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Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
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ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE VEINTISÉIS

EXPERIMENTAR LA MUERTE DE CRISTO
ES CONTRARIO A LA PRÁCTICA DEL ASCETISMO

Lectura bíblica: Col. 2:20-23

UNA SOLA PERSONA Y UN SOLO CAMINO

Dios en Su economía nos provee de una sola persona y un solo camino. Esta persona es el Cristo preeminente y todo-inclusivo, y este camino es la cruz. Puesto que Cristo es todo-inclusivo, Él es nuestro todo. Él es Dios, hombre y la realidad de todas las cosas positivas del universo. Dios nos ha provisto de esta maravillosa persona para que sea nuestra salvación. Tal persona, Cristo, es el centro del universo; y el camino, esto es, la cruz, es el centro del gobierno de Dios. Dios gobierna todo mediante la cruz y juzga todas las cosas por medio de la cruz. Por consiguiente, así como Cristo es el enfoque central del universo, la cruz es el centro del gobierno de Dios.

En esta epístola, Pablo les señaló a los colosenses que nada debería convertirse en un sustituto de Cristo. Ni las ordenanzas, las observancias, el misticismo ni la filosofía deben reemplazar a Cristo. Ya que Cristo lo es todo, no debe ser reemplazado con nada. En el mensaje anterior vimos que Cristo es contrario al misticismo. En el libro de Colosenses, el misticismo incluye el gnosticismo y el ascetismo. Cristo es contrario a todo “ismo”. Él es contrario a cualquier otra cosa que pueda reemplazarlo o sustituirlo.

Hemos mencionado que todas las cosas positivas del universo son sombras de Cristo. Por ejemplo, nuestras casas son sombras de Cristo, quien es nuestra verdadera morada. Puesto que Cristo es la sustancia de todas las sombras, no debemos permitir que ninguna de ellas sea un sustituto de Aquel que es el cuerpo, o sea la realidad. ¡Cuán absurdo sería contentarnos con las sombras en vez de la realidad! El libro de Colosenses establece que el Cristo todo-inclusivo suple todas nuestras necesidades. La intención de Dios no consiste en darnos miles de cosas, sino simplemente en darnos una persona, a saber, al Cristo todo-inclusivo.

A partir de la mitad del capítulo dos, Pablo empieza a mostrarnos que la cruz es el único camino trazado por Dios. El camino que Dios ha dispuesto no es el ascetismo. No se trata de humillarnos o rebajarnos a nosotros mismos, ni en tratarnos severamente. El único camino que existe es el camino de la cruz. Mediante la cruz Dios puso fin a todo lo negativo en el universo. Aun más, es por medio de la cruz que Dios rige todas las cosas. En conclusión, tenemos una sola persona y un solo camino que seguir, a saber, Cristo y la cruz.

NO HAY LUGAR PARA EL ASCETISMO

En este mensaje veremos que la experiencia de la muerte de Cristo es contraria a la práctica del ascetismo. En la vida cristiana el ascetismo no tiene cabida alguna; no hay ningún lugar para que uno trate su cuerpo duramente, procurando restringir los apetitos de la carne. El ascetismo no es el camino que Dios ha dispuesto. Al contrario, es una invención humana, es un producto de la mente caída del hombre. Los hindúes y los budistas podrán practicar el ascetismo, pero los cristianos jamás deben hacerlo.

El ascetismo forma parte de los “rudimentos del mundo” mencionados en 2:20. Estos rudimentos son los principios elementales de las cosas materiales externas, es decir, las enseñanzas infantiles de cosas externas. Dichos elementos denotan las enseñanzas rudimentarias tanto de los judíos como de los gentiles, tales como el ascetismo y las observancias rituales acerca de la comida, la bebida y los lavamientos. Un principio elemental del ascetismo consiste en tratar el cuerpo duramente con el objetivo de reprimir la carne. Esto es totalmente distinto del camino de Dios, que es el camino de la cruz.

Conforme a la economía de la obra salvadora de Dios, la cruz constituye el camino central de Dios en el universo. Sin embargo, la mayoría de los cristianos no encuentran mucha conexión entre la cruz y el mundo espiritual, y aprecian mucho más el aspecto físico de la cruz, el cual es visible al ojo humano. No obstante, en los versículos 14 y 15 encontramos una ventana a través de la cual podemos ver el aspecto espiritual de la cruz de Cristo. Mientras Cristo estaba en la cruz, no solamente estaba sufriendo, sino que también estaba laborando a fin de efectuar la redención, cargando con nuestros pecados y cumpliendo la voluntad del Padre. Dios también estaba activo, anulando el código escrito que consistía en ordenanzas y clavándolo en la cruz. Como hemos mencionado, los principados angélicos malignos y las potestades también estaban activas, tratando de interferir con lo que Dios y Cristo estaban haciendo. Pero Dios los despojó a ellos, triunfó sobre ellos en la cruz y los avergonzó públicamente. Por supuesto, en el sentido físico, los soldados romanos y los judíos religiosos también estaban muy activos. Debido a que toda esta actividad giraba en torno a la cruz, la cruz se convirtió en el camino eterno, central y único de Dios.

Quisiera recalcar una vez más que el ascetismo no es el camino que Dios nos ha dispuesto. Ningún cristiano debería practicar el ascetismo. Los que creemos en Cristo no somos personas tristes; al contrario, somos personas alegres, que constantemente se regocijan en el Señor. ¿Por qué deberíamos infligir dolor sobre nuestros cuerpos y maltratarnos a nosotros mismos? ¡Cuán necio es esto! Nuestro único camino es la cruz. Por consiguiente, la experiencia de la cruz es contraria a la práctica del ascetismo.


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