Información del libro

Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 20 de 185 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE VEINTE

EL REGATEO SUTIL DE FARAON

Antes de que comencemos a considerar el conflicto final entre Dios y Faraón, debemos considerar el regateo sutil de Faraón. Faraón no representa solamente a Satanás, sino también el yo y el hombre natural. Además, nuestros parientes y amigos también pueden ser un Faraón para nosotros hoy en día. No sólo esto, nuestra mente natural, voluntad y parte emotiva pueden ser un Faraón que se revela en contra de Dios o que regatea sutilmente con El.

I. LAS EXIGENCIAS DE DIOS

A. Permitir que Su pueblo
viajara tres días por el desierto

La exigencia de Dios para con Faraón se menciona en 5:1. Según este versículo, el Señor habló a Faraón por medio de Moisés y de Aarón: “Deja ir a Mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto”. Además, el Señor exigía que Su pueblo viajara tres días por el desierto para celebrarle fiesta (5:3). Este viaje de tres días no sólo representa una distancia importante, sino también la sepultura y la resurrección. En la Biblia, el tercer día representa la resurrección. El Señor Jesús fue resucitado en el tercer día, y según Génesis 1, la tierra seca, que tipifica a Cristo en resurrección, apareció al tercer día. Por consiguiente, el viaje de tres días aquí representa la sepultura y la resurrección. El hombre natural debía ser sepultado para que el pueblo de Dios pudiera ser levantado de la muerte e intoducido en la resurrección. El cruce del mar Rojo representaba el proceso de sepultura y resurrección. A los ojos de Dios y de Satanás, los hijos de Israel pasaron por la sepultura del mar Rojo y entraron en resurrección. Nosotros los que hemos sido llamados por Dios y Su pueblo escogido, debemos pasar también por este proceso de sepultura y de resurrección. Esto significa que debemos viajar durante tres días para ser sepultados y resucitados. Por medio de este viaje, el pueblo de Dios no sólo sale de Egipto, sino que también entra en la resurrección, dentro de un nuevo entorno.

Por el lado negativo, el desierto representa un lugar de vagancia, pero por el lado positivo, representa una esfera de separación. Cuando los hijos de Israel entraron en el desierto, fueron separados de todo lo que es egipcio, de todo lo que es mundano. Esta separación está relacionada con la sepultura y la resurrección. Antes estábamos en Egipto, es decir, en el mundo. Pero mediante la sepultura y la resurrección hemos salido del mundo y hemos entrado en el desierto, donde estamos separados para el Señor. Al disciplinar a Faraón, Dios exigía esta separación para Su pueblo.

B. Para que Su pueblo le celebrara fiesta
y le presentara un sacrificio

Sin embargo, la separación no era la meta. La meta de Dios era que los hijos de Israel le celebraran fiesta. El deseaba que ellos estuvieran felices con El en Su presencia. Celebrar una fiesta para Dios consiste en disfrutar a Dios con Dios. Todo aquel que ha sido verdaderamente salvo ha experimentado tiempos de reboso de alegría en la presencia del Señor. Estos tiempos son verdaderas fiestas. Si usted no ha disfrutado esta fiesta con el Señor y solamente se ha conformado con participar en los entretenimientos mundanos, entonces quizá usted no ha sido salvo. La salvación no depende de este disfrute. No obstante, todo aquel que es salvo experimentará, por lo menos una vez en su vida cristiana, la celebración de una fiesta para el Señor, el disfrute del Señor en Su presencia. Algunas veces he estado tan eufórico de alegría en el Señor que parece como si bailara delante de El. Esta no es una doctrina ni una teoría, sino un disfrute maravilloso de nuestra salvación.

Además, los hijos de Israel debían presentar un sacrificio al Señor. Según nuestra experiencia, cuando celebramos una fiesta al Señor, disfrutándole en Su presencia, nuestro corazón es profundamente tocado por el Señor Jesús. El se hace muy querido y precioso para nosotros, y sentimos un amor fresco por El. Simplemente no encontramos las palabras para describir lo dulce que El es para nosotros. El toca lo profundo de nuestro ser, y respondemos agradeciendo al Padre por Su querido Hijo. Este es el significado de ofrecer un sacrificio a Dios, presentar a Dios el precioso Cristo como sacrificio. Cuando ofrecemos Cristo al Padre, el Padre está complacido, feliz y satisfecho con nosotros por medio de nuestro sacrificio de Cristo. Por consiguiente, la exigencia que hizo Dios a Faraón era que dejara ir a Su pueblo tres días por el desierto para que ellos le celebraran una fiesta y le presentaran un sacrificio. Este es el disfrute de la salvación de Dios.


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