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Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 25 de 49 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE 1 JUAN

MENSAJE VEINTICINCO

LAS VIRTUDES DEL NACIMIENTO DIVINO:
PRACTICAR LA JUSTICIA DIVINA

(1)

Lectura bíblica: 1 Jn. 2:28—3:10a

En los mensajes anteriores abarcamos las primeras dos secciones de esta epístola: la comunión de la vida divina (1:1—2:11) y la enseñanza de la unción divina (2:12-27). Ahora en este mensaje llegamos a la tercera sección: las virtudes del nacimiento divino (2:28—5:21). La secuencia aquí es muy significativa. Primero, Juan nos muestra que en la vida divina disfrutamos la comunión, y que en esta comunión disfrutamos la enseñanza de la unción. Después de esto, Juan escribe acerca de las virtudes del nacimiento divino. Según 2:28—3:10a, las virtudes del nacimiento divino tienen como fin que nosotros practiquemos la justicia divina.

EL QUE ENGENDRA Y EL QUE HA DE VENIR

En 1 Juan 2:28 dice: “Y ahora, hijitos, permaneced en Él, para que cuando Él se manifieste, tengamos confianza, y en Su venida no nos alejemos de Él avergonzados”. El pronombre objetivo Él en este versículo se refiere al Padre y al Hijo. Eso significa que este pronombre de hecho se refiere al Dios Triuno. Por lo tanto, permanecer en Él equivale a permanecer en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu.

El pronombre Él en la frase Él se manifieste, según el contexto, debe de referirse al Hijo. Este entendimiento es sustentado por la frase en Su venida, que se encuentra al final del versículo. Aquí Juan dice que cuando el Hijo se manifieste, tendremos confianza y en Su venida no nos alejaremos de Él avergonzados.

En el versículo 29 Juan añade: “Si sabéis que Él es justo, entonces sabéis que todo el que también practica la justicia es nacido de Él”. Aquí el pronombre Él se refiere al Dios Triuno —al Padre, al Hijo y al Espíritu— de una manera todo-inclusiva, pues su antecedente es el pronombre Él que aparece en el versículo anterior —el cual denota al Hijo que viene—, y también se refiere al pronombre Él [en la frase nacido de Él], el cual denota al Padre, quien nos engendró. Esto es un indicio contundente de que el Hijo y el Padre son uno (Jn. 10:30). El pronombre Él se refiere tanto al Hijo que ha de venir como al Padre que nos engendró. Aquel que nos engendró es el Padre, no el Hijo; y aquel que viene es el Hijo, no el Padre.

Así que el pronombre Él en este versículo cumple dos propósitos, pues se refiere al Hijo, quien viene, y también al Padre, quien nos engendró. El Padre y el Hijo, ¿son uno o son dos? La mejor respuesta a esta pregunta es contestar que Ellos son dos y a la vez uno. Él es el que ha de venir y también el que nos engendró. Como Aquel que nos engendró, Él es el Padre, y como Aquel que ha de venir, es el Hijo.

PERMANECER EN ÉL

En 1 Juan 2:28 el apóstol Juan dice: “Y ahora, hijitos, permaneced en Él”. Lo escrito a partir de 2:13, dirigido a las diferentes clases de destinatarios, concluye en el versículo 27. El versículo 28, por tanto, se refiere nuevamente a todos los destinatarios de modo general. Es por ello que los vuelve a llamar “hijitos” como lo hizo en los versículos 1 y 12.

Las palabras dirigidas a los tres grupos de destinatarios en 2:13-27 concluyen con la exhortación de permanecer en Él, como nos lo ha enseñado la unción. En esta sección, de 2:28 a 3:24, el apóstol sigue describiendo la vida que permanece en el Señor. Esta sección comienza (2:28), prosigue (3:6) y concluye (v. 24) hablándonos de permanecer en Él.

Como hemos señalado, aquí el pronombre Él se refiere indudablemente a Cristo el Hijo, quien ha de venir. Esto, junto con la cláusula anterior, permaneced en Él, que repite la frase del versículo 27, donde se habla de la Trinidad, indica que el Hijo es la corporificación del Dios Triuno y que, como tal, no puede ser separado del Padre ni del Espíritu.

En el versículo 28 Juan dice que si permanecemos en Él, tendremos confianza, y en Su venida no nos alejaremos de Él avergonzados. Las palabras griegas traducidas “en Su venida” literalmente significan “en Su presencia” (parousía). Lo que dice Juan acerca de no ser avergonzados indica que aquellos creyentes que no permanezcan en el Señor (es decir, no persistan en la comunión de la vida divina según la fe pura en la persona de Cristo), sino que sean desviados por las enseñanzas heréticas acerca de Cristo (v. 26), serán castigados al tener que alejarse de Él, de Su gloriosa parousía, avergonzados.


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