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Estudio-vida de Hechospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1419-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 16 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE HECHOS

MENSAJE DIECISEIS

LA PROPAGACION EN JERUSALEN,
JUDEA Y SAMARIA MEDIANTE EL MINISTERIO
DE LA COMPAÑIA DE PEDRO

(11)

Lectura bíblica: Hch. 4:1-31

En el capítulo tres de Hechos, Pedro presenta a Cristo, el Sanador, como el Siervo de Dios, el Santo, el Justo, el Autor de la vida, el Profeta y la simiente en la cual serán benditas todas las familias de la tierra. Este Sanador es el Autor de la vida; por tanto, cada vez que lo invocamos disfrutamos tiempos de refrigerio. Como Profeta, El nos habla de Dios, y en El como simiente de Abraham somos bendecidos. Todos estos aspectos del Sanador maravilloso son para nosotros. Sin embargo, en Hechos 3 no vemos que este Sanador guarde alguna relación con la economía de Dios, con Su propósito, ni con Su edificio. Sin embargo, en el capítulo cuatro, Pedro tiene la oportunidad de presentar a este Sanador de una manera más profunda, como la piedra del edificio de Dios. Hechos 4:11-12 declaran al respecto: “Este Jesús es la piedra menospreciada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. En este mensaje hablaremos más acerca de Cristo como la piedra que produce el edificio de Dios.

LA CABEZA ANGULAR
DE LA HABITACION DE DIOS

Dios se encarnó para ser una piedra con el fin de edificar Su habitación universal, pero los líderes judíos, quienes debieron ser los edificadores, lo despreciaron. No obstante, Dios constituyó esta piedra cabeza del ángulo. Cuanto más la rechazaban los líderes judíos, más la usaba Dios. Primero, Cristo era una piedra ordinaria, pero después del rechazo de los líderes judíos, Dios, en resurrección, lo hizo cabeza del ángulo. Los líderes judíos lo rechazaron matándolo, pero Dios lo honró levantándolo de los muertos y haciéndolo una piedra especial, la cabeza del ángulo, la piedra principal que une las paredes de un edificio. Cristo es la cabeza angular de la habitación de Dios.

PEDRO LLEGA A CONOCER A CRISTO COMO LA PIEDRA

En Juan 1 vemos que Andrés trajo a su hermano Simón Pedro al Señor Jesús. “Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)” (v. 42). Más tarde, en Cesarea de Filipo, el Señor Jesús preguntó a Sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” (Mt. 16:15). Pedro declaró al instante: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). El Señor respondió: “Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (v. 18). El nombre “Pedro” significa piedra, la cual es el material útil para el edificio de Dios. El Señor Jesús parecía decir: “Tú eres Pedro, una piedra; con piedras como tú, edificaré mi iglesia”.

Indudablemente lo dicho por el Señor debe de haber dejado una impresión profunda en Pedro, aunque probablemente no lo haya entendido en aquel momento. No obstante, después de que el Espíritu vivificante fue infundido en él y que el Espíritu económico lo revistió, Pedro llegó a ser un hombre del Espíritu, un hombre que tenía al Espíritu esencial dentro de él y el Espíritu económico sobre él. Después de todo esto, Pedro ciertamente empezó a entender las palabras del Señor cuando éste le dijo que era una piedra. Tal vez Pedro haya pensado: “Recuerdo aquella ocasión en la cual me encontré con el Señor por primera vez. El dijo que me daría un nuevo nombre, un nombre que significa piedra. Más tarde El me llamó “Pedro” y dijo que El edificaría Su iglesia sobre una roca. Ahora entiendo lo que el Señor quería decir”.

Con esta comprensión Pedro pudo presentar en Hechos 4 al Señor Jesús como la piedra menospreciada por los edificadores, la cual llegó a ser cabeza del ángulo. Cuando él llegó a una edad avanzada, escribió su primera epístola, en la cual dijo que el Señor es la piedra viva y que los creyentes son piedras vivas idóneas para el edificio de Dios: “Acercándoos a El, piedra viva, desechada por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual” (1 P. 2:4-5a). Hechos 3—4 muestra que Pedro conocía al Sanador no sólo como el Siervo de Dios, el Santo, el Justo, el Autor de la vida, el Profeta y la simiente en la cual toda la tierra sería bendecida; él también lo conocía como la piedra del edificio de Dios.

No creo que en los siglos pasados haya habido muchos que, basandose en la Palabra, hayan enseñado que Jesucristo es la piedra del edificio de Dios. El no sólo es el Siervo, el Santo, el Justo, el Autor de la vida, el Profeta y la simiente; también es la piedra del edificio de Dios. Según Hechos 4:12, El es la piedra en quien podemos ser salvos. Por consiguiente, El es el Salvador-Piedra, y como tal El es fuerte, sólido y confiable. Podemos confiar y permanecer firmes en El. Esta piedra es la roca, la piedra del fundamento y la cabeza del ángulo. Incluso, en Zacarías 4:7, vemos que El es la piedra cimera (heb.). Cristo es el material que produce el edificio de Dios, pues éste procede totalmente de Cristo.


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