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Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 73 de 120 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE SETENTA Y TRES

BAJO LA MANO DE DIOS
(7)

Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios (2 Ti. 3:16), y toda la Biblia es un libro de vida. ¿Cree usted verdaderamente que Génesis 31, el capítulo que vamos a examinar en este mensaje es el aliento de Dios? Cuando yo era joven, pensaba que cada palabra y cada frase contenida en Efesios ciertamente era inspirada por Dios, pero no valoraba Génesis 31 de la misma manera. ¿Cree usted que este capítulo contiene la Palabra de vida? Este capítulo no menciona la vida. Menciona el hurto de ciertos ídolos de una casa y contiene una conversación diplomática. ¿Es ésta la palabra de vida? Si queremos ver de qué manera Génesis 31 es la palabra de vida, debemos considerarlo a la luz de toda la Biblia.

En Génesis 28 mientras Jacob caminaba hacia la casa de Labán, tuvo un sueño. La importancia de ese sueño radica en que revela que Dios anhela tener una casa sobre la tierra y que Su intención era convertir a quien había llamado en una piedra, el material para Su edificio. ¿Es el Jacob revelado en Génesis 31 el material adecuado para la edificación de la casa de Dios? No, cuando él recibió el sueño, no era un caballero sino un hombre artero. ¿Cree usted que un hombre astuto como Jacob podía convertirse en el material precioso para la edificación de la casa de Dios en la tierra? Si usted contesta afirmativamente, da a entender que usted reconoce que se parece a Jacob. Todos somos como Jacob. Sin embargo, el Jacob sagaz es designado como material para la edificación de la casa de Dios. Este capítulo revela que por medio de la disciplina de Dios, este hombre suspicaz puede convertirse en material para la morada de Dios. Este capítulo es la continuación del relato que describe cómo Dios quebranta a Su escogido. Este capítulo es sin duda la palabra de vida pues nos da una visión de la disciplina que Dios aplicó a Jacob.

Jacob vivió con Labán veinte años. En Génesis 31:7 Jacob dijo que Labán había cambiado su salario diez veces. El número diez representa la consumación de cierta prueba. Jacob parecía decir: “Labán no ha cambiado mi salario nueve veces sino diez. El me ha perjudicado hasta el colmo”. El número veinte, el doble del número de consumación, se compone de dos multiplicado por diez. Dios puso a Jacob bajo la mano de Labán durante veinte años a fin de que Jacob fuese probado al máximo. No obstante, después de estos veinte años, vemos en Génesis 31 que Jacob todavía no era una persona totalmente transformada. Podríamos considerar que eso es algo desalentador, y decir: “Si el proceso de transformación no puede concluirse en veinte años, ¿entonces cuánto tiempo se necesitará? El Señor podría regresar antes de completarse este proceso”. No obstante, si usted compara el Jacob de este capítulo con el Jacob de algún capítulo anterior, verá que sin duda él ha experimentado algo de transformación. Después de pasar veinte años con Labán, se produjo un gran cambio en Jacob. Al principio de estos veinte años, él era una persona que suplantaba, pero al final de ese lapso, había sido transformado por lo menos hasta cierto punto. Cuando leemos el capítulo treinta y uno, vemos que el Jacob astuto había sufrido un cambio notable. No obstante, aunque tenía algo de transformación, en este capítulo él sigue siendo bastante natural.

Quizá usted se haya preguntado cómo revela este capítulo lo natural que era Jacob. Jacob tenía miedo de Labán, probablemente porque se había dado cuenta de que no lo podía vencer. Jacob reconoció que no podría lograrlo. Esta es la razón por la cual huyó de él. Si hubiera sido valiente y hubiera tenido la certeza de poder vencer a Labán, no habría huido. Por el contrario, él habría dicho: “Labán, me has tratado duramente. Ahora me voy. Hasta luego”. Jacob no se atrevió a hacer esto, sino que se escabulló. Mientras Labán perseguía a Jacob, Dios le habló en un sueño la noche antes de que lo alcanzara, en el cual le dijo: “Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente” (v. 24). Labán era más astuto que Jacob, pero en aquella ocasión, Dios le obligó a ser honesto. Labán también le contó a Jacob lo que Dios le había dicho: “Poder hay en mi mano para haceros mal; mas el Dios de tu padre me habló anoche diciendo: Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente” (v. 29). Si yo hubiese estado en lugar de Labán, jamás le habría contado eso a Jacob. No obstante, Labán fue lo suficientemente necio como para decírselo. Jacob dijo, después de reprender a Labán por inspeccionar sus posesiones: “Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche” (v. 42). Jacob parecía decir: “Labán, tienes poder en tu mano, pero yo tengo a Dios conmigo. Tu poder no puede vencer a mi Dios”. Jacob se fortaleció ante Labán, por lo que éste le había contado. Esta fue una reacción del hombre natural de Jacob. Si Jacob hubiese sido verdaderamente espiritual, cuando Labán relató su sueño, habría dicho simplemente: “Alabado sea el Señor. Oh Señor, gracias”. Jacob pudo haber dicho: “Labán, puesto que el Dios de mi padre te ha hablado, ya no necesito decir nada. Que El sea alabado”. Pero aun si Jacob hubiese dicho eso, habría expuesto la cola de su hombre natural. Si no hubiera quedado ni la cola del hombre natural, él no habría dicho otra cosa que: “Alabado sea el Señor, tío Labán”. Y luego se hubiera vuelto al Señor y habría dicho: “Oh Señor te alabo, cuánto te agradezco porque estoy en Tus manos”. Después de oír como Dios habló a Labán, y le exhortó a no hacer ningún mal a Jacob, éste tuvo el valor de reprender a Labán cara a cara, recordándole cómo él había inspeccionado sus pertenencias, cómo lo había obligado a cargar con la pérdida de todo lo robado, y cómo había cambiado su salario diez veces (vs. 36-41). Jacob parecía decir: “Mira lo que me has hecho. Te serví durante veinte años y me has cambiado el salario diez veces. Ahora has registrado todas mis cosas y no has encontrado nada. ¿Qué significa esto?” Aunque eso tiene apariencia de franqueza, es la franqueza del hombre natural. Aquí Jacob es revelado no como un hombre malo ni como un hombre astuto sino como un hombre natural. Esto indica que Jacob todavía no había sido completamente transformado.

Antes del capítulo treinta y dos, la Biblia no menciona ninguna ocasión en la que Jacob hubiera orado. En Génesis 32:3-4 Jacob mandó mensajeros a Esaú, indicándoles que se dirigieran a Esaú como señor. Los mensajeros volvieron adonde estaba Jacob, y dijeron: “Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él” (32:6). Cuando Jacob oyó esta noticia, tuvo miedo y oró al Señor al respecto. El temía que Esaú planeara matarlo a él y a su familia, y eso lo obligó a orar. Según el relato de Génesis, ésta es la primera vez que vemos a Jacob orar. Antes de eso, Jacob no oraba porque siempre se salía con la suya. Cuando huyó de Labán, usó su habilidad, y habló a sus esposas con un tono persuasivo y las convenció de que se pusieran de su lado en contra de su padre. Jacob no era un buen guerrero como Esaú, pero indudablemente sabía usar las palabras.

El relato de Génesis 31 expone nuestra situación, pues nos presenta un cuadro exacto de lo que somos. Esta es ciertamente la palabra de vida. Este capítulo no menciona la palabra de vida, pero aquí se encuentra la vida misma contenida en el Evangelio de Juan, el evangelio de vida. En Juan 10:10 el Señor Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. La manera de tener una vida abundante se encuentra en Génesis 31, y no en Juan 10. Génesis 31 es una revelación de nuestro ser.

Durante los años de mi ministerio, he visto muchos problemas entre cónyuges, y en muchos casos me han pedido que sea mediador entre el esposo y la esposa. Las hermanas que me ha pedido que intervenga entre ellas y sus esposos han esperado que después de que yo ore por sus maridos, éstos se conviertan en ángeles. Muchos de nosotros todavía tenemos este concepto. Algunas hermanas quizá piensen: “Es lamentable la condición de mi marido. Ciertamente si los ancianos y las hermanas notables oran por él, el Señor lo convertirá en un ángel. Si mi marido no puede ser un anciano de la iglesia, por lo menos podría ser un diácono”. El Señor ciertamente contestará esta oración, pero no lo hará según nuestro parecer, sino como a El le plazca. El camino del Señor no es mágico. No espere que en un día su marido se convertirá en un ángel ni que usted podrá testificar al respecto en la siguiente reunión de la iglesia.

Muchos de ustedes han estado en la vida de iglesia durante muchos años. Quizá usted haya orado por sí mismo, pidiendo al Señor que lo transforme. ¿Ha sido usted transformado? Usted debe reconocer que todavía sigue en una condición muy natural. En las reuniones todos aparentamos ser transformados, pero ¿cómo se comporta usted en la cena con su esposa? Muchos de nosotros debemos admitir que somos exactamente iguales al Jacob de Génesis 31. Alabo al Señor porque se ha producido un cambio significativo en muchos santos en el transcurso de los años. No obstante, ¿dónde está usted ahora, en Génesis 48 ó en Génesis 31? Usted debe reconocer que, a lo sumo, se encuentra en el capítulo treinta y uno. No podemos obtener la madurez de vida, la transformación de vida, de un día para otro, ni siquiera en un plazo de algunos años. Esto es un asunto que dura toda la vida; no crece como los hongos.

Si usted estudia la biografía de Jacob, se dará cuenta de que aun estando cuando él en el vientre de su madre, Dios empezó a quebrantarlo. La vida natural de Jacob se dio cuenta de que había dos personas en el vientre. Aun cuando hizo lo imposible por nacer primero, Dios permitió que su hermano saliera antes que él. Desde entonces, en los subsecuentes capítulos, vemos la lucha de Jacob. Sin embargo, al final del libro de Génesis, se acaba la lucha de Jacob. Cuando Jacob adoró a Dios, las manos que antes suplantaban ahora se apoyaban sobre el extremo de su bordón, la señal de su vida peregrina sobre la tierra (He. 11:21). Al final de Génesis, Jacob había sido totalmente transformado. Su transformación terminó solamente al final de su vida. La transformación requiere toda una vida. No se imagine que se puede terminar en unos cuantos años. Yo creo que cada día y a cada hora se produce algo que propicia nuestra transformación. No obstante, esto requiere mucho tiempo. El relato acerca de Jacob ocupa más de la mitad de los cincuenta capítulos de este libro. Y es el largo relato de una vida que va siendo transformada. El Señor Jesús nos puede salvar instantáneamente; podemos consagrarnos rápidamente, y hasta podemos entrar muy pronto en la vida de iglesia. Pero se necesita mucho tiempo para la transformación. Debemos pasar por muchos altibajos. A veces, en un solo día podemos pasar por tres altibajos. Este es nuestro ser natural, nuestra vida natural.

Jacob es el prototipo que hallamos en la Biblia en cuanto a la elección y la transformación que Dios efectúa. Romanos 9 nos lo dice. Sin embargo, a lo largo de las generaciones, pocos cristianos han visto esto, pues pensaban que los capítulos acerca de la historia de Jacob eran simplemente narraciones interesantes. Pocos cristianos ven estos capítulos como el relato del modelo de una vida transformada.


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