Información del libro

Estudio-vida de 2 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2362-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 50 de 59 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE CINCUENTA

PABLO VINDICA SU AUTORIDAD APOSTÓLICA

(1)

Lectura bíblica: 2 Co. 10:1-6

Al leer nosotros el libro de 2 Corintios, tal vez nos parezca que para el final del capítulo nueve Pablo había tratado todos los puntos necesarios y que no era necesario que siguiera escribiendo. Sin embargo, en los últimos cuatro capítulos de esta epístola, Pablo se dirige a otro asunto crucial que estaba en su corazón, a saber, la cuestión de su autoridad apostólica. Él comentó algo al respecto en 1 Corintios, pero debido a que el tiempo no era propicio, no habló de ello en detalle. Cuando se escribió 1 Corintios, los corintios no habían sido lo suficiente preparados como para que Pablo tratara el tema de su autoridad apostólica. Pero para el tiempo en que escribía 2 Corintios 10, las tormentas habían cesado, y todo estaba en calma. Por tanto, estando todos sosegados y en paz, reinaba un ambiente tranquilo. En ese ambiente, en esa condición, Pablo aborda el tema de su autoridad apostólica. En los capítulos diez, once, doce, y parte del trece, Pablo presenta este asunto ante los corintios, y lo enfoca de distintos ángulos.

Pablo, un excelente escritor, siempre trata los temas, cualquiera que sea, de manera exhaustiva, sin dejar lugar para cuestionamientos. Como veremos, este principio se aplica también a la vindicación que él hace de su autoridad apostólica. Los creyentes corintios necesitaban entender claramente esto, y nosotros también debemos entenderlo claramente.

UN CONTRASTE

En 10:1 Pablo dice: “Mas yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que (según vosotros) estando presente soy tan poca cosa entre vosotros, mas ausente soy osado para con vosotros”. Observemos que este versículo empieza con la palabra “mas”, la cual indica un contraste. En los capítulos ocho y nueve, el apóstol habló de un modo agradable a los queridos santos de Corinto, animándoles a tener comunión en la ministración para los santos necesitados de Judea. Inmediatamente después de eso, él deseaba explicarse con claridad, por medio de una palabra severa y no agradable, vindicando su apostolado, y más específicamente, su autoridad apostólica. Eso fue necesario debido a la situación vaga y confusa causada por los falsos apóstoles judaicos (11:11-15), cuya enseñanza y énfasis en su posición había distraído a los creyentes corintios, apartándolos de las enseñanzas fundamentales de los apóstoles auténticos y especialmente del entendimiento correcto con respecto a la posición que Pablo tenía como apóstol.

Debe quedar grabado en nosotros el hecho de que esta sección de 2 Corintios se halle en total contraste con la sección anterior. En los capítulos del seis al nueve, las palabras de Pablo son agradables, pero lo que él dice en los capítulos del diez al trece a veces es severo e incluso no agradable. Al leer los últimos cuatro capítulos de este libro, tal vez nos preguntemos si Pablo había perdido su preocupación tierna e íntima. Algunos quizás lo critiquen por su severidad. Pero la realidad es ésta: Pablo pudo escribir estos capítulos tal como lo hizo debido a que era tan espiritual.

LA MANERA EN QUE PABLO RUEGA

En 10:1 Pablo nos dice que él rogó a los corintios por la mansedumbre y ternura de Cristo. Sin embargo, no nos dice el propósito de su ruego. Él nos dice cómo rogó, mas no nos especifica por qué rogó. Si usted lee todo este capítulo, tratando de descubrir el propósito del ruego de Pablo, no lo encontrará. Pablo simplemente no dice cuál es el propósito de su ruego. ¿Cometió entonces algún error? No; lo que a Pablo le interesa es cómo ruega a los santos, más que el propósito por el cual les ruega. Esto indica que la manera en que Pablo ruega es más importante que el propósito de su ruego. Por esta razón, Pablo hace notar que él rogó a los creyentes por la mansedumbre y ternura de Cristo.

Supongamos que un hermano da un mensaje y se preocupa únicamente por el propósito por el cual presenta ese mensaje, y no por la manera en que lo da. Eso sería un grave error. Debemos aprender de Pablo y prestar más atención a la manera en que hacemos algo, que al propósito por el que lo hacemos. De hecho, a Dios le interesa más la manera en que hacemos algo, que el propósito, la meta, que tenemos al hacerlo. No obstante, hoy a muchos cristianos les interesa muy poco la manera de hacer las cosas; ellos se preocupan principalmente por el propósito, la meta, el resultado. Hay un refrán que dice que el fin justifica los medios. Los que creen en este refrán no se preocupan por la manera en que realizan las cosas; a ellos sólo les interesa su propósito. Este concepto es deplorable y debe ser condenado.

Los cristianos tal vez piensen que mientras su intención sea realizar una obra para el Señor, no necesitan preocuparse por los medios que usan para llevarlo a cabo. Por ejemplo, en la predicación del evangelio, usan métodos o entretenimientos mundanos. Por ello, deseo recalcar que en la Biblia Dios muestra que para Él lo más importante es cómo laboramos y no nuestro propósito al hacerlo. Pablo era un embajador celestial y, como tal, él también se preocupaba más por la manera de hacer las cosas, que por el propósito. Ésa es la razón por la cual él describe la manera en que rogó a los corintios, mas no menciona el propósito. Que todos aprendamos de él al respeto.


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