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Estudio-vida de 2 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2362-8
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ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE TRES

INTRODUCCIÓN

(3)

Lectura bíblica: 2 Co. 1:15—22

El pasaje de 2 Corintios 1:15—22 forma parte de la extensa introducción de este libro. Hemos señalado que Pablo escribió esta larga introducción para tranquilizar a los creyentes corintios y aliviarlos. Los corintios, quienes eran bastante complicados, hablaban de Pablo e incluso lo criticaban. Algunos tal vez decían: “Pablo nos dijo que vendría a Corinto, pero no ha venido todavía. Parece inconstante; dice que sí un día y que no al día siguiente. Así que Pablo no es fiel ni es digno de confianza. Que diga lo que quiera; siempre está cambiando de parecer”. Debido a que por lo menos algunos corintios tenían esa actitud, Pablo incluyó 1:15-22 en su introducción.

V. EN CUANTO A LA VENIDA DEL APÓSTOL

El versículo 15 dice: “Con esta confianza quise ir primero a vosotros, para que tuvieseis una doble gracia”. Con la expresión “esta confianza”, Pablo se refiere a lo que acababa de decir en los versículos del 12 al 14, que el testimonio de su conciencia era que él y sus colaboradores se conducían con sencillez y sinceridad de Dios, y no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios. Con esta confianza deseaba Pablo visitar a los corintios. Su intención y su decisión de visitar Corinto no se debían a la diplomacia ni era algo voluble. Pablo y sus colaboradores no vivían así; antes bien, vivían con la sencillez y sinceridad de Dios. Su sí era sí y su no era no. Ellos no decían que sí en un momento dado y que no, en otro.

En el versículo 15 Pablo hace mención de una segunda gracia dada a los corintios. Esta gracia alude a la doble gracia que las dos visitas del apóstol trajo a Corinto, la visita mencionada en este versículo y la que se menciona en el siguiente. Por la venida del apóstol, se impartió la gracia de Dios, es decir, se impartió a Dios como suministro de vida y disfrute espiritual en los creyentes. Las dos visitas de Pablo les brindaron a los corintios una doble porción de esta gracia.

El versículo 16 dice: “Y por vosotros pasar a Macedonia, y desde Macedonia venir otra vez a vosotros, y ser encaminados por vosotros a Judea”. Macedonia era una provincia del Imperio Romano situada al norte de Acaya, en la cual se encontraban las ciudades de Filipos y Tesalónica.

En el versículo 17, Pablo pregunta: “Así que, teniendo esta intención, ¿procedí acaso con inconstancia? ¿O lo que pienso hacer, lo pienso según la carne, para que haya en mí sí, sí y no, no?” La palabra “inconstancia” significa volubilidad, o sea que cambia de parecer con facilidad. Pablo indica aquí que él no procedió con inconstancia; pues no dijo que sí y después que no, y viceversa. Además, él no pensó hacer nada según la carne. Pablo no mostraba dos caras; él no decía que sí y que no al mismo tiempo, porque no hacía nada según la carne.

En el versículo 18, Pablo declara: “Mas, como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es sí y no”. La palabra “mas” presenta un contraste. En el versículo anterior, el apóstol se refiere a la acusación de que él era un hombre con doblez, o sea, un hombre de sí y no. En este versículo, él se defiende diciendo que puesto que Dios es fiel, la palabra de la predicación de ellos no era sí y no. Así que, no eran personas inconstantes, de sí y no. Lo que ellos eran concordaba con su predicación, es decir, vivían conforme a lo que predicaban. La palabra de la predicación de los apóstoles (1 Co. 1:18) en el versículo 18, la palabra que dirigían a los corintios, era su mensaje acerca de Cristo (v. 19).

En el versículo 18, Pablo indica que él era uno con Dios. Pablo no era inconstante; ya que no pronunciaba un sí y luego cambiaba a un no. Más bien, él era tan fiel como Dios. La palabra que él dirigía a los corintios, la palabra de su ministerio, no era sí y no. El no cambió de tono; su predicación llevaba la misma nota desde su primera visita a los corintios hasta la presente epístola. No había ningún cambio en la palabra del ministerio.

En el versículo 19, Pablo dice además: “Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido sí y no; mas nuestra palabra ha sido sí en El”. La palabra “porque” presenta la razón por lo que fue mencionado en el versículo anterior. Dios es fiel e inmutable, especialmente en cuanto a Sus promesas acerca de Cristo. Por consiguiente, la palabra que los apóstoles predicaban acerca de Cristo también era inmutable, porque el mismo Cristo que Dios había prometido en Su palabra fiel y a quien ellos predicaban en su evangelio, no vino a ser sí o no. Más bien, en Él está el sí. Puesto que el Cristo a quien predicaban conforme a las promesas de Dios no vino a ser sí y no, la palabra que ellos predicaban acerca de Él tampoco era sí y no. No sólo su predicación era conforme a lo que Cristo es, sino también su vivir. Predicaban a Cristo y lo vivían. No eran hombres de sí y no, sino hombres que eran lo mismo que Cristo.

En el versículo 20, Pablo declara: “Porque para cuantas promesas hay de Dios, en El está el Sí, por lo cual también a través de El damos el Amén a Dios, para la gloria de Dios, por medio de nosotros”. Una vez más, la palabra “porque” explica lo que se ha mencionado en el versículo anterior. Cristo, a quien el Dios fiel prometió y a quien los apóstoles sinceros predicaron, no vino a ser sí y no, o sea, no hubo variación con Él, porque en Él está el Sí de todas las promesas de Dios, y por medio de Él, los apóstoles y los creyentes le dan el Amén a Dios para Su gloria. Cristo es el Sí, la respuesta encarnada, el cumplimiento de todas las promesas que Dios nos hizo. Este Amén es el Amén que damos a Dios por medio de Cristo (véase 1 Co. 14:16). Cristo es el Sí, y nosotros decimos Amén a este Sí delante de Dios. La frase “para la gloria” significa para la gloria de Dios. Cuando decimos “Amén” delante de Dios al hecho de que Cristo es el Sí, el cumplimiento, de todas las promesas de Dios, Dios es glorificado por medio de nosotros.

El “nosotros” del versículo 20 no solamente se refiere a los apóstoles, quienes predicaban a Cristo conforme a las promesas de Dios, sino también a los creyentes, los cuales recibieron a Cristo conforme a la predicación de los apóstoles. Por medio de ambos se da gloria a Dios cuando dicen “Amén” a Cristo, quien es el gran Sí de todas las promesas de Dios.

La decisión de ir a cierta ciudad no es un asunto de gran importancia. Ciertamente, no podemos comparar esta clase de decisión con la que una persona toma cuando decide casarse. No obstante, los corintios criticaban a Pablo por un asunto tan insignificante. Probablemente algunos dijeron: “Pablo dijo que vendría a Corinto y no ha venido. Esto demuestra que él es un hombre de sí y no”. Pablo se defendió frente a dicha acusación. Vemos así que aun en esta epístola cuyo fin era ofrecer consolación, se puede hallar discusión y vindicación.


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