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Estudio-vida de Josué, Jueces y Rutpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6224-5
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Actualmente disponible en: Jueces 3 de 11 Capítulo 3 de 33 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE JUECES

MENSAJE TRES

LA DEPLORABLE HISTORIA
DE CÓMO ISRAEL ABANDONA A DIOS
CAPÍTULOS 2—16

(1)

Lectura bíblica: Jue. 2:1—3:6

En este mensaje consideraremos 2:1—3:6. Antes de examinar estos versículos, quisiera decir algo con respecto al significado intrínseco de este pasaje de la Palabra.

Hemos visto que en el monte Sinaí, Dios se unió en matrimonio a Israel y deseaba que ella viviera en el más íntimo contacto con Él en esta maravillosa unión matrimonial. Pero Israel rechazó a Dios como su Marido y su Rey, y “se prostituyeron tras otros dioses y los adoraron” (2:17). Al enfrentarse a esta situación, el Rey se convirtió en un siervo, el Ángel de Jehová, para amonestar a los hijos de Israel (vs. 1-5).

Se nos habla del Ángel de Jehová a lo largo de todo el Antiguo Testamento, desde Éxodo 3 hasta Zacarías 3. El Ángel de Jehová es también mencionado en Jueces 2 y 6. La palabra ángel es escrita con mayúscula en tales ocasiones debido a que este Ángel es un Ángel particular. El Ángel de Jehová es Dios mismo quien, en Su Trinidad Divina, sirve a Sus elegidos en calidad de Siervo.

Cuando Moisés fue llamado por Dios para conducir a Israel fuera de Egipto, este Jehová que hizo tal llamado se convirtió en el Ángel de Jehová. En Éxodo 3, los nombres Jehová y Ángel de Jehová fueron usados intercambiablemente (vs. 2, 4). La corporificación del Dios Triuno es Cristo, y Cristo es el Ángel de Jehová, Jehová mismo en ejercicio de Sus funciones quien, en el Antiguo Testamento, cuidó de Israel. Cristo es Dios en funciones, no un Dios pasivo ni callado. Que Cristo sea el Ángel de Jehová significa que Dios se ha designado y comisionado a Sí mismo en Su Trinidad Divina para efectuar el cuidado de Su pueblo.

Debido a que Israel no actuó como corresponde a una esposa apropiada, el propio Jehová, quien era el Marido, la Cabeza y el Rey de Israel, se convirtió en un Siervo para Su esposa. Esto significa que Él vino a ella no como su Marido, Cabeza o Rey, sino como Ángel de Jehová, que fue enviado por Jehová (Zac. 2:9-11). Puesto que Israel no consideró a Jehová como Cabeza, Él se hizo Siervo para servir a Su esposa. Por ello, Su amonestación en Jueces 2 fue la amonestación de un siervo.

En lo concerniente a Cristo como Ángel de Jehová, repasemos lo revelado con respecto a Cristo en los cuatro Evangelios. En el Evangelio de Mateo, Cristo es presentado como el Rey, y en el Evangelio de Marcos, el Rey es presentado como un Esclavo. Así pues, el Salvador-Rey se convirtió en el Salvador-Esclavo. En el Evangelio de Lucas, el Salvador-Esclavo es presentado como un Salvador-Hombre en Sus virtudes humanas con los atributos divinos. Sin embargo, Él es más que simplemente un hombre; Él también es Dios. Por tanto, en el Evangelio de Juan Él es presentado como Dios (1:1). Él es el Dios eterno que se hizo carne (v. 14). Nuestro Salvador, por tanto, es un Dios-hombre, el cual es tanto Rey como Esclavo. Éste es el significado intrínseco de los cuatro Evangelios.

Nuestro Dios desea salvarnos y ser nuestro Rey, y nosotros necesitamos reconocerle como nuestra Cabeza y nuestro Rey. A fin de salvarnos, sin embargo, el Rey tenía que convertirse en un Siervo y un Esclavo. Como Esclavo, Él es tanto Dios como hombre. Él es un hombre, pero Su sustancia, Su esencia misma, es Dios.

En Su divinidad, Dios es nuestro Rey y nuestra Cabeza. Debido a que nuestra situación era lamentable en extremo, el Rey tuvo que venir como un Siervo a fin de servirnos. El Siervo enviado por Dios en Jueces 2 en realidad era Jehová mismo en acción. Él no vino a reprender ni dar órdenes; más bien, Él vino para amonestar a Israel y cuidarlo. Éste es el significado del Ángel de Jehová en Jueces 2.

Habiendo visto el significado intrínseco de 2:1—3:6, procedamos ahora a considerar este pasaje en detalle.

I. LA AMONESTACIÓN DEL ÁNGEL DE JEHOVÁ

En 2:1-5 se presenta la amonestación del Ángel de Jehová, el cual, como hemos visto, es Cristo, Jehová mismo en ejercicio de Sus funciones quien, en el Antiguo Testamento, cuidó de Israel (Éx. 3:2-10; 14:19; Jue. 6:21).


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