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Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 12 de 120 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE DOCE

LA TRANSFORMACION PARA LA EDIFICACION
EN EL FLUIR DE VIDA

En este mensaje quisiera considerar, a modo de paréntesis, los materiales preciosos que se revelan en varios pasajes de la Biblia. Génesis 2:10-12 menciona tres categorías de esos materiales: el oro, las perlas y la piedra de ónice. Apocalipsis 21 habla de oro, de perlas y de variedades de piedras preciosas (vs. 11-14, 18-21). Si leemos Exodo 28:6-21, descubriremos que unas piedras de ónice engastadas en monturas de oro fueron colocadas sobre los hombros del efod, y que sobre el pectoral que llevaba el sumo sacerdote se montaron doce piedras preciosas. En 1 Corintios 3:12 también se mencionan los materiales preciosos. Pablo dice que debemos mirar cómo sobreedificamos la iglesia, que debemos edificar con oro, plata y piedras preciosas. Aunque Pablo reemplaza las perlas por la plata, las otras dos substancias siguen siendo las mismas. El Señor Jesús habló de piedras cuando dijo a Pedro que éste era una piedra para la edificación de la iglesia (Mt. 16:18). Más adelante Pedro, en su primera epístola, dijo que todos somos piedras vivas con las cuales se edifica una casa espiritual (1 P. 2:5).

También debemos prestar atención a una palabra sumamente crucial en el Nuevo Testamento: transformación. Esta palabra es traducida acertadamente del griego en Romanos 12:2 donde dice que debemos ser transformados por la renovación de nuestra mente [y en 2 Corintios 3:18, donde dice]: “Transformados en la misma imagen”. De modo que en el Nuevo Testamento, la palabra griega traducida transformación se usa por lo menos dos veces. El equivalente en nuestro idioma es “cambio metabólico”. La transformación no es meramente un cambio exterior, sino un cambio orgánico, un cambio metabólico. Transformar significa convertir una substancia de una forma y elemento en otra forma y elemento. Las piedras preciosas son producidas por el proceso de transformación. Este es el significado de la transformación.

Muchos cristianos no saben que la Biblia habla de la transformación. Así que dedicaremos este mensaje a dicho asunto. En los mensajes anteriores vimos el propósito eterno de Dios, el cual consiste en expresarse a Sí mismo y en expresar Su dominio por medio del hombre. En Su deseo de cumplir ese propósito, Dios creó al hombre de una manera específica como una vasija que lo contuviera a El como vida. Por consiguiente, Dios creó al hombre con un espíritu humano para que éste se relacionara con El, lo recibiera, lo retuviera y lo asimilara en todo su ser. Después de crear al hombre de esta manera, Dios lo puso en un huerto en cuyo centro estaba el árbol de vida. Junto con el árbol de la vida se encontraba un río de agua viva, y en la corriente de ese río había oro, perlas y piedras de ónice. Génesis 2 lo describe claramente.

¿Qué significa esta descripción? Sabemos que la Biblia es muy económica; en ella no se desperdicia un solo párrafo, frase o palabra. Cada palabra es dada por el aliento de Dios (2 Ti. 3:16). Por tanto, debemos conocer la razón por la cual Dios usó casi un capítulo entero para describir un huerto, un árbol, un río y tres materiales preciosos. ¿Qué significa todo eso?

La Biblia entera constituye la revelación de Dios, y la mayoría de las semillas de esta revelación fueron sembradas en Génesis 1 y 2. Por ejemplo, Dios, el hombre y la vida son algunas de las semillas sembradas en Génesis 1 y desarrolladas en toda la Biblia. Las semillas sembradas en Génesis crecen en los siguientes libros de la Biblia, y particularmente en el Nuevo Testamento, produciendo un cultivo en las epístolas y una cosecha en Apocalipsis. Casi todo lo que se siembra en Génesis 1 y 2 es segado y forma una gran cosecha en el libro de Apocalipsis.

Basándonos en ese principio, consideremos algunos puntos que aparecen tanto en Génesis como en Apocalipsis. En Génesis 2, vemos el árbol de la vida en medio del huerto. Luego descubrimos un río que corre junto al árbol y produce oro, perlas y piedras de ónice. El escenario en que se encuentra todo esto es un huerto, y un huerto representa las cosas naturales que Dios creó. En un huerto, podemos ver el crecimiento de las cosas creadas.

Cuando llegamos a Apocalipsis 21 y 22, no encontramos un huerto sino una ciudad. Una ciudad no es creada sino edificada. En Génesis 2 vemos la creación; en Apocalipsis 21 y 22 descubrimos el edificio. En la ciudad también tenemos el árbol de la vida. Por tanto, la Biblia empieza y termina con vida. Además, en la ciudad encontramos un río de agua viva que sale del trono de Dios. Esto corresponde al río que había en el huerto. Además, en Apocalipsis encontramos las tres categorías de materiales preciosos, no en un estado natural, sino edificados como una ciudad de oro, perlas y piedras preciosas. Por consiguiente, la semilla sembrada en Génesis es la cosecha segada en Apocalipsis. El crecimiento de la semilla y el desarrollo de la cosecha se encuentran entre Génesis y Apocalipsis. Este no es nuestro concepto humano; es la revelación de la Palabra divina contenida en los primeros capítulos de la Biblia y en los últimos.

Al principio de la Biblia vemos un huerto, y al final, vemos una ciudad. Entre el huerto y la ciudad transcurre un largo proceso, y se debe llevar a cabo una extensa obra. No obstante, la semilla sembrada en el huerto llega a ser la cosecha en la ciudad. Esta semilla incluye el árbol de la vida, un río y los tres materiales preciosos. En el período de cosecha de Apocalipsis, los materiales ya no se encuentran en un estado natural, sino que llegan a ser un edificio bien entretejido. La Nueva Jerusalén es un edificio de oro, perlas y piedras preciosas.

Si leemos Apocalipsis 21 y 22 detenidamente, descubriremos que la Nueva Jerusalén es una montaña de oro. No es un edificio de barro. Esta montaña de oro también es una ciudad de oro. De manera que el oro es el sitio, el terreno, sobre el que se edifica la ciudad. Las piedras preciosas constituyen el muro de la Nueva Jerusalén, y en este muro cada puerta es una perla enorme. El sitio donde se alza la Nueva Jerusalén es de oro, el muro se compone de piedras preciosas, y cada una de las doce puertas es una perla. Por consiguiente, esta ciudad está hecha de los materiales preciosos que se encuentran en estado natural en el huerto. En Génesis las substancias preciosas se hallan en el huerto; en Apocalipsis constituyen una ciudad.

Esta no es mi interpretación. Entre Génesis y Apocalipsis tenemos 1 Corintios. En 1 Corintios 3, Pablo dice que como arquitecto él puso el único fundamento, Jesucristo, y que todos debemos mirar cómo sobreedificamos. ¿Qué materiales usamos en la edificación de la iglesia? Pablo nos exhorta a edificar con oro, plata y piedras preciosas. (Más adelante veremos la razón por la cual él sustituyó las perlas por la plata). Así podemos ver que no sólo la Nueva Jerusalén es edificada con oro, perlas y piedras preciosas, sino que también la iglesia en esta era debe ser edificada con oro, plata y piedras preciosas, y no con madera, heno y hojarasca. Como lo veremos, el oro contrasta con la madera, la plata está en oposición al heno, y las piedras preciosas a la hojarasca.

Cuando vi eso al poco tiempo de hacerme cristiano, me entusiasmé. Vi un huerto en Génesis 2, en el cual había materiales preciosos. Vi una ciudad en Apocalipsis, construida con esos mismos materiales. Entre Génesis y Apocalipsis vi una iglesia edificada con oro, plata y piedras preciosas. Vi que la iglesia se compone de todo el pueblo redimido, y que esta composición es un edificio. ¿Quién es el oro, la plata y las piedras preciosas? Usted y yo. Nosotros los redimidos de Dios somos los materiales con los que se construye el edificio espiritual de Dios.

En los tiempos del Antiguo Testamento, Dios también tenía un pueblo, los hijos de Israel. La persona más prominente entre ellos era el sumo sacerdote, el cual los representaba en la presencia de Dios. Cada vez que él entraba en la presencia de Dios para interceder por el pueblo, tenía que llevar dos placas en los hombros y un pectoral. En las placas de los hombros se encontraban dos grandes piedras de ónice sobre los cuales estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel. En el pectoral se encontraba un hermoso marco de oro fino, e incrustadas en ese marco se hallaban doce piedras preciosas en cuatro hileras de tres cada una. Las doce piedras del pectoral corresponden al número doce en la Nueva Jerusalén. El número doce en la ciudad y en el pectoral se compone de cuatro por tres. Por ejemplo, el pectoral tiene cuatro hileras de tres piedras, y la ciudad tiene cuatro lados con tres puertas en cada lado, cuyo producto es doce en el pectoral y también en la ciudad. Así que, el número de las piedras engastadas en el pectoral del sumo sacerdote era el número de la Nueva Jerusalén. Además, en estas doce piedras estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel. En Apocalipsis 21 encontramos los nombres de las doce tribus sobre las doce puertas de la ciudad. Esto es muy significativo.

Consideremos el significado de eso. En el Nuevo Testamento, vemos una iglesia construida de oro, plata y piedras preciosas. En el Antiguo Testamento vemos al pueblo de Dios compuesto de oro y de piedras preciosas convertido en una entidad completa. A los ojos de Dios, el pectoral del sumo sacerdote formaba parte de la miniatura de la Nueva Jerusalén venidera. Del mismo modo, la iglesia edificada con oro, plata y piedras preciosas también forma parte de la miniatura de la Nueva Jerusalén. En el Antiguo Testamento, vemos a Israel con las doce tribus. En el Nuevo Testamento tenemos la iglesia con los doce apóstoles. Por consiguiente, Israel y la iglesia constituyen la Nueva Jerusalén. Los nombres de las doce tribus de Israel se encuentran en las doce puertas de la Nueva Jerusalén, y los nombres de los doce apóstoles de la iglesia están sobre los doce cimientos de la ciudad. Este edificio abarca toda la Biblia desde el principio, con el huerto de Génesis, hasta la conclusión, con una ciudad en Apocalipsis. Entre el huerto y la ciudad se encuentran dos pueblos: Israel y la iglesia. Tanto Israel como la iglesia tienen doce nombres. Finalmente, todos fueron transformados en oro, plata o perlas, y piedras preciosas. Por lo tanto, el huerto, la ciudad y los dos pueblos están relacionados con las tres categorías de materiales preciosos.

En la Biblia, entre el huerto y la ciudad, existen solamente dos pueblos: Israel y la iglesia, representados por el oro y las piedras preciosas, construidas como la morada de Dios, pero estos dos pueblos disfrutan también de la vida y del río. En Salmos 36:8-9 se nos dice que los hijos de Israel disfrutaban la fuente de vida y el torrente de las delicias de Dios. En Juan 6 y 7 se indica que los que constituyen la iglesia disfrutan el pan de vida y los ríos de agua viva. Así que, la Biblia no sólo menciona continuamente los materiales preciosos, sino también la vida y el río que aparecen al principio y al final.

¿Por qué se encuentran las perlas en Génesis 2 y en Apocalipsis 21 y la plata en 1 Corintios 3? En 1 Corintios 3 vemos la plata porque en tipología la plata representa la redención. La redención aniquila el pecado. Si no existiese el pecado, no habría necesidad de redención. En el huerto de Génesis 2 no había ningún pecado, y por la eternidad en la Nueva Jerusalén de Apocalipsis 21 el pecado estará desterrado. El pecado entró en Génesis 3 y será completamente eliminado en Apocalipsis 20. Por consiguiente, no encontramos pecado ni en Génesis 2 ni en Apocalipsis 21. Por tanto, en estas situaciones no se necesita la redención, o sea, la plata. Allí no es necesaria la plata, la cual trae redención, sino la perla, que tiene que ver con la regeneración. La redención consiste en eliminar el pecado, y la regeneración, en traer la vida divina. La plata representa la redención que aparece entre Génesis 2 y Apocalipsis 21 debido al gran problema del pecado, el cual requiere la redención. En la era actual necesitamos la plata.

Con este trasfondo, llegamos al tema de la transformación. Ya vimos que Dios tiene un propósito, y para cumplirlo creó al hombre como vasija que lo contuviera a El, poniendo en él un espíritu humano. El Señor Jesús le dijo a la mujer samaritana que Dios es Espíritu y que los que desean adorarle deben adorarle en espíritu (Jn. 4:24). Si hemos de adorar a Dios, debemos usar el órgano apropiado. Por ejemplo, no podemos beber agua con nuestros oídos; lo hacemos con nuestra boca. Dios es el agua viva. Si queremos beberlo como nuestra agua viva, debemos ejercitar nuestro espíritu para tocarlo a El. Cuando ejercitamos nuestro espíritu para tocar a Dios el Espíritu, en realidad estamos bebiendo a Dios como el agua viva (Jn. 4:24, 14). De manera que Dios hizo al hombre con un espíritu para que éste se relacionara con él y lo adorara.

Dios es vida. Dios mismo es el árbol de la vida. Cuando El se hizo carne, se reveló como vida y como el suministro de vida. Cristo es el pan de vida (Jn. 6:35). Todo lo que comamos lo asimilará nuestro ser. Esto es muy significativo. Dios viene a ser vida para nosotros en forma de comida. Debemos recibirlo a El comiéndole. Una vez en nosotros, Dios se hace el fluir de vida dentro de nosotros. Una comida adecuada requiere algo sólido y algo líquido. Juan 6 trata del pan de vida que debemos comer, y Juan 7 habla del agua viva que debemos beber. Si tenemos pan sin agua, nos será difícil comerlo. ¿Cómo podemos digerir y asimilar nuestra comida sin agua? Necesitamos el fluir de la vida. En Génesis 2 vemos el árbol de vida que podemos comer y el río que fluye para que lo bebamos. Empezamos con la comida y seguimos con el agua. Cuando recibimos al Señor como alimento, lo tenemos también como el agua que fluye dentro de nosotros.


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