16:18, que habla de recoger el maná para el abastecimiento diario. ¿Por qué relaciona el apóstol Pablo lo de proveer bienes materiales a los santos con la recolección del maná? Si consideramos detenidamente este asunto, nos daremos cuenta de que el ministrar bienes materiales a los santos necesitados ciertamente sirve para el suministro diario. El maná era recogido para el suministro diario de los hijos de Israel, y los bienes materiales se ministraban a los santos necesitados para su suministro diario. La cita que Pablo hace de Éxodo 16:18 es un factor crucial que nos ayuda a captar el profundo pensamiento de Pablo.

El segundo asunto relacionado con el profundo pensamiento que Pablo presenta en los capítulos ocho y nueve, tiene que ver con lo que él dijo en 9:6 acerca de la siembra: “Pero considerad esto: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra con bendiciones, con bendiciones también segará”. Aquí Pablo compara la ministración de bienes materiales a los santos necesitados con la siembra. La siembra, tal como la recolección del maná, sirve para la suministración diaria. Por ende, tanto la recolección del maná como la siembra sirven el mismo propósito, pues ambas sirven para nuestra subsistencia.

DOS MANERAS EN QUE EL PUEBLO
DE DIOS PUEDE VIVIR

En la Biblia, vemos dos maneras en que el pueblo de Dios puede vivir. La primera concuerda con la ley natural ordenada por Dios y consiste en sembrar semilla y recoger la cosecha. En Génesis 3, Dios estableció que el hombre labrara el suelo para que tuviera algo de qué vivir. La siembra de semilla produce el sustento del hombre. Esto concuerda con la ley natural establecida por Dios. Ninguna raza o nacionalidad puede sobrevivir sin la siembra, sin el cultivo. El cultivo consiste en sembrar la semilla y segar la cosecha.

La segunda manera en que el pueblo de Dios puede vivir es por los milagros efectuados a manos de Dios. Cuando los hijos de Israel estaban en Egipto, ellos vivían según lo natural. Pero cuando salieron de Egipto y vagaban en el desierto, vivieron de otro modo; por los milagros de Dios. El pueblo no sembró ninguna semilla, sino que recogió el maná. Podríamos decir que cosecharon sin sembrar, porque el hecho de que recogieran el maná equivale a una cosecha. En el desierto, los hijos de Israel segaban continuamente sin sembrar. La lluvia de maná del cielo sustituía la siembra. Los seres humanos pueden sembrar semilla, pero sólo Dios puede hacer que llueva maná. En el desierto, los hijos de Israel recogieron el maná que Dios les envió.

Según Éxodo 16, los hijos de Israel recogían el maná cada mañana, excepto el día de sábado. En el sexto día, juntaban una doble porción para tener provisión suficiente para el día de sábado. Éxodo 16:17 y 18 dicen: “Y los hijos de Israel lo hicieron así: y recogieron unos más, otros menos; y lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer”.


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