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Estudio-vida de Levíticopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6571-0
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ESTUDIO-VIDA DE LEVÍTICO

MENSAJE VEINTIUNO

LA OFRENDA POR LAS TRANSGRESIONES:
EL CRISTO QUE SE OFRECIÓ A SÍ MISMO
POR LOS PECADOS DEL PUEBLO DE DIOS

(1)

Lectura bíblica: Lv. 5:1-10; 7:2

En este mensaje empezaremos a considerar la ofrenda por las transgresiones. Tal vez pensemos que, por ser la última de las cinco ofrendas básicas, la ofrenda por las transgresiones no es tan importante y que es bastante fácil de entender. No obstante, la ofrenda por las transgresiones es de suma importancia y es difícil de entender adecuadamente. Por consiguiente, en nuestro estudio de Levítico debemos leer 5:1-10 cuidadosamente y con mucho detenimiento.

Al hablar del pecado, muchas personas no se dan cuenta de la gran diferencia que existe entre el pecado y los pecados. El pecado tiene que ver con el pecado que mora en nosotros, el cual es la naturaleza de Satanás. Los pecados tienen que ver con las acciones pecaminosas externas. La ofrenda por el pecado resuelve el problema referente al pecado, y la ofrenda por las transgresiones resuelve el problema referente a los pecados, las transgresiones y las faltas, incluyendo las mentiras, errores y toda índole de maldades. Toda falta es una transgresión, y las transgresiones son diferentes clases de pecados.

I. EL SIGNIFICADO
DE LA OFRENDA
POR LAS TRANSGRESIONES

Primeramente debemos conocer el significado de la ofrenda por las transgresiones.

A. La diferencia entre la ofrenda por el pecado
y la ofrenda por las transgresiones

Existe una notable diferencia entre la ofrenda por el pecado y la ofrenda por las transgresiones. La ofrenda por el pecado representa a Cristo como ofrenda que resuelve el problema referente al pecado en nuestra naturaleza caída (Ro. 8:3; 2 Co. 5:21). La ofrenda por las transgresiones representa a Cristo como ofrenda que resuelve el problema referente a los pecados en nuestra conducta (1 P. 2:24; Is. 53:5-6, 10-11).

Romanos 8:3 dice: “Dios, enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne”. Dios condenó al pecado. ¿Cómo lo hizo? Lo hizo enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado.

La frase “semejanza de carne de pecado” combina el pecado y la carne. Nuestra carne es carne de pecado. Como hemos señalado, el pecado y la carne están relacionados con Satanás, con el mundo y con el príncipe del mundo. Si bien nuestra carne es carne de pecado, Cristo vino únicamente en semejanza de carne de pecado. En Él no había pecado; Él no tenía pecado en Su naturaleza humana. No obstante, en apariencia Él tenía la semejanza de carne de pecado.

La carne de la humanidad caída es carne de pecado. En otras palabras, la carne del linaje humano caído es una con el pecado. Dondequiera que está la carne, allí está el pecado. La palabra carne denota a una persona caída, y toda persona caída es pecado. Sea que amemos a los demás o los aborrezcamos, somos pecado. Génesis 6:3 dice que el hombre caído se hizo carne. Puesto que el hombre se hizo carne y puesto que la carne es de pecado, la carne y el pecado son uno. Ellos son idénticos. Como seres humanos caídos, somos carne, y la carne es pecado.

Dios condenó al pecado enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado. Cuando el Señor Jesús estaba en la cruz, Él era pecado a los ojos de Dios. Cristo fue crucificado en Su carne. Esto significa que Su carne fue crucificada. Puesto que Su carne fue crucificada, el pecado fue condenado porque el pecado y la carne son idénticos. Dios juzgó la carne, y Él juzgó el pecado. Él hizo esto al juzgar a Jesús en la cruz. Cuando Dios juzgó a Jesús, Él juzgó la carne y el pecado. Además, en aquel momento Dios destruyó a Satanás en la carne, juzgó al mundo que está vinculado a Satanás, y condenó al príncipe del mundo y la lucha por el poder. Una sola persona fue crucificada, pero cinco cosas fueron eliminadas: el pecado, la carne, Satanás, el mundo y la lucha por el poder. Estas cinco cosas son una sola.

En 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado”. El Señor Jesús no conoció pecado, pero Dios lo hizo pecado en la cruz por nosotros. Cuando el Señor Jesús estaba en la cruz, Él no sólo tenía la semejanza de una persona pecaminosa —tal como la serpiente de bronce tenía la forma de una serpiente (Jn. 3:14)—, sino que también fue hecho pecado por Dios. Si Jesús no hubiera sido hecho pecado, el pecado no habría sido juzgado cuando Él fue crucificado. El pecado fue condenado porque Cristo, mientras estaba en la cruz, fue hecho pecado por Dios a causa de nosotros.

La ofrenda por el pecado resuelve el problema interno del pecado en nuestra naturaleza, mientras que la ofrenda por las transgresiones resuelve el problema externo de los pecados en nuestra conducta (1 P. 2:24). Como lo indican las notas al margen de la versión American Standard, Isaías 53:10 combina la ofrenda por las transgresiones con la ofrenda por el pecado. Lo mismo se aplica al capítulo 5 de Levítico.


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