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Estudio-vida de Númerospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6614-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 53 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE NÚMEROS

MENSAJE DOS

CONFORMAN UN EJÉRCITO

(1)

Lectura bíblica: Nm. 1

El cuadro presentado en Números capítulo 1 nos muestra todo el Nuevo Testamento, desde la encarnación del Dios Triuno para llegar a ser un hombre, que vivía y moraba entre los hombres, hasta la consumación de la encarnación: la Nueva Jerusalén.

Es difícil ver la encarnación del Dios Triuno en Números 1, pues no tenemos tal concepto. Si hemos de ver la encarnación del Dios Triuno en este capítulo, debemos considerar el asunto del tabernáculo con el Arca. Dentro del tabernáculo estaba el Arca, y dentro del Arca estaba la ley. A la ley se le llama “el Testimonio” (17:4, 10). La ley es un testimonio de Dios por cuanto testifica de Dios, nos muestra a Dios. Por consiguiente, el centro en realidad era Dios. Sin embargo, no vemos simplemente a Dios por Sí mismo, sino que vemos a Dios en un Arca hecha de madera de acacia recubierta con oro. Este Arca, por ser una sola entidad compuesta de dos elementos, la madera y el oro, tipifica a Cristo en Su humanidad junto con Su divinidad.

La palabra encarnación no aparece en Números capítulo 1, pero sí tenemos el cuadro. En el cuadro del tabernáculo con el Arca vemos al Dios Triuno, quien se encarnó para ser un hombre que vivía entre los hombres. El tabernáculo fue construido con cuarenta y ocho tablas. Primero, el número cuarenta y ocho se compone de seis multiplicado por ocho, lo cual representa al hombre (seis) en resurrección (ocho). Segundo, el número cuarenta y ocho se compone de doce multiplicado por cuatro, que representa al Dios Triuno (implícito en el número doce, que es el resultado de tres multiplicado por cuatro) en Su criatura (cuatro). Por tanto, este cuadro nos muestra al Dios Triuno, quien se encarnó para ser un hombre que vivía entre los hombres. En este cuadro vemos al Dios Triuno, vemos al hombre y vemos el hecho de que el Dios Triuno mora entre los hombres.

En el cuadro de la Nueva Jerusalén que nos presenta Números 1 vemos que las doce tribus de Israel acampaban alrededor del tabernáculo. La Nueva Jerusalén tiene doce puertas, tres en cada uno de sus cuatro lados, con los nombres de las doce tribus de Israel inscritos en ellas (Ap. 21:12-13). En Números vemos que las doce tribus fueron distribuidas en orden, lo cual nos muestra un cuadro. Según ese orden, tres tribus, cada una de las cuales era un ejército, acampaban en cada uno de los cuatro lados del tabernáculo. Al oriente, hacia donde se levanta el sol, se encontraba el campamento de Judá, compuesto de los ejércitos de Judá, Isacar y Zabulón (Nm. 2:2-9). Al occidente, que era la parte posterior, estaba el campamento de Efraín, compuesto de los ejércitos de Efraín, Manasés y Benjamín (2:18-24). Al sur se encontraba el campamento de Rubén, compuesto de los ejércitos de Rubén, Simeón y Gad (2:10-16). Al norte se encontraba el campamento de Dan, compuesto de los ejércitos de Dan, Aser y Neftalí (2:25-31). La manera en que estaban acampadas las doce tribus nos presenta un cuadro de la Nueva Jerusalén.

Ahora podemos entender cómo es que Números 1 nos presenta un cuadro del Nuevo Testamento, desde la encarnación hasta la Nueva Jerusalén. Esto, de hecho, es un resumen de la historia de la iglesia, la cual comenzó a partir de la encarnación y alcanzará su consumación en la Nueva Jerusalén. En la tipología, la historia de Israel, desde Números hasta Malaquías, que incluye cosas muy buenas y alentadoras como también cosas muy negativas y desalentadoras, nos provee un cuadro de la historia de la iglesia.

En el cuadro de Números, Dios está en el centro; es decir, Dios está en el Arca, en Cristo. Ahora Dios no está únicamente en los cielos, sino que Él también está en la tierra, en un hombre que es Su corporificación. Este hombre, la corporificación de Dios, es Jesucristo (Col. 2:9). Tal hombre está constituido de dos elementos, un elemento de oro y un elemento de madera. Él es un hombre “oro-madera”, un Dios-hombre.

Esta persona maravillosa, el Dios Triuno que al encarnarse se corporificó como hombre, se ha expandido, aumentado y agrandado. En esta expansión y agrandamiento, Cristo ha llegado a ser el tabernáculo, la morada de Dios. Por ser tal tabernáculo, podemos entrar en Él.

Cuando Dios estaba únicamente en Cristo, nadie más podía entrar en Él. Si Cristo no se hubiera expandido, nadie habría podido entrar en Dios. Pero ahora, al expandirse y venir a ser un tabernáculo, Cristo no es únicamente la morada de Dios, sino también el lugar donde nosotros podemos entrar en Dios. Hoy podemos entrar en Dios, tomando a Cristo como nuestra vida, a fin de que Él sea quien le da sentido a nuestra vida. Al ser Él nuestra vida y quien le da sentido a nuestra vida, Él es nuestro testimonio. Nosotros le vivimos, expresamos y exhibimos en todo aspecto y en todo sentido. Entonces, de manera espontánea Él llega a ser nuestro centro. Por consiguiente, hoy Cristo es quien le da sentido a la vida, nuestro testimonio y nuestro centro.

Cristo, la corporificación de Dios, se ha agrandado hasta convertirse en una morada en la cual Dios mora y en la cual nosotros entramos. En este Cuerpo de Cristo agrandado, Dios tiene una morada, y nosotros tenemos un lugar donde podemos entrar en Dios, reunirnos con Dios e incluso mezclarnos con Dios.

Este Dios ciertamente no tenía la intención de descender y encarnarse en Belén para luego quedarse en un sólo lugar. Por ya casi dos mil años, esta querida persona se ha estado moviendo. Hoy en día Él está aquí con nosotros, moviéndose. Al efectuar Su mover, Él es el Líder. Él es el Líder único, puesto que únicamente Él es apto para liderarnos. Cristo es nuestro Líder, nuestro camino y nuestra meta. Cuando tenemos a Cristo, tenemos liderazgo. Cuando seguimos a Cristo, estamos siguiendo a nuestro Líder. Cuando lo seguimos a Él directamente, nos convertimos en líderes. El liderazgo es Suyo; de hecho, el liderazgo es Él mismo. Cristo no sólo es nuestro Líder, sino también el camino que tomamos. Nuestro camino es Cristo y nuestra meta también es Cristo. Llevar a Cristo a cierto lugar es una acción digna de honor; no obstante, llevar algo que no sea Cristo es una acción digna de ser condenada.

Al final, el cuadro en Números presenta a Dios y Su pueblo escogido conjuntamente mezclados como una sola entidad para que el enemigo sea sojuzgado en la tierra. El enemigo utiliza y usurpa toda la tierra, la cual Dios creó para Sí mismo y para Su propósito. ¿Cómo recuperará Dios la tierra? Dios no recuperará la tierra directamente por Sí mismo como Dios poderoso, el Creador. Según la economía neotestamentaria, Dios nunca haría esto por Sí mismo. Para ello, Él tenía que encarnarse y llegar a ser un hombre, Cristo, y este Cristo tenía que ser ministrado a los pecadores para constituirlos a todos ellos el agrandamiento de Cristo. Como resultado, hoy en la tierra existe una entidad que es la mezcla del Dios Triuno con el hombre tripartito, la cual le permite a Dios moverse en la tierra y recuperarla. Este mover comenzó en Jerusalén como centro, pasó por Judea y Samaria, continuó avanzando hasta lo más remoto de la tierra y está aquí hoy en día. Ahora nosotros somos parte de esto, parte del Dios Triuno que se encarnó para ser un hombre, quien vive entre los hombres a fin de crecer en Su pueblo escogido con miras a que todos ellos puedan mezclarse con el Dios Triuno procesado. Ésta es la obra de la nueva creación que Dios lleva a cabo en la vieja creación. La máxima consumación de esta obra será la Nueva Jerusalén, la cual es el Dios Triuno procesado mezclado con el hombre tripartito transformado. Esto es lo que nos revela Números capítulo 1.

Teniendo semejante cuadro delante de nosotros, empecemos a considerar cómo el pueblo de Dios conforma un ejército.


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