Información del libro

Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 40 de 62 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE CUARENTA

PARTICIPAR DE LA ABUNDANTE SUMINISTRACION DEL ESPIRITU Y DISFRUTAR DE LAS RIQUEZAS
DE CRISTO AL RECIBIR LA PALABRA DE DIOS

(2)

Lectura bíblica: Fil. 1:19-21; 2:12-16; Col. 3:16; Ef. 5:18-19; 6:17-18

En Colosenses 3:16 dice: “La palabra de Cristo more ricamente en vosotros en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos unos a otros con salmos e himnos y cánticos espirituales, cantando con gracia en vuestros corazones a Dios”. Pablo aquí declara que la palabra de Cristo debe morar o habitar en nosotros. Esto implica que la palabra de Cristo es viviente. Sólo algo viviente puede morar o habitar en una persona.

UNA PERSONA VIVIENTE

La expresión de Pablo en este versículo indica que la palabra de Cristo se asemeja mucho a una persona viviente. Aquí, el apóstol prácticamente personifica la palabra de Cristo, al exhortarnos que permitamos que ésta habite en nosotros, tal como si fuera una persona. De hecho, la palabra de Cristo es la persona misma de Cristo. Además, el Nuevo Testamento revela que la persona de Cristo es el Espíritu. Jesús es el nombre de esta persona, y la realidad de dicha persona es el Espíritu. Por esta razón, cada vez que invocamos el nombre del Señor Jesús, el Espíritu es quien viene. Ya dijimos que la Palabra y el Espíritu son uno solo. Por lo tanto, cuando la palabra de Cristo mora en nosotros, es el Espíritu quien habita en nosotros.

EN TODA SABIDURIA

En Colosenses 3:16 Pablo nos exhorta a permitir que la palabra de Cristo more ricamente en nosotros “en toda sabiduría”. ¿Se ha preguntado alguna vez qué significa que la palabra de Cristo more ricamente en nosotros en toda sabiduría? Si queremos entender el significado de esta expresión, debemos conocer la diferencia entre sabiduría y conocimiento. El conocimiento se relaciona principalmente con la función de la mente, mientras que la sabiduría tiene que ver con la percepción de nuestro espíritu. Es decir, si deseamos que la palabra de Cristo more en nosotros en toda sabiduría, debemos ejercitar nuestro espíritu. Si usamos nuestra mente para memorizar la Palabra, ésta morará sólo en nuestro conocimiento. Memorizar versículos es primordialmente una función de la mente, algo relacionado con el conocimiento, y no con la función del espíritu, que tiene que ver con la sabiduría. El hecho de que la palabra more en nosotros en toda sabiduría, implica que ésta habita en nosotros por medio del ejercicio del espíritu. La sabiduría es más profunda y más fina que el conocimiento, pues depende del ejercicio del espíritu.

Para entender mejor la diferencia entre el conocimiento y la sabiduría, tomemos como ejemplo la vida matrimonial. Supongamos que la esposa murmura contra su esposo y que incluso lo reprende. Si él reacciona discutiendo con ella, ejercitará su mente y su conocimiento. En esto no hay sabiduría. Pero supongamos que mientras su esposa murmura, él invoca el nombre del Señor Jesús y ora. Esto sería más sabio. Discutir tiene que ver con el conocimiento, mientras que orar se relaciona con la sabiduría. El orar-leer y el cantar también están relacionados con la sabiduría. El esposo también puede mostrar sabiduría si ejercita su espíritu y comparte un buen testimonio que escuchó en una reunión de la iglesia. Lo que queremos subrayar aquí es que el conocimiento conlleva el ejercicio de la mente, y que la sabiduría implica el ejercicio del espíritu, al orar, orar-leer, cantar o testificar.

Cuando Pablo nos exhorta en Colosenses 3:16, a que permitamos que la palabra de Cristo more ricamente en nosotros, él no menciona la lectura, la cual es un ejercicio de la mente. En lugar de ello, menciona la sabiduría, que implica el ejercicio del espíritu. La sabiduría se obtiene por el ejercicio del espíritu, mientras que el conocimiento proviene del ejercicio de la mente.

ENSEÑANDOOS Y
EXHORTANDOOS UNOS A OTROS

En este mismo versículo, Pablo dice también que debemos enseñarnos y exhortarnos unos a otros con salmos e himnos y cánticos espirituales, cantando con gracia en nuestros corazones a Dios. Aquí, Pablo no está hablando de enseñar y exhortar de una manera común, sino con salmos e himnos y cánticos espirituales. Además, él indica que al cantar permitimos que la palabra de Cristo more ricamente en nosotros. Por consiguiente, podemos también enseñar y exhortar a otros, cantando.


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