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Estudio-vida de 1 y 2 Samuelpor Witness Lee

ISBN: 0-7363-1280-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 13 de 38 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL

MENSAJE TRECE

LA HISTORIA DE DAVID

(2)

DIOS LO PREPARA PARA QUE SEA
UN HOMBRE CONFORME A SU CORAZON
1 SAMUEL 16—2 SAMUEL 1

(2)

SAUL LO PERSIGUE Y LO PONE A PRUEBA

(1)

Lectura bíblica: 1 S. 18—20

Cuando leemos la Biblia, no debemos interpretarla a la ligera. Debemos conocer los principios que la gobiernan y permitir que el Señor nos guíe, para evitar darle una interpretación inadecuada. Al estudiar los libros históricos de la Biblia, debemos ser pobres en espíritu y tener un espíritu que busca al Señor. Debemos orar: “Señor, no entiendo este pasaje de la Palabra, pero Tú conoces su interpretación; Señor, revélamelo”. Esta debe ser nuestra oración mientras seguimos estudiando la historia de David, a quien Dios preparó para que fuese un hombre según Su corazón.

V. JONATAN AMABA A DAVID

Saúl perseguía y afligía a David. El fue el origen de casi todas las tribulaciones que le sobrevinieron a David. Sin embargo, junto con las tribulaciones, las cuales en realidad le acontecieron por intervención divina, Dios hizo provisión para él, y le preparó a Jonatán, el hijo de Saúl, el cual amó mucho a David (18:1-5).

A. Jonatán amaba a David como a sí mismo

Jonatán amó a David como a sí mismo (vs. 1b, 3b). Mientras el padre perseguía a David y complotaba su muerte, el hijo lo amaba a lo sumo. Da la impresión de que había discordia en la familia por causa de David; el padre lo odiaba y el hijo lo amaba. Si Dios no hubiese provisto a Jonatán de esta manera, David difícilmente habría soportado los sufrimientos que Saúl le ocasionó. David pudo pasar por estas pruebas debido principalmente a la ayuda que Jonatán le proporcionó. Con esto vemos que cuando pasamos por las pruebas que Dios nos envía, El sabe que necesitamos ser suministrados. Por una parte, están las tribulaciones; por otra, la provisión que Dios nos envía para apoyarnos y sostenernos en medio de ellas.

B. El y David hacen un pacto

Jonatán y David hicieron pacto; algo que debían guardar y cumplir totalmente (v. 3a).

C. Jonatán da a David su manto, sus ropas militares, su espada, su arco y su talabarte

Con el objetivo de equipar a David, Jonatán le dio su manto, sus ropas, su espada, su arco y su talabarte (v. 4).

D. Saúl toma a David y no le deja
volver a la casa de su padre

Saúl tomó a David y no le permitió volver a la casa de su padre (v. 2). Esto indica nuevamente que Dios había preparado todos los detalles que rodeaban a David.

E. David tenía éxito en todas las
misiones a que Saúl le enviaba

La clave del éxito de David era su sabiduría. El se condujo con prudencia desde su juventud. Por ejemplo, cuando su hermano mayor lo censuró por haber venido al campamento de los israelitas, su respuesta (17:29) manifiesta que él estaba consciente de que Dios tenía un propósito, para lo cual lo había preparado y enviado. Dios lo había puesto soberanamente en el campo para cuidar ovejas, y usó el ataque del león y del oso para adiestrarlo, prepararlo y equiparlo para que matara a Goliat. No era nada insignificante el que un adolescente matara un león y un oso. Su juventud estaba llena de experiencias las cuales le daban la seguridad de que vencería a Goliat. David también era muy sabio cuando hablaba y confrontaba a la gente.

F. Saúl pone a David sobre los hombres de guerra

Puesto que David se portaba prudentemente, Saúl lo puso sobre los hombres de guerra, y esto fue acepto a los ojos de todo el pueblo y a los ojos de los siervos de Saúl (18:5b). Todo lo que Saúl concedía a David contribuía a que éste ganara el favor del pueblo.

VI. SAUL TIENE ENVIDIA DE DAVID

En 18:6-9, vemos que Saúl tenía celos de David.

A. El regreso de David después
de matar a los filisteos

Saúl tuvo celos de David después de que éste regresa de matar a los filisteos (v. 6a).

B. Las mujeres lo reciben y lo alaban

Cuando David regresó después de matar a los filisteos, las mujeres salieron de todas las ciudades de Israel al encuentro de Saúl cantando: “Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles” (v. 7). Cuando Saúl oyó este halago, se enojó en gran manera y dijo: “A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David” (vs. 8-9). Saúl se enojó con David y tuvo celos de él.

Hoy hay muchos “Saúles” en la vida de iglesia. Posiblemente sintamos celos cuando los demás son aprobados y nosotros no. Por ejemplo, supongamos que usted expresa algo en una reunión y casi nadie le dice amén. Luego, otro hermano habla y él sí recibe muchos aménes. Probablemente usted piense: “¿Por qué este hermano recibe tantos aménes y yo tan pocos?” Si piensa así, esto indica que usted es el Saúl de hoy.

Apliquemos el asunto de los Saúles que hay en la vida de iglesia a la cuestión de nombrar ancianos. Con respecto a la designación de ancianos, debemos ser justos y puros, y no actuar de manera diplomática. Supongamos que en determinada iglesia hay cinco hermanos que presiden, pero ninguno ha recibido un nombramiento oficial. Finalmente, se designa a tres de estos hermanos, ya que los otros dos, aunque son buenos hermanos, no tienen la capacidad de ser ancianos. Esta designación les molesta y se preguntan por qué estos tres hermanos fueron designados ancianos y ellos no. Posiblemente se pregunten por qué si los cinco han laborado juntos para cuidar a la iglesia, a ellos se les hizo a un lado; por qué los otros fueron designados ancianos y no ellos. Estos hermanos deben recibir gracia y poner su carne en la cruz, ya que si no lo hacen, se enfriarán, no seguirán fieles en la vida de iglesia y finalmente se irán de ella.

La carne es el origen de las dificultades que se suscitan en la vida de iglesia; así que debemos eliminarla. Gálatas 5:17 dice: “El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu contra la carne”. En todo el universo, existe una sola guerra: la guerra entre el hombre y Dios. El hombre que guerrea contra Dios es la carne, y el Dios contra quien guerrea la carne es el Espíritu. Dios es el Espíritu y como tal guerrea contra nuestra carne. Nuestra carne es el verdadero enemigo de Dios. Gálatas 5 no sólo habla de esta guerra, sino que declara también que “los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias” (v. 24). Cristo crucificó la carne, y ahora debemos aplicar esto a nosotros mismos.

David era muy diferente de Saúl y se comportaba en conformidad con el corazón de Dios. El no pensaba en sí mismo; antes bien, a él sólo le interesaba conducirse y laborar para el pueblo y el reino de Dios.


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