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Estudio-vida de Hechospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1419-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 13 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE HECHOS

MENSAJE TRECE

LA PROPAGACION EN JERUSALEN,
JUDEA Y SAMARIA MEDIANTE EL MINISTERIO
DE LA COMPAÑIA DE PEDRO

(8)

Lectura bíblica: Hch. 3:1-26

En 3:1-26, vemos el segundo mensaje que dirigió Pedro a los judíos. Los versículos 1-10 describen la sanidad de un cojo, y los versículos 11-26 presentan el mensaje de Pedro.

UN COJO ES SANADO

En Hechos 3:1 dice: “Pedro y Juan subían juntos al templo a la oración de la hora novena”. Ya mencionamos que al comienzo de la economía neotestamentaria de Dios, ni los primeros creyentes ni siquiera el primer grupo de apóstoles entendían claramente que Dios había abandonado el judaísmo con sus prácticas y lugares religiosos, incluyendo el templo. Por esto ellos seguían acudiendo al templo conforme a sus tradiciones y costumbres.

No sólo los primeros cristianos desconocían la economía neotestamentaria de Dios con respecto al templo judío, sino también los primeros apóstoles, quienes no vieron que Dios había abandonado las cosas judías. Por consiguiente, aun después de que Dios vertió el Espíritu sobre ellos el día de Pentecostés para iniciar una nueva dispensación, ellos seguían acudiendo al templo. En la etapa inicial, Dios toleró la ignorancia de ellos en este asunto. Sin embargo, esto condujo a que la iglesia y el judaísmo se mezclaran, lo cual no fue censurado por la iglesia en Jerusalén en sus primeros días (véase 21:20-26). Con el tiempo, el templo fue destruido por Tito y su ejército romano en el año 70 d. de C., como el Señor profetizó en Mateo 23:38 y 24:2. Esa destrucción eliminó la mezcla religiosa.

Cuando Pedro y Juan estaban a punto de entrar en el templo, encontraron a un hombre que había sido cojo desde el vientre de su madre. Ellos fijando sus ojos en él, le dijeron: “¡Míranos!” (3:2-4). El hombre “les prestó atención esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: no poseo plata ni oro, pero lo que tengo, esto te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y asiéndolo por la mano derecha le levantó; y al momento se le fortalecieron los pies y tobillos” (vs. 5-7). Pedro no poseía plata ni oro, pero en contraste a esto, la catedral de San Pedro en Roma fue construida con oro en gran abundancia. Aunque él no poseía plata ni oro, tenía el nombre, la persona de Jesucristo. El era pobre en plata y oro, pero era rico en Cristo. La Iglesia Romana está llena de oro, pero no de la persona de Cristo. Es rica en oro pero pobre en Cristo.

Pedro se dirigió al hombre cojo y le mandó que caminara, en el nombre de Jesucristo de Nazaret. “Jesucristo de Nazaret” denota a Aquel que fue despreciado por los líderes judíos (Jn. 1:45-46; Hch. 22:8; 24:5).

EL MENSAJE DE PEDRO

Desvía la atención que ponía el pueblo
en los milagros para centrarla en la persona
del Señor Jesús

Pedro y Juan hicieron un milagro que atrajo la atención del pueblo, pero en su mensaje, Pedro desvió la atención que la gente ponía en el milagro y la centró en una persona, el Señor Jesús. A pesar de que los discípulos habían realizado un milagro, Pedro no se centró en él. Por el contrario, él usó el milagro como base para que su audiencia se volviera a Cristo. El desvió la atención del pueblo, de la sanidad al Sanador.

El mensaje de Pedro se basaba en el milagro de la sanidad del hombre cojo. No obstante, Pedro no tenía ninguna intención de hablar acerca de sanidad divina. Su único interés era propagar a Cristo, es decir, proclamarlo.

La única preocupación que Pedro tenía en su mensaje era infundir a Cristo en otros para que éstos llegaran a ser la propagación de Cristo y Sus miembros vivientes, y proporcionar así un Cuerpo para Cristo en la tierra. La experiencia de Pentecostés tenía como propósito propagar a Cristo, no milagros, prodigios, señales ni la sanidad divina. Todas estas cosas tienen menos importancia. Aunque Pedro y Juan sanaron a este hombre cojo, Pedro no hizo hincapié en la sanidad sino en el nombre del Señor Jesús. Observamos esto cuando Pedro dijo al hombre cojo: “En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. Más adelante en su mensaje él declara: “Y por la fe en Su nombre, a éste, a quien vosotros veis y conocéis, le ha fortalecido Su nombre” (v. 16). Por consiguiente, el tema de la predicación de Pedro no fue la sanidad divina ni los milagros, sino la persona del Señor Jesucristo.

Pese a que Pedro desvió la atención que ponía la gente en la sanidad para centrarla en el Sanador, hoy muchos cristianos desvían la atención de la gente del Sanador a la sanidad, incluso, a la falsa sanidad. Muchas de las supuestas sanidades que se llevan a cabo en las reuniones pentecostales no son verdaderas. La sanidad del hombre cojo fue verdadera. El pasaje nos dice que él, después de ser sanado, “se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios” (v. 8). No obstante, Pedro dirigió a la gente hacia el Sanador, hacia el Señor Jesús. Nosotros también debemos desviar nuestra atención de las sanidades y centrarla en el Sanador.


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