Información del libro

Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 60 de 65 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE SESENTA

CRISTO, AQUEL QUE ES TODOS LOS MIEMBROS
Y QUE ESTÁ EN TODOS LOS MIEMBROS
EN EL NUEVO HOMBRE

Lectura bíblica: Col. 3:5-11; 1 Co. 12:12-13; Gá. 3:27-28

En el segundo capítulo de Colosenses vemos que Cristo es el misterio de Dios (v. 2), la corporificación de la plenitud de la Deidad (v. 9), y la realidad de todas las cosas positivas (vs. 16-17). Como corporificación de Dios, Cristo es la realidad de todas las cosas positivas a fin de que lo disfrutemos. Cuando lo disfrutamos de este modo, inmediatamente comprendemos que Él es la Cabeza del Cuerpo (v. 19). En 3:4 Pablo dice además que Cristo es nuestra vida. En el mensaje anterior, hicimos notar que nosotros somos uno con Cristo en cuanto a posición, vida, vivir, destino y gloria.

EXPERIMENTAR A CRISTO COMO NUESTRA VIDA

Debemos prestar especial atención a lo dicho en cuanto la vida en Colosenses 3:4. Pablo ahí nos dice que Cristo es nuestra vida. Nada está más íntimamente relacionado con nosotros que nuestra propia vida. En realidad, nuestra vida es lo que nosotros mismos somos. Si no tuviéramos vida, dejaríamos de existir. Decir que Cristo ha venido a ser nuestra vida, equivale a decir que Él ha llegado a ser nosotros mismos, esto es, nuestra propia persona. Si Cristo no viniese a ser nuestra propia persona, ¿cómo podría ser nuestra vida? No podemos separar nuestra vida de nuestra persona. Puesto que Cristo es nuestra vida, Él no se puede separar de nosotros. Dado que nuestra vida es nuestro propio ser y ya que Cristo es nuestra vida, podemos afirmar que Él se ha convertido en nosotros mismos. Sin embargo, esto de ningún modo significa que nos estemos deificando, ni que estemos promoviendo la enseñanza de que nosotros evolucionamos hasta convertirnos en Dios.

No deberíamos estar satisfechos con el mero conocimiento doctrinal acerca de que Cristo es nuestra vida. Cristo debe ser nuestra vida en un sentido práctico y en términos de nuestra experiencia. Día tras día debemos experimentar a Cristo como nuestra vida. Él debe ser nuestra vida interior, y nosotros y Él debemos compartir una sola vida y un solo vivir.

Las palabras humanas no alcanzan expresar apropiadamente lo que significa que Cristo sea nuestra vida. Si bien éste es un asunto que todos podemos entender, no podemos expresarlo adecuadamente con palabras. No obstante, aunque no podamos definirlo cabalmente, sí podemos experimentarlo. No somos capaces ni aun de describir nuestra vida biológica. A pesar de que todos tenemos vida, no somos capaces de explicar lo que ella es. Si nuestra vida física es misteriosa, ¡cuánto más lo será Cristo como nuestra vida! Dios es el Creador de la vida, la única fuente de donde la vida procede. Aunque no podamos definirla, ni entenderla cabalmente, sí podemos experimentarla y disfrutarla. Del mismo modo que no podemos negar que tenemos una vida física, tampoco podemos negar el hecho de que Cristo mismo es nuestra vida. ¡Aleluya, tengo a Cristo como mi vida! Ya que poseemos otra vida diferente, es decir, a Cristo como nuestra vida, es posible vivir por otra vida. Esta vida es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria (1:27). Cristo es nuestra vida hoy en día, y con respecto al futuro Él es nuestra esperanza de gloria.

NUESTRO DISFRUTE DEL NUEVO HOMBRE

En Colosenses 3:10-11, Pablo comienza a hablar acerca del nuevo hombre. El nuevo hombre procede de Cristo, quien es el misterio de Dios que hemos de disfrutar. Cuando disfrutamos a Cristo como el misterio, la corporificación de Dios y la realidad de todas las cosas positivas, el primer producto o resultado de esto es el Cuerpo de Cristo. Entonces Cristo nuestra vida llega a ser real en nosotros en términos de nuestra experiencia así como el hecho de que estamos viviendo con Él. Finalmente, se produce un hombre corporativo, a saber, el nuevo hombre.

Hace poco tiempo, algunos hermanos de más de cincuenta iglesias nos reunimos para tener comunión. Durante esa reunión, tuve el sentir de que éramos un solo y nuevo hombre, y no un club social ni una organización. Reconocemos que aún nos hace falta más de Cristo en nuestra experiencia, pero con la medida de Cristo que ya poseemos, pudimos disfrutar mucho el nuevo hombre. Tenemos una experiencia parecida cuando nos reunimos con hermanos de diferentes países. Aunque hablemos diferentes idiomas y requiramos de traducción para comunicarnos, tenemos la sensación de que somos un solo y nuevo hombre. Aun con la experiencia que actualmente tenemos de Cristo, podemos conocer en cierta medida lo que es el nuevo hombre corporativo. El nuevo hombre es el producto que resulta cuando experimentamos a Cristo como la realidad de todas las cosas positivas, la corporificación de Dios y el misterio de Dios. Si entre nosotros hay algunos que no experimentan a Cristo ni lo disfrutan, nuestra comunión es estorbada. En general, todos nosotros disfrutamos a Cristo al menos en cierta medida. Nuestros idiomas pueden ser distintos, pero el disfrute que tenemos es el mismo. Este disfrute es el que nos permite entendernos y experimentar el nuevo hombre. Disfrutar a Cristo es lo que produce el nuevo hombre.

En Colosenses 2 y 3 vemos que Cristo es el misterio de Dios. Este Cristo llega a ser nuestro disfrute, y este disfrute produce en primer lugar el Cuerpo y, después, el nuevo hombre. Esta secuencia concuerda con nuestra experiencia. Cuando disfrutamos a Cristo como la realidad de todas las cosas positivas, llegamos a tomar conciencia del Cuerpo. Esto demuestra que nuestro disfrute de Cristo redunda en el Cuerpo de Cristo. Entonces, a medida que experimentemos a Cristo como nuestra vida y que tengamos un mismo vivir, un mismo destino y una misma gloria con Él, no sólo será producida la iglesia como Cuerpo de Cristo, sino también la iglesia como nuevo hombre. Quiero subrayar que cuando experimentamos a Cristo como la realidad de todas las cosas esenciales en nuestra vida diaria, esto produce la vida del Cuerpo. Asimismo, cuando experimentamos a Cristo como nuestra vida, esto da por resultado el nuevo hombre.


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