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Estudio-vida de Levíticopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6571-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 38 de 64 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE LEVÍTICO

MENSAJE TREINTA Y OCHO

LA INMUNDICIA PRESENTE
EN EL NACIMIENTO HUMANO

Lectura bíblica: Lv. 12; Col. 2:11-12; He. 10:5-7

En este mensaje sobre el capítulo 12 llegamos al tema de la inmundicia presente en el nacimiento humano. Levítico 12 revela que la fuente misma de nuestro ser es inmundo. El capítulo 11 nos insta a ser cuidadosos al tener contacto con ciertas clases de personas para no ser contaminados, pero el capítulo 12 nos muestra que somos totalmente inmundos por nacimiento. La inmundicia es la fuente de la cual hemos nacido.

I. LA RELACIÓN ENTRE LA MUJER
Y EL NACIMIENTO HUMANO

Lo primero que debemos examinar en Levítico es la relación que existe entre la mujer y el nacimiento humano.

A. En figura, la mujer representa
a la humanidad entera

1. En la economía de Dios,
la humanidad entera es una mujer

En figura, la mujer representa a la humanidad entera. En la economía de Dios, en Su impartición divina y en Su administración divina, la humanidad entera es una mujer. Mientras que la mujer en la Biblia representa a la humanidad, el hombre representa a Dios y a Cristo. Cristo es el único varón, y todos los que están casados con Él son mujeres.

2. La inmundicia en la mujer representa
la inmundicia presente en la humanidad entera

La inmundicia en la mujer representa la inmundicia presente en la humanidad entera. Todos nosotros, varones y mujeres por igual, somos inmundos.

B. El nacimiento humano
que se origina en la mujer es inmundo,
lo cual significa que:

1. La fuente de la humanidad entera es inmunda

El hecho de que el nacimiento humano que se origina en la mujer sea inmundo, significa que la fuente de la humanidad entera es inmunda. Puesto que la fuente es inmunda, todo lo nacido de ella será, necesariamente, inmundo.

Nosotros somos inmundos por nacimiento, y ahora, en nuestro vivir, seguimos siendo inmundos. No somos inmundos simplemente por haber tocado algo inmundo; somos inmundos por nacimiento. Éramos inmundos aun cuando estábamos en el vientre de nuestra madre. Por consiguiente, nacimos en inmundicia y, por ello, vivimos en inmundicia. No importa cuán cuidadosos seamos, seguimos siendo inmundos por el simple hecho de ser parte de la humanidad. No solamente somos inmundos, sino que somos la inmundicia misma. Los seres humanos son totalmente inmundos. Si estamos bajo la iluminación del Señor, bajo la luz divina, nos daremos cuenta de que de pies a cabeza somos la inmundicia en su totalidad.

La segunda sección de Levítico no sólo nos muestra quiénes somos, sino también qué somos. Somos la inmundicia misma. Sin embargo, Levítico nos exige llevar una vida santa. ¿Cómo puede la inmundicia llevar una vida santa? Lógicamente, esto es imposible; es absolutamente imposible que la inmundicia pueda llevar una vida santa. No obstante, como veremos después, en la salvación de Dios encontramos la provisión que nos permite llevar una vida santa.

2. La inmundicia de la humanidad
procede desde adentro

En contraste con la inmundicia en la dieta presentada en el capítulo 11, la cual proviene de afuera, la inmundicia de la humanidad procede desde adentro. El capítulo 11 abarca la inmundicia externa, pero el capítulo 12 abarca la inmundicia que hay en nuestro interior, la inmundicia de todo nuestro ser desde que nacimos. Levítico 12, por tanto, va al origen mismo de la inmundicia y toca la raíz de la inmundicia. El capítulo 11 simplemente nos exhorta a llevar una vida limpia, teniendo contacto sólo con lo que es limpio y evitando lo que es inmundo. Esta clase de limpieza es externa; sólo guarda relación con nuestra conducta externa. Sin embargo, el capítulo 12 toca nuestro nacimiento, no solamente nuestra conducta externa que viene después de nuestro nacimiento. Por consiguiente, Levítico 12 aborda el origen del cual provenimos.

II. LA INMUNDICIA CAUSADA POR EL NACIMIENTO
DE UN HIJO VARÓN DURA SIETE DÍAS,
PERO LA CAUSADA POR EL NACIMIENTO DE UNA NIÑA
SE EXTIENDE POR CATORCE DÍAS

La inmundicia causada por el nacimiento de un hijo varón duraba siete días, pero la causada por el nacimiento de una niña se extendía por catorce días (vs. 2, 5a). Esto significa que el varón (que representa a los más fuertes) es completamente (como lo denotan los siete días) inmundo pese a su fortaleza, y que la mujer (que representa a los más débiles) es doblemente (como lo denotan los catorce días) inmunda en su debilidad. Esto muestra que las mujeres son dos veces más inmundas que los varones. Los números siete y catorce indican esto. Siete es el número de plenitud, y catorce es dos veces siete. Los “siete días” mencionados en el versículo 2 significan completamente inmundo, inmundo en su totalidad, y las “dos semanas” (catorce días) mencionadas en el versículo 5a significan dos veces esa inmundicia.


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