Información del libro

Estudio-vida de 1 y 2 Tesalonicensespor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2821-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 28 de 31 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE 2 TESALONICENSES

MENSAJE CUATRO

MÁS PALABRAS DE ALIENTO

Lectura bíblica: 2 Ts. 2:13—3:5

En este mensaje abarcaremos 2:13—3:5, un pasaje de 2 Tesalonicenses que contiene más palabras de aliento. En estos versículos Pablo abarca varios asuntos que son muy preciosos. En 2:13 Pablo dice: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación en santificación por el Espíritu y en la fe en la verdad”. Dios nos amó (v. 16), nos escogió desde el principio y nos llamó mediante el evangelio (v. 14). Él nos escogió para salvación, la cual se efectúa mediante la santificación por el Espíritu, y nos llamó para que alcanzásemos la gloria del Señor. Ahora Él nos lleva adelante con consolación eterna y buena esperanza en gracia.

LA ELECCIÓN DE DIOS

Pablo, en sus palabras de aliento, les recuerda a los creyentes jóvenes de la elección de Dios. Les dice que desde el principio, esto es, desde la eternidad pasada (véase Ef. 1:4), Dios los escogió. Ciertamente es muy alentador saber que antes de que existiera el tiempo, Dios nos hubiera escogido. Esto quiere decir que nuestra salvación no comenzó en el tiempo; más bien, comenzó en la eternidad. En la eternidad pasada Dios pensó en nosotros y nos eligió. Desde el principio, Dios nos escogió para salvación.

LA SALVACIÓN SE EFECTÚA
EN LA SANTIFICACIÓN POR EL ESPÍRITU

La salvación para la cual fuimos escogidos por Dios es una salvación que se efectúa en la santificación por el Espíritu. La santificación por el Espíritu es la transformación divina. Por medio de ella, somos completamente salvos de todas las cosas viejas y negativas, y somos hechos una nueva creación para alcanzar la gloria del Señor.

La santificación depende de la transformación, y la transformación implica un proceso. Ahora, los que hemos sido salvos estamos en el proceso de ser santificados, transformados.

Podemos usar la preparación de los alimentos para explicar el proceso de la santificación. Se puede comparar la vida de iglesia con una cocina. Cuando Dios nos llamó y nos salvó, Él nos compró como quien compra víveres en un gran supermercado. Cuando Dios salió a comprarnos, nos llamó. Ahora nos hallamos en el proceso de “preparación” en la “cocina” de la iglesia. El proceso de preparación en el que estamos es la santificación, la transformación.

Ya que la vida de iglesia es el lugar donde Dios cocina, la iglesia no siempre se verá muy limpia y ordenada. Éste es particularmente el caso de las cocinas donde se preparan buenos platillos. No espere que su iglesia local sea perfecta. La cocina es un lugar donde tiene lugar un proceso. Mientras este proceso se lleva a cabo, hay muchas cosas que todavía no están listas; no obstante, se encuentran en el proceso de ser preparadas. A veces me preguntan cómo puedo tolerar las situaciones que se presentan en la iglesia. Yo les respondo: “¿Por qué no habría de tolerarla? La iglesia es una cocina. Espere un poco y verá los resultados de la labor que se está realizando en la cocina”.

Según 2:13, la salvación se efectúa en santificación. Eso significa que la salvación no produce el resultado inmediato de llevarnos al cielo. No, la salvación de Dios se lleva a cabo ahora mismo en santificación. Dios nos está santificando. Esto debe hacernos recordar las palabras de Pablo en 1 Tesalonicenses 5:23, donde dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo”. Actualmente todos nos hallamos en el proceso de santificación, en la “cocina” de la vida de iglesia. Todos sabemos lo que significa ser cocinados en esta cocina. Sin embargo, quienes no están en esta cocina, no saben a qué nos referimos cuando decimos que estamos en el proceso de ser cocinados.

No esperen que todo sea maravilloso y ordenado en la vida de iglesia. No existe ninguna iglesia local de la tierra que sea así. Además, no debemos pensar que las iglesias locales de la época de Pablo eran mejores que las iglesias de hoy. Al contrario, puesto que hemos mejorado en nuestra manera de cocinar, es posible que hoy las iglesias locales del recobro del Señor sean mejores que las iglesias de los días de Pablo.

Por lo general, el desorden en una cocina es indicio de que se están preparando allí excelentes platillos. Tal vez la cocina esté desordenada, pero la comida que se está preparando será muy deliciosa. Si quieren que la comida de su iglesia local sea sabrosa, tienen que estar dispuestos a tolerar cierto desorden en su cocina.

Supongamos que usted me invita a cenar a su casa. Si yo viera que en su cocina todo está limpio y ordenado, podría sentirme decepcionado pensando que quizás no habrá preparado mucho que comer. Pero si veo que su cocina está desordenada debido a la preparación de los alimentos, sabré que se está preparando un banquete. En una casa donde nadie cocina, tal vez la cocina se mantenga muy limpia y ordenada; en cambio, donde se están preparando suculentos platillos, la cocina no se verá muy ordenada. Si en una iglesia todo está limpio y ordenado, eso puede indicar que nadie está cocinando. Eso querría decir que hay carencias en el proceso de santificación.

Puedo testificar que la cocina de la iglesia en Anaheim está desordenada. Esto comprueba que en Anaheim estamos en el proceso de la santificación. Dios, conforme a Su elección, nos ha sometido al proceso de la santificación. En la iglesia en Anaheim muchos estamos siendo “cocinados”, es decir, estamos siendo santificados y transformados. A menudo, mientras estoy siendo cocinado, me pregunto qué está pasando. Luego, el Señor me recuerda que yo le he pedido que me transforme y que también he ministrado acerca de la transformación. En lo que respecta a Anaheim, puedo decir que yo “cocino” a los ancianos, y que los ancianos “me cocinan” a mí. Además, los ancianos están “siendo cocinados” por los santos. Pareciera que hay ciertos hermanos y hermanas que han sido puestos especialmente para cocinar a los ancianos. En realidad, nadie es cocinado en la cocina de la vida de iglesia por la mano humana; antes bien, es el Señor quien nos cocina según Su sabiduría y soberanía.

Dios nos eligió para salvación en santificación y no meramente para que nuestros pecados fueran perdonados. Para recibir el perdón de pecados, uno no necesita ser cocinado; sólo basta orar, diciendo: “Señor Jesús, me arrepiento. Confieso que soy pecador. Pero, Señor, creo en Ti, y te agradezco por morir en la cruz por mis pecados”. Una persona que ora de esta manera puede ser salva y recibir el perdón de sus pecados; pero en esto no consiste la santificación. Después de experimentar el perdón, tenemos que pasar por el proceso de santificación.

El Señor quiere santificarnos, es decir, transformarnos. La transformación es un proceso que no siempre es agradable. Sin embargo, es necesario que aprendamos a disfrutar al Señor, aun mientras estamos siendo cocinados.

En el versículo 13 Pablo nos dice que la santificación se efectúa por el Espíritu. ¿Sabe usted dónde está el Espíritu? Es preciso que usted comprenda que el Espíritu está en usted, con el propósito de santificarlo. En 1 Tesalonicenses 4 Pablo habla de la santificación, y esta santificación se lleva a cabo por el Espíritu. De hecho, el propio Espíritu que mora en nosotros es nuestra santificación. El Espíritu mora en nosotros con un solo propósito: santificarnos, transformarnos, cambiarnos metabólicamente. En esto consiste la santificación por el Espíritu.


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