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Estudio-vida de Levíticopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6571-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 56 de 64 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LEVÍTICO

MENSAJE CINCUENTA Y SEIS

EL AÑO SABÁTICO Y EL JUBILEO

(1)

Lectura bíblica: Lv. 25:1-22

En este mensaje llegamos a Levítico 25, un capítulo muy conocido que trata sobre el jubileo. Sin embargo, este capítulo no comienza con el jubileo, sino con el año sabático. Todos estamos familiarizados con el día sabático, pero tal vez no sepamos mucho acerca del año sabático.

I. EL AÑO SABÁTICO

Levítico 25:2-7, 18-22 habla del año sabático. Este Sábado no era un día de reposo, sino un año de reposo. El año sabático no sólo era un descanso para el hombre, sino también para la tierra.

Dios es un Dios de reposo. Él laboró, pero después de laborar, reposó. En Génesis Dios no reposó solo, sino que reposó con el hombre. Después de acabar Su obra, Dios disfrutó reposo con el hombre. Así que, en el séptimo día, Dios y el hombre reposaron.

Para que hubiera un jubileo, era necesario que el pueblo de Dios observara fielmente el año sabático. Cada séptimo año debía haber un Sábado, y ese año debía ser de reposo para el hombre y también para la tierra. Por tanto, éste era un año de descanso para Dios, para el hombre y para la tierra.

El Sábado hace referencia a Cristo, y el año sabático también hace referencia a Cristo. Cristo es nuestro Sábado, no solamente por un día sino por un año entero. Por tanto, el año sabático denota a Cristo en Su plenitud como nuestro reposo. No sólo debemos disfrutarlo como nuestro Sábado, sino también como nuestro año sabático, o sea, no sólo como un reposo parcial sino como nuestro reposo en plenitud. El año sabático hace posible que disfrutemos a Cristo en plenitud como nuestro reposo con Dios. Si tenemos presente esto, disfrutaremos mucho más a Cristo.

A. La tierra observa el Sábado para Jehová

“Cuando hayáis entrado en la tierra que Yo os doy, la tierra observará el Sábado para Jehová. Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tu viña y recogerás su producto. Pero el séptimo año la tierra tendrá un Sábado de reposo completo, Sábado para Jehová” (vs. 2-4a). El Sábado beneficiaba al hombre un día cada semana, y el año sabático beneficiaba a la tierra un año entero cada siete años; ambos significan que Cristo es la esfera de pleno reposo con miras a que lo disfrutemos como nuestro reposo plenamente.

B. No se siembra el campo, no se poda la viña,
no se siegan los rebrotes de la siega anterior
ni se vendimian las uvas del viñedo no podado

“No sembrarás tu campo ni podarás tu viña. No segarás los rebrotes de tu siega anterior, y no vendimiarás las uvas de tu viñedo no podado; año de reposo completo será para la tierra” (vs. 4b-5). Esto significa que el reposo procede única e íntegramente de la gracia y que toda labor humana deberá cesar completamente. Cuando la tierra descansa, también deben descansar los obreros, los labradores que trabajan en la tierra. Es bueno tener un extenso reposo, pero es posible que este periodo de reposo sea una prueba para nosotros. Podríamos aburrirnos y sentirnos tentados a hacer algo contrario al pensamiento divino. Todos debemos aprender a laborar con Dios y también a cesar nuestro trabajo y a descansar con Dios todo el tiempo que Él desee descansar.

C. Lo producido durante el Sábado
de la tierra sirve de alimento
a toda clase de personas, ganado y animales

“Lo producido durante el Sábado de la tierra os servirá de alimento: a ti, a tus siervos, a tus siervas, a tu jornalero y al extranjero que peregrina contigo. También a tu ganado y a los animales que están en tu tierra, todo el producto de ella le servirá de alimento” (vs. 6-7). Esto significa que se trata absolutamente de gracia para con todos, sin importar nuestro estatus.

En el séptimo año, el producto de la tierra pertenecía a todos. Aunque las tierras seguían perteneciendo a sus dueños, el producto de la tierra pertenecía a todos, a toda clase de persona, e incluso al ganado y a todos los animales. Eso significa que el producto de la tierra pertenecía a todos en común. Podríamos decir que esto es el comunismo de Dios, un comunismo que procede de la gracia de Dios y que nos hace ricos, no el comunismo humano que se le impone a las personas y las empobrece. En este disfrute común del producto de la tierra hay verdadera libertad.


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