Información del libro

Estudio-vida de Mateopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1422-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 25 de 72 Sección 1 de 5

ESTUDIO VIDA DE MATEO

MENSAJE VEINTICINCO

LA CONTINUACION DEL MINISTERIO DEL REY

(1)

En la constitución del reino de los cielos encontramos cuatro versículos que muestran la manera de entrar en este reino. El primero es Mateo 5:3, donde dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. El segundo dice: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (5:10). Ambos versículos se refieren al tiempo presente. Si queremos experimentar la realidad del reino hoy, es necesario ser pobres en espíritu y padecer persecución por causa de la justicia. La realidad del reino, hoy en día, depende principalmente de la justicia. Entramos en esta realidad al ser pobres en espíritu. Después de que hemos experimentado un cambio en la manera de pensar, nos volvemos al Señor y nos desprendimos en el espíritu. De este modo el Señor entra en nuestro espíritu con Su reino celestial. Desde ese momento, empezamos a vivir en la realidad del reino. Si perseveramos en la justicia, permanecemos en la realidad del reino, pero si vivimos injustamente, quedamos fuera de esta realidad. Si nos mantenemos en la justicia, seremos preservados en la realidad del reino. Compruébelo usted con su vida diaria. Si actúa de una manera ligera, demasiado libre y descuidada con respecto a la justicia, inmediatamente se apartará de la realidad del reino. Si queremos estar en la realidad del reino hoy en día, debemos ser pobres en espíritu y permanecer en la justicia, dispuestos aun a padecer por causa de ella.

Los otros dos versículos que nos hablan de la manera de entrar en el reino, se refieren a entrar en la manifestación del reino de los cielos en el futuro. En Mateo 5:20 dice: “Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Aquí hace referencia a participar en la manifestación del reino. Si hemos de participar en la manifestación del reino de los cielos, necesitamos una justicia que sobrepasa a cualquier otra. Por lo tanto, la justicia no sólo nos preserva en la realidad del reino, sino que también nos introduce en la manifestación de dicho reino.

El cuarto versículo, Mateo 7:21, nos dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos”. Este versículo revela que si queremos entrar en el reino de los cielos, necesitamos primero hacer la voluntad del Padre. Por lo tanto, el hecho de que actuemos con justicia y que hagamos la voluntad del Padre, nos introducirá en la manifestación del reino. La justicia se relaciona principalmente con nuestro vivir, y el hacer la voluntad del Padre tiene que ver con nuestra obra. Ambos, nuestra vida y nuestra obra, deben llevarse a cabo de acuerdo con la constitución del reino de los cielos. Si nuestra vida concuerda con esta constitución, será justa; y si nuestra obra también se efectúa en conformidad con esta constitución, resultará ser la voluntad de Dios. Esta clase de vida y obra nos capacita para entrar en la manifestación del reino. Por lo tanto, al ser pobres en nuestro espíritu somos introducidos en la realidad del reino, y mediante la justicia somos guardados en esta realidad. Por medio de la justicia insuperable y al cumplir la voluntad del Padre, entraremos en la manifestación del reino de los cielos.

Después de proclamar la constitución del reino de los cielos sobre aquel monte, el Señor Jesús descendió para continuar Su ministerio. Ahora veremos la continuación del ministerio del Rey (Mt. 8:1—9:34).

I. SEÑALES CON UN SIGNIFICADO
RELACIONADO CON LAS
DISPENSACIONES DE DIOS

Después de promulgar la nueva ley del reino, el nuevo Rey descendió del monte para llevar a cabo Su ministerio real. Lo primero que hizo fue limpiar a los inmundos, sanar a los enfermos y echar fuera los demonios de los endemoniados, a fin de que todas estas personas pertenecieran al reino de los cielos (8:2-17).

Los milagros, o señales, narrados en los versículos del 2 al 17 conllevan un significado relacionado con las dispensaciones de Dios, o sea, la manera en que Dios trata al hombre en las diferentes épocas. El orden de los cuatro casos narrados en Mateo 8:2-16 es diferente al de Marcos 1:29—2:1 y Lucas 4:38-41; 5:12-14 y 7:1-10. En la narración de Marcos, la cual muestra que Jesús es el Siervo de Dios, el orden es cronológico. En la narración de Mateo, la cual comprueba que Cristo es el Rey del reino de los cielos, el orden es doctrinal, es decir, Mateo agrupa ciertos sucesos para presentar una doctrina. En Lucas, donde se revela que Jesús es el hombre indicado para ser el Salvador del hombre, el orden es moral. En la narración de Juan, la cual testifica que Cristo es el Hijo de Dios, Dios mismo, en cierto modo el orden también es más o menos cronológico. Por tanto, vemos que en los cuatro evangelios hay tres clases de secuencias: la cronológica, la doctrinal y la moral. En Mateo 8:1-17 tres milagros —la limpieza del leproso, la sanidad del siervo paralítico del centurión, y la sanidad de la suegra de Pedro— junto con la sanidad de muchos otros, están agrupados para presentar una doctrina llena de significado; en otras palabras, estos casos conllevan un significado relacionado con las dispensaciones de Dios. Primeramente veamos la sanidad del leproso (vs. 1-4).


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