Información del libro

Estudio-vida de 1 y 2 Pedropor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2858-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 41 de 47 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE 2 PEDRO

MENSAJE SIETE

LA PROVISIÓN DIVINA

(7)

Lectura bíblica: 2 P. 1:5-11

En este mensaje haremos un repaso de 2 Pedro 1:5-11.

DESARROLLAR VIRTUD AL DISFRUTAR
DE LA NATURALEZA DIVINA

En el versículo 5 Pedro dice: “Y por esto mismo, poniendo toda diligencia, desarrollad abundantemente en vuestra fe virtud; en la virtud, conocimiento”. La palabra virtud se refiere a la virtud mencionada en el versículo 3, donde Pedro habla de Aquel que nos “llamó por Su propia gloria y virtud”. Además, esta virtud está relacionada con la naturaleza divina (v. 4), la cual denota los diferentes aspectos de las riquezas de lo que Dios es. La virtud mencionada en los versículos 3 y 5 es fruto de la experiencia y disfrute de la naturaleza divina, de la cual se habla en el versículo 4. Cuando participamos de la naturaleza divina, de los diferentes aspectos de las riquezas de lo que Dios es, dichas riquezas llegan a ser nuestras virtudes. Por ejemplo, Dios es amor, luz, santidad, justicia y bondad, todo lo cual son atributos de Dios. Cada atributo divino es también una virtud. Cuando disfrutamos de lo que Dios es, disfrutamos de Su santidad. Entonces esta santidad llega a ser una virtud en nosotros, la cual se manifiesta a través de nosotros. El mismo principio se aplica al disfrute que tenemos de otros atributos divinos.

La esencia o elemento de la virtud se halla contenida en la fe como simiente. Esta simiente es de hecho el propio Cristo, y Cristo es Dios mismo respecto a todo lo que Él es. Dado que todo lo que Dios es está en Cristo, Cristo es la corporificación de lo que Dios es. Este Cristo ha llegado a ser nuestra herencia. Nuestra respuesta a esta corporificación que está en nosotros, es decir, lo que se refleja debido a ella, es la fe. La fe, por tanto, es también nuestra herencia. Así, pues, dentro de la fe como simiente están incluidos todos los atributos divinos, todas las riquezas de lo que Dios es. Ya que tenemos esta simiente de fe, en la cual está la naturaleza divina, debemos proseguir a fomentar el desarrollo de esta simiente. En el proceso de desarrollo de la simiente, lo primero que brota es la virtud. Por lo tanto, la virtud es fruto del disfrute de la naturaleza divina, es decir, del disfrute de lo que Dios es.

EL PLENO CONOCIMIENTO DEL DIOS PROCESADO

En el versículo 5 Pedro dice que en nuestra virtud debemos desarrollar conocimiento. La virtud requiere la abundante suministración del conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor (vs. 2, 3, 8), particularmente con respecto a las cosas que pertenecen a la vida divina y la piedad, y a nuestra participación de la naturaleza divina.

Es posible que tengamos mucho conocimiento, pero que nuestro conocimiento sea somero y superficial. Quizás no conozcamos la vida ni sepamos qué es la fe preciosa. Aun más, tal vez tampoco sepamos nada acerca de la naturaleza divina, e incluso nos opongamos a ella cuando se nos enseñe, con base en la Biblia, que los creyentes pueden llegar a ser participantes de la naturaleza divina. Aquellos que tienen un conocimiento superficial probablemente no sepan que la piedad es la expresión de Dios, que Cristo es la corporificación del Dios Triuno, y que Cristo hoy en día es el Espíritu vivificante. No tener el conocimiento de estos asuntos es carecer del conocimiento de las profundidades de la verdad contenida en la Biblia.

Algunos creyentes han sido estorbados e incluso se han visto perjudicados por el conocimiento superficial. Tal vez ellos sean fundamentalistas en cuanto a la doctrina, pero puede ser que lo sean de un modo superficial. Ser fundamentalista meramente de manera superficial podría ser una especie de “droga” que entorpece los sentidos espirituales. Un buen número de cristianos se encuentran embotados por la influencia de un fundamentalismo superficial. Ésta es la razón por la cual resulta muy difícil hablar con ellos respecto de que Cristo sea nuestra comida y nuestro disfrute. Si uno les dice que podemos comer a Cristo, digerirlo y asimilarlo al grado en que Él mismo llega a ser el elemento constitutivo de nuestro ser, ellos dirán que tal enseñanza es herética. Tal vez reaccionen, diciendo: “Nuestro Señor y Salvador Jesucristo está en el trono en el cielo. ¿Cómo podríamos comerle, y cómo podría Él llegar a ser el elemento constitutivo de nuestro ser?”. Incluso tal vez les parezca que tales enseñanzas bíblicas son blasfemas.

Aquellos que tienen un conocimiento superficial también se oponen a la enseñanza de la mezcla. Nuestro uso de la palabra mezcla se basa en el Antiguo Testamento. Levítico 2 nos dice que en la preparación de la ofrenda de harina, la flor de harina debía ser amasada con aceite, lo cual implica una mezcla. El concepto de mezcla, por tanto, ciertamente concuerda con las Escrituras.

Además, en Juan 6 el Señor Jesús dice que Él es el pan, el pan vivo que descendió del cielo para dar vida al mundo, y que cualquiera que le coma, vivirá por causa de Él. Piensen por un momento en lo que ocurre con los alimentos que comemos. Los alimentos son digeridos, asimilados y finalmente se mezclan con nuestras fibras y células. ¿No sería correcto entonces afirmar que el comer implica un tipo de mezcla? La digestión y asimilación de los alimentos que ingerimos definitivamente suponen un tipo de mezcla. Los alimentos que comemos se mezclan con nuestra constitución intrínseca. Bajo el mismo principio, cuando comemos al Señor como el pan de vida y le digerimos y asimilamos en nuestro ser espiritual, Él se mezcla con nosotros y nosotros con Él. Sin embargo, algunos cristianos carecen de este conocimiento, el cual es un conocimiento de las profundidades de la verdad bíblica.

El conocimiento del cual se habla en 1:5 es el pleno conocimiento de Dios y de nuestro Señor. Necesitamos un conocimiento pleno, no del Dios no procesado, del Dios “crudo”, sino del Dios procesado. Al usar la expresión el Dios procesado nos referimos al Dios que se hizo hombre a través de la encarnación, que vivió en la tierra por treinta y tres años y medio, que murió en la cruz y fue sepultado, que resucitó y que ascendió a los cielos. La encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección, la ascensión, todos ellos, son parte de un largo proceso. Ya que Cristo pasó por tal proceso, Él ya no es únicamente Dios con el elemento de la divinidad, sino que además es un hombre que posee el elemento humano. Nuestro Señor es tanto Dios como hombre. Él posee tanto la naturaleza divina como la naturaleza humana. Aun más, en Él también se incluyen los elementos del vivir humano, de Su muerte todo-inclusiva y de Su resurrección que imparte la vida. Es posible que lo que decimos acerca del Dios procesado resulte raro o extraño para aquellos que tienen únicamente un conocimiento superficial de la Palabra. Pero según lo dicho por Pedro en 1:5, debemos desarrollar abundantemente en nuestra virtud el pleno conocimiento de Dios.

Si los creyentes no tienen el debido conocimiento, ¿cómo podrán experimentar el desarrollo descrito en 1:5-7? No es posible experimentar este desarrollo sin el pleno conocimiento de Dios. Hay creyentes que prácticamente no manifiestan ningún desarrollo. Es posible que ellos ni siquiera tengan una plena comprensión de lo que es la fe preciosa y, en particular, no sepan que esta fe es la simiente todo-inclusiva que está en ellos. Quizás jamás hayan escuchado esta clase de enseñanza, y no tengan conocimiento alguno de este tema, sino que, más bien, tengan un entendimiento superficial y religioso.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top