Información del libro

Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 28 de 97 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EFESIOS

MENSAJE VEINTIOCHO

LA MAYORDOMIA DE LA GRACIA

Los versículos del 2 al 21 del capítulo tres son un paréntesis, y 4:1 es la continuación de 3:1. En este paréntesis, que contiene una súplica, el apóstol Pablo describe a los creyentes gentiles el ministerio que le fue dado para ellos, un ministerio que recibió al revelársele el misterio de Cristo y que consistía en llevar a cabo la mayordomía de la gracia. En este paréntesis, Pablo también ora pidiendo que la iglesia experimente a Cristo al máximo.

En este mensaje estudiaremos la mayordomía de la gracia de Dios. Pablo dice en 3:2: “Si es que habéis oído de la mayordomía de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros”. En griego, la palabra traducida “mayordomía” en este versículo se traduce como “economía” en 1:10 y 3:9. La mayordomía de la gracia consiste en impartir la gracia de Dios a Su pueblo escogido para producir y edificar la iglesia. De esta mayordomía surge el ministerio del apóstol, quien es un mayordomo en la casa de Dios, uno que ministra a Cristo como la gracia de Dios a la familia de Dios.

La palabra griega traducida “mayordomía” en el versículo 2 es oikonomía. Conforme a su uso antiguo, oikonomía denotaba una mayordomía, una dispensación, o una administración. En los tiempos de Pablo, muchas familias ricas tenían mayordomos, cuya responsabilidad consistía en distribuir alimentos y otros suministros a los miembros de la familia. Nuestro Padre tiene una gran familia, una familia divina, y puesto que El posee cuantiosas riquezas, necesita muchos mayordomos que las impartan a Sus hijos. Esto es la mayordomía. Por consiguiente, una mayordomía es una dispensación o impartición. En este contexto, la palabra “dispensación” no alude a una era ni a la manera en que Dios se relaciona con Su pueblo, sino al hecho de que Dios imparte Sus riquezas a Sus escogidos. Esta dispensación es la mayordomía o el ministerio que llevan a cabo los ministros de Dios. Este ministerio es también la administración divina. Hoy Dios lleva a cabo Su administración al impartirse a Sí mismo en nosotros. Esta mayordomía, esta dispensación, esta administración, es la economía de Dios. En la economía neotestamentaria de Dios se necesita urgentemente la mayordomía de la gracia.

I. EL MAYORDOMO ES UN PRISIONERO

Para llevar a cabo la mayordomía, se requieren mayordomos. Cada uno de los apóstoles es un mayordomo de Dios. Como apóstol, Pablo era un mayordomo que impartía las riquezas de Dios a los hijos de Dios.

A. De Cristo Jesús

Aunque Pablo era un mayordomo, en 3:1 se refirió a sí mismo como “prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles”. El apóstol Pablo se consideraba un prisionero de Cristo. Aparentemente él estaba confinado a una prisión física, pero de hecho, estaba encarcelado en Cristo. Basándose en esta condición, en la que vivía como un prisionero en Cristo, exhortó a los santos. Al presentar la revelación del misterio de Dios con respecto a la iglesia en los capítulos uno y dos, él habló basado en su condición de apóstol de Cristo por la voluntad de Dios. Esta condición le dio la autoridad para presentar la revelación con respecto a la iglesia. Al exhortar a los santos a que anduvieran como es digno del llamamiento de Dios, él habló basado en su condición de prisionero del Señor. Su condición de apóstol de Cristo lo capacitó para presentar la revelación de Dios, mientras que su condición de prisionero del Señor demostró su andar en el Señor, por el cual pudo inspirar y rogar a los santos a que anduvieran en el Señor como él lo hacía.

Pablo se consideraba prisionero de Cristo porque Cristo lo hizo prisionero. Más adelante, en 4:1, se refiere a sí mismo como “prisionero en el Señor”, lo cual significa que Cristo era su prisión. Un día, el mismo Cristo a quien amamos se convertirá en nuestra prisión. Tarde o temprano, todo mayordomo de Dios, todo ministro de las riquezas de Dios, todo fiel amador de Cristo, será encarcelado, no sólo por El, sino también en El. Cuanto más le amemos, más viviremos en El. Un día estaremos en Cristo a tal grado que El será nuestra prisión. Una vez que seamos puestos en esta prisión, no querremos escapar, porque la amaremos mucho. En ella disfrutamos a Cristo al máximo grado.

Todos los que valoran la Biblia tienen en alta estima la epístola a los Efesios. Sería una gran pérdida si este libro no formara parte del Nuevo Testamento, pues Efesios contiene la revelación más elevada en toda la Biblia. Esta revelación le fue dada a un hombre que estaba encarcelado en Cristo, un hombre que disfrutaba a Cristo como su prisión. Esto indica que si queremos ver algo muy celestial y divino, debemos ser prisioneros en el Señor. Cuanta más libertad tengamos, más ciegos estaremos. Pero si Cristo es nuestra prisión, nuestros ojos serán abiertos y veremos la visión celestial, recibiremos la revelación más elevada.


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