Información del libro

Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 80 de 97 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE EFESIOS

MENSAJE OCHENTA

NOS VESTIMOS DEL NUEVO HOMBRE AL CRECER HASTA LA MEDIDA DE CRISTO

Lectura bíblica: Ef. 4:12-16, 22-24

Hemos señalado que la iglesia no sólo es el Cuerpo de Cristo, sino también el nuevo hombre. Como Cuerpo, la iglesia necesita a Cristo como su vida, mientras que como nuevo hombre, necesita que Cristo sea su persona. Por ejemplo, los árboles tienen vida, pero no son personas, por ende, no tienen personalidad. Pero nosotros, los seres humanos, tenemos vida y personalidad, pues somos personas.

CRISTO LLEGA A SER LA PERSONA
DE NUESTRO CORAZON

Puesto que la iglesia no sólo es el Cuerpo cuya vida es Cristo, sino también el nuevo hombre que tiene a Cristo por persona, en Efesios 3:17 Pablo recalca la importancia de que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones. Aunque nuestro espíritu es un vaso que contiene a Dios, el espíritu no es el centro de nuestra personalidad. El centro de nuestra personalidad es nuestro corazón. Las distintas facultades de nuestra personalidad, a saber, nuestra mente, parte emotiva y voluntad, están directamente relacionadas con nuestro corazón, y no con nuestro espíritu. Ya que todas las facultades de nuestra personalidad están concentradas en el corazón, el corazón es el lugar donde Cristo desea hacer Su hogar. Cristo como Espíritu vivificante está ahora en nuestro espíritu; sin embargo, El desea extenderse a nuestro corazón y hacer Su hogar ahí.

Por medio de la regeneración, Cristo como Espíritu está ahora en nuestro espíritu; pero por medio de la transformación, Cristo se extenderá de nuestro espíritu a nuestro corazón. Toda persona regenerada tiene a Cristo en su espíritu, pero pocos han permitido que El se extienda a sus corazones. Por ello, Pablo ora que seamos fortalecidos en nuestro hombre interior a fin de que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones (3:16). Es como si Pablo quisiera decirles a los efesios: “Puesto que vosotros habéis sido salvos y regenerados, tenéis a Cristo en vuestro espíritu. Pero me preocupa que no habéis permitido que Cristo se extienda a vuestros corazones. Por lo tanto, oro por vosotros para que seáis fortalecidos en vuestro espíritu por el Espíritu para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones”.

Debemos tomar a Cristo no sólo como la vida de nuestro espíritu, sino también como la persona de nuestro corazón. Cuando Cristo está en nuestro espíritu, El es nuestra vida. Sin embargo, al extenderse a nuestro corazón, El llega a ser también nuestra persona. Todos tenemos a Cristo en nuestro espíritu, pero me pregunto cuánto le hemos permitido extenderse a nuestro corazón.

Hermanas, ¿toman a Cristo como su persona cuando van de compras? ¿Le permiten que haga Su hogar en sus corazones mientras deciden qué comprar? Por lo general son ustedes las que toman estas decisiones, y no Cristo. Cristo está en su espíritu como vida, pero el problema es que lo confinan ahí. Temo que en lo profundo de su ser, ustedes dicen: “Señor Jesús, Tú eres mi vida y estás en mi espíritu, pero mientras voy de compras, quiero que te quedes ahí; déjame comprar según el deseo de mi propio corazón, conforme a mis gustos. Señor, mi espíritu es Tu esfera, pero mi corazón está reservado para mí”. Cuando oran, posiblemente tengan contacto con el Señor en su espíritu, pero luego lo dejan y van y compran según su propio deseo y predilección. Por supuesto, las hermanas tal vez no expresen esto audiblemente, pero quizás ésta sea su actitud. Dudo que muchas hermanas consulten al Señor con respecto a lo que compran. Esto indica que en algo práctico como ir de compras, ellas no toman a Cristo como la persona de su corazón.

El hecho de que Cristo sea únicamente nuestra vida, no produce la vida de iglesia. Si queremos experimentar una vida apropiada de iglesia, debemos tomar a Cristo como nuestra persona. Recordemos que la iglesia, además de ser el Cuerpo, es también el nuevo hombre. Como nuevo hombre, la iglesia necesita a Cristo como su persona. El mayor problema no radica en la vida sino en la persona. Uno no necesita modificar la vida, pero sí es necesario un cambio en la persona. Nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad necesitan un cambio. En la vida de iglesia, el problema no radica en que no tomemos a Cristo como nuestra vida, sino en que nos hace falta tomar a Cristo como nuestra persona. Muy pocos santos toman a Cristo como su persona de una manera adecuada. El que Cristo sea nuestra persona es más profundo, más elevado y más completo que el hecho de que El es nuestra vida. En Efesios 3 Pablo no ora para que los santos tengan a Cristo como vida, sino para que lo tomen como su persona, permitiéndole hacer Su hogar en sus corazones. Esta es nuestra necesidad hoy.

En todo lo que emprendamos, debemos hacerlo tomando a Cristo como nuestra persona. No se trata de qué hacemos, sino de quién lo hace, ¿nosotros o Cristo? En cuanto a ir de compras, el problema no radica en lo que pensamos comprar, sino en quién lo compra. ¿Somos nosotros o Cristo? Si no tomamos a Cristo como nuestra persona, aun el comprar una Biblia puede ser incorrecto a los ojos del Señor. Por lo tanto, la cuestión no es qué hacemos o qué compramos, sino quién es el que actúa, quién compra aquel artículo.


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