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Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 28 de 70 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE MARCOS

MENSAJE VEINTIOCHO

LAS ACTIVIDADES QUE EL SALVADOR-ESCLAVO
REALIZO EN SU SERVICIO EVANGELICO

(12)

Lectura bíblica: Mr. 9:38-50

En este mensaje estudiaremos Marcos 9:38-50.

LA TOLERANCIA DEL SALVADOR-ESCLAVO

En el mensaje anterior dijimos que en el versículo 38 Juan expresó al Señor las siguientes palabras: “Maestro, vimos a uno que en Tu nombre echaba fuera demonios, y se lo prohibimos, porque no nos seguía”. Esta fue una acción impetuosa por parte de Juan, el hijo del trueno, y era contraria a la virtud del Salvador-Esclavo, a quien acompañaba, lo cual se comprueba por lo que dijo el Señor en el versículo 39: “No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga obra poderosa en Mi nombre, que pueda luego hablar mal de Mí.” Estas palabras expresan la tolerancia del Salvador-Esclavo para con los creyentes que eran diferentes de aquéllos que le rodeaban.

Los versículos 40-50 contienen asuntos un tanto difíciles de entender. En el versículo 40 el Señor Jesús dice: “Porque el que no está contra nosotros, por nosotros está”. Por muchos años me inquietaba este versículo y me era difícil entenderlo, pues pensaba que contradecía lo que dijo el Señor en Mateo 12:30, aunque por supuesto no es así. Los dos versículos procedieron de la boca del Salvador-Esclavo y pueden considerarse como máximas. La máxima que se expresa en Marcos habla de conformarse exteriormente a una práctica y tiene que ver con personas que no se oponen al Señor (Mr. 9:39), mientras que la de Mateo habla de estar unidos interiormente en el mismo propósito y tiene que ver con las personas que sí se oponen a El (Mt. 12:24). Para guardar la unidad interior, debemos practicar lo que dice Mateo, y con respecto a la afinidad exterior, debemos hacer lo que dice Marcos, a saber, tolerar a los creyentes que no son como nosotros.

En 9:41 el Señor añade: “Porque cualquiera que os dé a beber un vaso de agua por causa de Mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que de ninguna manera perderá su recompensa”. En el versículo 38 vemos que Juan tomó la postura de uno que corrige a otros. Pero las palabras sabias que el Salvador-Esclavo profirió en el versículo 40 produjeron un cambio en él y en los otros discípulos, convirtiéndolos en personas dispuestas a recibir ayuda de los demás. Esto implica que todos —sean los discípulos u otros creyentes— estaban bajo el cuidado del Señor, pues todos le pertenecen a El. Lo que ellos hicieran por otros creyentes o lo que éstos hicieran por ellos, si lo realizaban en el nombre del Señor, todo sería recompensado por El; hasta el acto de ofrecer un vaso de agua.

En el versículo 41 el Señor se refiere a una persona que da a beber un vaso de agua a un discípulo en el nombre del Señor y por ser éste de Cristo, lo cual indica que el Salvador-Esclavo reconoció que la persona a la que Juan le prohibió echar fuera demonios era un creyente verdadero que le pertenecía a El. Esto debe haberle enseñado una lección a Juan.

UNA RECOMPENSA FUTURA

En 9:41 el Señor dice que la persona que da a beber un vaso de agua a un discípulo, “de ninguna manera perderá su recompensa”. Esta recompensa será dada en la era del reino (Lc. 14:14), y es algo adicional a la salvación eterna. La salvación eterna se obtiene por fe, y no tiene nada que ver con nuestras obras (Ef. 2:8-9), mientras que el galardón es dado por lo que hacemos después de ser salvos (1 Co. 3:8, 14). Aunque seamos salvos, es posible que no recibamos un galardón y que suframos pérdida, por carecer de obras que el Señor apruebe (1 Co. 3:15). Cuando regrese el Señor, nos recompensará según nuestras obras (Mt. 16:27; Ap. 22:12; 1 Co. 4:5). Esto se decidirá en el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10) y lo disfrutaremos en el reino venidero (Mt. 25:21, 23).

En Marcos 9:42 el Señor añade: “Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en Mí, mejor le fuera que se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar”. El Salvador-Esclavo cambió de tema; dejó de referirse a Juan y a los otros discípulos directamente, y comenzó a dirigirse a Sus creyentes en general, a los cuales consideraba pequeñitos (esto no tiene nada que ver con los niños a los que se alude en el v. 37), y entre los cuales figuraban Juan, los otros discípulos y la persona a quien estos le prohibieron echar fuera demonios. Debemos considerar esto como una advertencia que el Señor dio a Juan y a los otros discípulos en cuanto a hacer tropezar a alguno de los creyentes que le siguieran en forma diferente a la de ellos.


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