Información del libro

Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 62 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE ONCE

LA EXALTACION DE CRISTO

Lectura bíblica: Fil. 2:9-11; Ef. 1:19-22; Hch. 2:36

En este mensaje veremos la exaltación de Cristo (2:9-12). La exaltación de Cristo mencionada en Filipenses 2:9, es en realidad el poder de la resurrección. El poder de la resurrección siempre viene después de la vida crucificada. Conforme a 3:10, Pablo anhelaba conocer el poder de la resurrección de Cristo y la comunión de Sus padecimientos. En el mensaje anterior mencionamos que en 2:5-8 tenemos a Cristo como nuestro modelo, y que este modelo es en realidad la vida crucificada que mora en nosotros. Lo que sigue a la vida crucificada es el poder de la resurrección, mediante el cual Cristo fue exaltado a lo sumo. En la Biblia, el poder que exaltó a Cristo también se denomina el poder de la resurrección. Cuando llevamos una vida crucificada, podemos conocer el poder de la resurrección de Cristo y la comunión de Sus padecimientos.

EXPERIMENTAR A CRISTO COMO NUESTRO MODELO

Hay una correlación entre los capítulos dos y tres de Filipenses. Mientras que el capítulo dos revela que debemos llevar una vida crucificada a fin de disfrutar del poder de la resurrección, el capítulo tres dice que Pablo aspiraba a conocer el poder de la resurrección de Cristo. Debemos tomar como nuestro modelo la vida crucificada que se presenta en 2:5-8. De esta manera, experimentaremos el poder de la resurrección que exaltó a Cristo, y lo elevó hasta a la cima del universo. La experiencia de Cristo como modelo de una vida crucificada y la experiencia del poder de la resurrección que lo exaltó, no tienen límites. Diariamente debemos llevar una vida crucificada. Esto es lo que significa vivir a Cristo como nuestro modelo. En lugar de llevar una vida de ambición y vanagloria, debemos llevar una vida de despojamiento y autohumillación. Esto es llevar una vida crucificada. Dicha vida nos introducirá en el poder de la resurrección que exaltó a Cristo. Conforme a las palabras de Pablo en el capítulo tres, él no consideraba haber experimentado plenamente este poder. En lugar de ello, declaró que aspiraba conocer y experimentar el poder de la resurrección de Cristo y la comunión de Sus padecimientos.

Los que estamos hoy en el recobro del Señor, tenemos la urgente necesidad de experimentar a Cristo como nuestro modelo. Es apremiante que lo experimentemos como nuestra vida crucificada. Esta vida está en contraste con la vida de ambición y vanagloria. En la vida de iglesia tenemos dos alternativas: tomar la vida crucificada como nuestro modelo o llevar una vida de ambición y vanagloria. No existe una tercera opción. Si no hacemos de la vida crucificada nuestro modelo, espontáneamente ambicionaremos una gloria vana. Esto es muy serio. Debemos ser honestos y preguntarnos qué clase de vida hemos llevado hasta ahora en la iglesia. Si hacemos esto, nos daremos cuenta de que si no tomamos el modelo de la vida crucificada, llevamos una vida de ambición, buscando vanagloria.

Ninguna otra cosa perturbaba más al apóstol Pablo que saber que los filipenses perseguían la vanagloria. Su mayor anhelo era que ellos llevaran una vida crucificada. Como ya vimos, esta vida es el propio Cristo que se despojó y se humilló. Cuando hacemos de esta vida crucificada nuestro modelo, la puerta de la resurrección se abre ante nosotros y nos da entrada al poder de la resurrección. Dios nunca nos exaltará si nos encontramos en una esfera de ambición y vanagloria. Cuanto más vanagloria busquemos, más vergonzosa será nuestra situación. Perseguir la vanagloria de ninguna forma es una gloria; antes bien, es una vergüenza. Asimismo, si en nosotros hay ambición, Dios nunca nos exaltará. Por el contrario, el resultado inevitable será que seremos humillados. La vida más elevada en la tierra es la vida crucificada. Siempre y cuando llevemos una vida crucificada, Dios nos introducirá en el poder de la resurrección y en dicho poder seremos exaltados.

En los años que llevo en la vida de iglesia, conocí a muchos hermanos que actuaban por ambición y vanagloria. Sin excepción, todos ellos terminaron mal. Es insensato tratar de competir en la vida de iglesia. Debemos temerle más a esto que a una serpiente. Si competimos con los demás, esto mostrará que vivimos en el yo. Por consiguiente, debemos tratar la ambición severamente, y rechazarla.

Además, en la vida de iglesia nadie debe defender su reputación personal. Por supuesto, debemos defender el testimonio del Señor, pero no debemos reclamar ningún mérito, título ni rango para nosotros mismos. Si lo hacemos, nunca entraremos en el poder de la resurrección.

En la vida de iglesia, no sólo he visto a muchos actuar por ambición y buscar vanagloria, sino también a muchos otros santos que han seguido fielmente el modelo de la vida crucificada. Estos santos finalmente fueron introducidos en el poder de la resurrección, en el cual fueron exaltados por Dios.

Mi mayor anhelo es que en la vida de iglesia nadie busque su propia gloria. En lugar de ello, debemos seguir exclusivamente a Cristo. De este modo experimentaremos la vida crucificada.

Estoy seguro de que las dos hermanas de la iglesia en Filipos, Evodia y Síntique, competían buscando posición o vanagloria. De no ser así, Pablo no les habría rogado que fueran “de un mismo sentir en el Señor” (4:2). Si no hubiera habido ninguna rivalidad en la iglesia, el apóstol no habría tenido que escribir la advertencia mencionada 2:3: “Nada hagáis por ambición egoísta o por vanagloria”. Debido a que había ambición, egoísmo y vanagloria entre algunos miembros de la iglesia en Filipos, fue necesario que Pablo les hablara de Cristo como el modelo de una vida crucificada. A diferencia de otras epístolas suyas, Pablo presentó este modelo en Filipenses, debido a que la ambición y la vanagloria representaba un serio problema para los santos de esa ciudad. En tanto que los filipenses buscaran alguna gloria para sí mismos, la ambición estaría presente. Por consiguiente, Pablo les mostró que Cristo, el Hijo de Dios, tenía una posición muy elevada. Les indicó que aunque Cristo poseía la forma misma de Dios y el derecho de ser igual a Dios, El no consideró el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo, tomando forma de esclavo y haciéndose semejante a los hombres. Y luego, siendo hallado en porte exterior como hombre, se humilló a Sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Los creyentes de Filipos que buscaban alguna posición o título, ciertamente necesitaban conocer a Cristo como el modelo de la vida crucificada.

Tenemos que admitir que en muchas iglesias locales persiste el mismo problema de ambición y vanagloria que vemos en los filipenses. Sin duda alguna, este problema es muy evidente entre los creyentes que no están en el recobro del Señor. Pero reflexionemos sobre nuestra condición en las iglesias. Debemos reconocer que hasta cierto grado, entre nosotros también existe la ambición. Por lo tanto, la exhortación que hace Pablo de tomar a Cristo como nuestro modelo se aplica también a nosotros. Tenemos que ser iluminados y tomar la vida crucificada como nuestro modelo, lo cual nos permitirá experimentar el poder de la resurrección. Si llevamos una vida crucificada, entraremos en el poder de la resurrección, y este poder nos exaltará.

Sin embargo, al escuchar acerca de la vida crucificada, del poder de la resurrección y de ser exaltados por Dios, debemos tener cuidado de no usar esto como base para obtener gloria. No busquemos otra gloria aparte del propio Cristo. Debemos decirle al Señor: “Lo único que deseo eres Tú. No busco ninguna exaltación ni gloria”. Si tomamos la vida crucificada como nuestro modelo, experimentaremos el poder de la resurrección. Este poder es Cristo mismo. El no es solamente la vida crucificada, sino también el poder de la resurrección.

A menudo los santos se lamentan de sus debilidades, pero continuarán siendo débiles mientras no tomen la vida crucificada como su modelo. Si somos débiles en nuestra vida familiar, en nuestra vida personal o en nuestra vida de iglesia, es porque no tomamos la vida crucificada y, por ende, no nos encontramos en el poder de la resurrección. Una vez más, la vida crucificada es la puerta por la que entramos en el poder de la resurrección. Pablo anhelaba que los santos de Filipos llevaran tal vida crucificada y experimentaran el poder de la resurrección.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top