Información del libro

Estudio-vida de Mateopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1422-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 23 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE MATEO

MENSAJE VEINTITRES

LA PROMULGACION
DE LA CONSTITUCION DEL REINO

(11)

Ahora llegamos a la sexta sección de la promulgación que el nuevo Rey hizo en el monte: 7:1-12.

VII. CON RESPECTO A LOS PRINCIPIOS
DEL PUEBLO DEL REINO
EN SU MANERA DE TRATAR A OTROS

Aparentemente, la intención del Señor en 7:1-12 es abarcar los principios por los cuales el pueblo del reino trata a otros. En realidad, Su intención aquí es exhortarnos a olvidarnos de nosotros mismos y cuidar a otros. En los dos capítulos anteriores, el Señor expuso nuestro mal genio, nuestras concupiscencias, nuestro ser interior, el yo, la carne y nuestra ansiedad. Ahora nos trae al punto en que debemos aprender a cuidar a otros. Cuando juzguemos a otros, es necesario que lo hagamos conforme a la manera en que quisiéramos que otros nos juzguen a nosotros. Considerar el asunto de este modo es cuidar a otros.

El reinar celestial sobre el pueblo del reino requiere que ellos cuiden a otros. Aunque varios puntos negativos fueron tratados en los capítulos cinco y seis, lo de cuidar a otros se trata sólo cuando llegamos al capítulo siete. En todo lo que hagamos, debemos pensar en los demás. Nos falta mucho en esta área, porque en nuestra vida natural no nos preocupamos por los demás. Desde el principio hasta el fin, sólo pensamos en nosotros mismos. Nuestro pensar y considerar están envueltos en nosotros. Por lo tanto, siempre nos centramos en nosotros mismos y nunca pensamos en los demás. Yo le pediría a usted que recuerde la manera en que vivía anteriormente. ¿Siempre pensaba en los demás? Si tuviéramos en cuenta a los demás cuando estamos a punto de criticarlos o juzgarlos, no lo haríamos. La razón por la cual juzgamos a otros y los criticamos es que no nos interesamos por ellos. Si tuviéramos afecto por ellos, nos compadeceríamos de ellos.

A. No juzgar para no ser juzgados
con el juicio con que juzgamos

En 7:1 el Señor dijo: “No juzguéis, para que no seáis juzgados”. Las personas del reino, que viven en un espíritu humilde bajo el gobierno celestial del reino, siempre se juzgan a sí mismas, y no a los demás. Parece que lo dicho por el Señor acerca de no juzgar a otros para que no seamos juzgados, no tiene nada que ver con cuidar a otros. Sin embargo, cuando profundizamos en esta palabra, vemos que en realidad significa cuidar a otros. Cuando estemos a punto de juzgar a otros, en vez de hacer esto debemos cuidarlos.

Vamos a procurar descubrir el secreto, o sea, lo que quiere decir esta palabra acerca de juzgar. ¿Cómo podemos deducir que el verdadero significado de este versículo es cuidar a otros? ¿Tiene usted miedo de ser juzgado? Si lo tiene, entonces debe entender que otros también tienen miedo de ser juzgados. ¿Se aflige usted cuando otros le juzgan? Si éste es el caso, entonces debe de saber que los demás también se afligen al ser juzgados por usted. A nadie le gusta ser juzgado. Si a usted no le gusta, entonces ¿qué diremos de los demás? Tenemos que cuidarlos. Si a usted no le gusta ser juzgado por otros, ¿por qué juzga usted a los demás? Si usted tiene miedo de ser juzgado, entonces debe considerar a otros, quienes también tienen miedo de ser juzgados. Siempre cuide a otros.

El versículo 2 dice: “Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido”. Bajo el gobierno celestial del reino, los ciudadanos del reino serán juzgados con el juicio con que ellos juzgan. Si ellos juzgan a otros con justicia, el Señor los juzgará a ellos con justicia; si juzgan a otros con misericordia, serán juzgados por el Señor con misericordia, y la misericordia triunfa sobre el juicio (Jac. 2:13). No juzgue mucho a otros, porque usted será juzgado de la misma manera. Si los cuida, usted no será juzgado por ellos.

El versículo 2 dice que con la medida con que medimos, nos será medido. El principio aquí es igual que con el juicio. Aparentemente, en estos versículos el Señor no nos manda a cuidar a los demás; sin embargo, estos versículos, en realidad, significan que debemos cuidar a otros. ¿Tiene usted miedo de ser medido por otros? Si éste es el caso, entonces usted debe cuidar a otros, porque ellos también tienen miedo de ser medidos por usted. Si los cuida, no los juzgará ni criticará ni medirá.

Anteriormente yo conocí cierto grupo de cristianos quienes hablaban mucho acerca de la espiritualidad. En cierto sentido, lo que decían era verdad. No obstante, este grupo tenía una debilidad: ellos siempre medían a otros. Parece que todos los miembros de ese grupo tenían una pequeña escala en su bolsillo. Cuando le invitaban a uno a tomar té, le medían con su escala invisible. Después se reunían para hablar acerca de la persona. Algunos hacían la pregunta: “¿Ha averiguado dónde está?” Esto significa: “¿Lo ha medido?” También aprendí que este grupo no se ocupaba de los sentimientos de otros; sólo le interesaba medirlos. Al medir a los demás, en realidad estaban criticándolos y juzgándolos. Quisiera tomar esta oportunidad para exhortar a usted a no medir a otros. No trate de determinar cuán espirituales son los demás, cuánto crecimiento tienen o cuál es su condición en la vida. Si usted se abstiene de medir a los demás, no los criticará ni los juzgará. Esto se basa en el principio de cuidar a otros.

Los miembros del grupo que ya mencioné tenían dificultad en ayudar a otros. La razón por la cual no podían ayudar a los demás era que siempre los medían, juzgaban y criticaban. Al ayudar a otros, debemos ser ciegos. Si usted quiere ayudar a otros en la vida de iglesia, necesita ser ciego. Si quiere ser un buen esposo o esposa, sea ciego al cuidar a su cónyuge. No mida, juzgue ni critique. No mida a los demás. De esta manera se muestra misericordioso para con ellos. Si tiene misericordia de los demás, usted recibirá misericordia. Pero si mide a otros sin misericordia, entonces usted también será medido sin misericordia. Con la medida con que mide, le será medido.

La misericordia no mide. Esto quiere decir que la misericordia no impone requisitos. Todo lo que exige una medida no es misericordia. La misericordia no sabe matemáticas; no sabe sumar o restar. La misericordia es absolutamente ciega. ¿Por qué me tratan bien cuando estoy en un estado lastimoso? Se debe a que usted tiene misericordia de mí.

A veces, por la misericordia del Señor, me mostré misericordioso para con otros. Después, algunos de mis hijos que habían visto claramente la situación, me dijeron: “Papá, ¿no sabes cuán vil es esa persona? ¿Por qué fuiste tan amable con él?” Fui amable porque me hice el ciego. Sin embargo, mis hijos lo vieron todo claramente. Los que ven claramente no pueden ser misericordiosos. Si usted quiere ser misericordioso, debe ser como Isaac, quien bendijo a Jacob ciegamente. Del mismo modo, nosotros los ciudadanos del reino debemos ser ciegos al tratar con otros. Si somos así, tendremos misericordia de ellos y siempre los cuidaremos. Cuando mis hijos me preguntaron por qué yo era amable con los que no merecían benignidad, les contesté: “Ustedes no saben lo que estoy haciendo. Sus ojos son demasiado grandes y ven muy claramente. ¿Por qué lo traté así? Porque les tuve consideración”. Este es el principio del pueblo del reino en su manera de tratar a otros. En nuestras relaciones con otros, debemos tenerles consideración, compadecernos de ellos y tener misericordia de ellos. Las personas del reino, en sus relaciones con otros, tienen que cuidarlos.

Si usted lee estos versículos una y otra vez, verá que el principio fundamental escondido aquí consiste en que debemos olvidarnos de nosotros mismos y cuidar a otros. ¿Sabe usted por qué criticamos y juzgamos a otros? Se debe a que pensamos demasiado en nosotros mismos. No tomamos en cuenta lo que sienten los demás y no nos ocupamos de ellos. Sólo nos ocupamos de lo que nosotros sentimos. Por lo tanto, juzgamos a los demás y los criticamos. Por consiguiente, si queremos abstenernos de juzgar a los demás, debemos cuidarlos. Esto requiere que nos olvidemos de nosotros mismos y seamos considerados con otros. Si nos centramos en nosotros mismos y pasamos por alto cómo se sienten los demás, los criticaremos. Pero si los cuidamos, no los juzgaremos.


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