Información del libro

Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 41 de 69 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE CUARENTA Y UNO

EN LA VIDA DIVINA SOMOS SALVOS
DE SER NATURALES

El libro de Romanos puede resumirse en tres palabras: redención, vida y edificación. Los primeros capítulos presentan la redención, los capítulos intermedios, la vida, y los capítulos de la parte final hablan de la edificación, la cual es el resultado de la redención y de la vida. En el mensaje anterior vimos que, después de ser salvos, justificados y reconciliados con Dios, aún necesitamos ser salvos en la vida de Cristo (5:10). La redención, la justificación y la reconciliación fueron efectuadas por la muerte de Cristo en la cruz. Cristo, mediante Su muerte, resolvió los problemas que existían entre nosotros y Dios, lo cual eliminó lo negativo. Pero el propósito de Dios, que trata de lo positivo, aún debe ser cumplido. El propósito de Dios no consiste simplemente en salvarnos del infierno o de Su juicio; más bien, Su propósito universal es edificar el Cuerpo como la expresión corporativa de Su Hijo. Por esta razón, el libro de Romanos no se detiene en la redención ni en la justificación, sino que prosigue adelante hasta alcanzar la meta del propósito eterno de Dios.

El único camino que Dios usa para cumplir Su propósito es la vida. En el capítulo 5 la vida es introducida en el contexto de la experiencia. En 5:10 Pablo dice: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos en Su vida”. Debemos notar el tiempo verbal usado aquí: seremos salvos en Su vida. Después que hemos sido reconciliados con Dios, todavía necesitamos ser salvos en Su vida. Aunque ya hemos sido salvos, todavía necesitamos ser salvos. Por una parte, fuimos salvos del infierno y del juicio de Dios. Esto fue realizado una vez y para siempre mediante la muerte de Cristo en la cruz. Por otra parte, aún necesitamos ser salvos de muchas situaciones presentes. Muchos cristianos esperan ir a los cielos. Sin embargo, si ellos fueran transportados repentinamente a los cielos, al llegar allí seguramente se sentirían indignos de participar de la gloria de los cielos. El cielo es glorioso, pero nosotros en muchos aspectos somos menospreciables. ¿Está completamente satisfecho con su propia persona y cómo es ahora? ¿Está contento con su propia condición? Me alegro de que yo mismo aún me encuentro en el proceso de la salvación dinámica que Cristo nos otorga. Necesito ser salvo porque mi vida natural rige mi vida diaria. Aunque no deseo permanecer en el hombre natural y me esfuerzo sinceramente por librarme de él, debo confesar que sigo siendo natural. Por lo tanto, necesito ser salvo de mi hombre natural cada día, y aun a cada momento, en la vida de Cristo.

SALVOS EN LA PERSONA DE CRISTO

Según Romanos 5:10 necesitamos ser salvos en la vida de Cristo. Somos salvos no sólo por Su vida, sino también en Su vida. La vida es la persona misma de Cristo. En el Evangelio de Juan el Señor dijo definitiva y enfáticamente: “Yo soy ... la vida” (14:6). Por lo tanto, ser salvos en Su vida en realidad significa ser salvos en la persona de Cristo mismo.

La salvación que Noé y su familia experimentaron en el arca tipifica nuestra salvación en Cristo. Noé y su familia fueron salvos no por el arca, sino por el hecho de que estuvieron en el arca. Hoy en día, como creyentes en Cristo, estamos en Él, quien es el arca de hoy. Cristo es nuestra vida, y nosotros estamos en Él. En Él somos salvos. Si estamos en Él, nos mantenemos en el proceso de ser salvos en Su vida.

Ya vimos que en la vida de Cristo somos salvos de la ley del pecado. La ley del pecado opera en nosotros de manera espontánea y automática. Así pues, no es necesario esforzarnos para decir mentiras o perder la paciencia, ya que es el producto automático de la obra espontánea de la ley del pecado. No obstante, la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús nos libra de la ley del pecado y de la muerte (8:2). Si estamos en Cristo, en Aquel que es nuestra vida, la ley de Su vida nos libra espontáneamente de la ley del pecado y de la muerte.

Además, en la vida de Cristo somos salvos de la mundanalidad, lo cual significa que en Su vida somos santificados, separados, del mundo. Todos nacimos en un entorno mundano y, por consecuencia, aprendimos a ser mundanos. La tendencia a ser mundanos es inherente a nuestra naturaleza. Por lo tanto, para ser librados de la mundanalidad necesitamos permanecer en la vida divina. Esta vida nos separa de la mundanalidad y nos santifica tanto con respecto a nuestra posición como a nuestro modo de ser. No podemos ser salvos de la mundanalidad siguiendo ciertas instrucciones o reglas religiosas, tales como las que se observan en algunos grupos religiosos. Cuando mucho, adherirnos a dichas reglas puede producir solamente una santificación externa, la que se relaciona sólo con nuestra posición. Sin embargo, la santificación presentada en Romanos no se trata simplemente de nuestra posición, sino también de nuestro modo de ser; es un asunto interior que afecta lo más profundo de nuestro ser. En la vida de Cristo somos santificados interiormente.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top