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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 43 de 69 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LA PRIMERA
EPISTOLA A LOS CORINTIOS

MENSAJE CUARENTA Y TRES

LO TOCANTE A LA VIDA MATRIMONIAL

(3)

Lectura bíblica: 1 Co. 7:6, 10, 12, 29, 35, 25, 40

En los mensajes anteriores abarcamos los principios básicos revelados en el capítulo siete respecto a la vida matrimonial. En este mensaje examinaremos un tema muy importante: la enseñanza del apóstol.

II. LA ENSEÑANZA DEL APOSTOL

A. Según el principio de encarnación

La manera en que el apóstol Pablo enseñaba difiere totalmente de cómo enseñaban los profetas en el Antiguo Testamento. Cuando éstos hablaban por Dios, la palabra del Señor venía a ellos y les capacitaba para hablar en nombre de El. Los profetas solían decir: “Así dice el Señor”. Esta costumbre antiguotestamentaria la siguen muchos de los que integran el actual movimiento pentecostal. El catolicismo hace que las personas vuelvan a los ritos del Antiguo Testamento, pero dicho movimiento las hace volver al método profético de éste. Además, según mi experiencia, los creyentes pentecostales cantan más pasajes del Antiguo Testamento que del Nuevo; específicamente versículos de Salmos y de Isaías. Aunque son creyentes neotestamentarios, tienen algunas prácticas que concuerdan más con el Antiguo Testamento. El método antiguotestamentario según el cual se afirma: “Así dice el Señor”, es muy superficial. En el Nuevo Testamento, la manera de hablar por el Señor es muy diferente.

El Nuevo Testamento tiene dos características extraordinarias: es misterioso y profundo, o sea, es un libro de misterios y profundidades. Profetizar según el método del Antiguo Testamento es superficial, pero hacerlo de manera que edifique la iglesia es profundo. Del mismo modo, cantar versículos de Salmos o de Isaías puede ser superficial, pero cantar el tercer capítulo de Efesios, especialmente los versículos que hablan de que Cristo hace Su hogar en nuestros corazones para que seamos llenos de toda la plenitud de Dios, es cantar cosas profundas y misteriosas. ¿Conoce usted cristianos que canten del hecho de que somos un solo espíritu con el Señor, o de que sus cuerpos son miembros de Cristo? Como hemos visto, Pablo expone estos temas en 1 Corintios 6. No obstante, a muchos creyentes les es un idioma extraño. Ellos llevan una vida superficial y nunca han tocado las profundidades de la revelación divina contenida en el Nuevo Testamento.

El capítulo siete de 1 Corintios es misterioso y profundo. En él Pablo nunca expresa: “Así dice el Señor”. Esto se debe a que en el Nuevo Testamento, la enseñanza de los apóstoles se basa en su totalidad en el principio de encarnación, según el cual Dios habla en las palabras del hombre. Cuando el Señor Jesús se expresaba, a las personas les era difícil discernir quién era el que hablaba. Obviamente, el que les hablaba era un hombre, pero éste no les dijo: “Soy un profeta de Nazaret. Anoche, la palabra de Dios vino a mí, y ahora quiero comunicárselas. Así dice el Señor”. Cuando el Señor Jesús hablaba a los fariseos, tenía la apariencia de una persona común de Nazaret. Nada indicaba que El fuera diferente, y los fariseos lo tenían como un hombre inculto. Pero el Señor Jesús es el Dios encarnado, en quien se ve la realidad de la encarnación. Así que, mientras hablaba, Dios hablaba también. En realidad, Sus palabras eran las palabras de Dios. Dios y El hablaban en uno. Esto significa que en el Señor Jesús, Dios y el hombre hablaban juntamente como una sola persona. Este es el principio de encarnación.

El día de Pentecostés, los apóstoles y los discípulos empezaron también a hablar según el principio de encarnación. De ahí que los escritos de Pedro, Juan y Pablo, contenidos en la Biblia, se convirtieron en las palabras de Dios. Además, dichas palabras forman parte del Nuevo Testamento. Aunque en 1 Corintios 7 Pablo dice que algunas de las cosas que expresa no las dijo ni las mandó el Señor, todo lo que habló en ese capítulo llegó a formar parte de la revelación divina del Nuevo Testamento. Esto se debe a que Pablo era absolutamente uno con Dios. Inclusive cuando dice que no tiene palabra del Señor, el Señor habla en las palabras de él. Puesto que Pablo era uno con el Señor, cuando él hablaba, el Señor hablaba junto con él. Así que, en 1 Corintios 7 vemos en Pablo un ejemplo del principio de encarnación. Es muy importante que entendamos este principio.


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