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Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 31 de 120 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE TREINTA Y UNO

SALVOS POR MEDIO DEL AGUA

D. Salvos por medio del agua

La salvación que Dios trajo a Noé consistió en librarlo no solamente del juicio, sino también de esta generación torcida, perversa y maligna. Para ser salvo de esa era maligna, él necesitaba ser salvo por agua. En 1 Pedro 3:20 dice explícitamente que Noé fue salvo por agua. ¿Qué significa ser salvo por agua? Si queremos entender esto, debemos conocer el trasfondo de la generación de Noé.

Noé vivía en una era torcida y perversa. Como resultado de la primera caída del hombre, la naturaleza maligna de Satanás había sido inyectada en el hombre. En la segunda caída, el hombre se alejó de la presencia de Dios y estableció la cultura humana. La naturaleza maligna de Satanás fue inyectada en el hombre cuando éste cayó la primera vez, y se desarrolló hasta constituir la cultura humana carente de Dios en la segunda caída. En la tercera caída del hombre, la cultura produjo una generación maligna, torcida, corrupta y perversa. Esa generación fue condenada a los ojos de Dios. Noé nació en dicha generación. Dios había condenado a aquella generación, y el poder maligno de las tinieblas estaba presente en la tierra. Cuando el hombre cayó por tercera vez, el poder maligno de las tinieblas había corrompido la tierra y la había llenado de violencia. Como resultado, Dios intervino y juzgó aquella generación y puso fin a esa era. Quienquiera que viviese durante esa era se hallaba bajo dos cosas: el juicio de Dios y el poder maligno de las tinieblas.

Vivimos en la misma clase de era. En Mateo 24 y Lucas 17 el Señor Jesús comparó nuestra era con la de Noé. El trasfondo de Noé era exactamente el mismo que el nuestro; aquella era prefiguraba nuestro trasfondo. Fíjense en la situación mundial de hoy; indudablemente se encuentra bajo la condenación de Dios. Se halla también bajo el poder maligno, la influencia maligna. Ningún joven y ningún adulto puede resistir el poder maligno ni la influencia de la sociedad moderna. Los padres cristianos oran por sus hijos aun antes de que nazcan. Consagran sus hijos al Señor e intentan ayudarles con temor y temblor a que conozcan a Dios y se alejen de la influencia de este mundo de tinieblas. No obstante, a los seis años de edad, los niños deben asistir a la escuela, y una vez en la escuela, están expuestos a la influencia maligna de las tinieblas de esta era. Casi todos los niños reciben algo de esta influencia. Nadie es inmune. Podemos ver que existe ese poder maligno, la influencia maligna de las tinieblas, sobre esta tierra. Todos están bajo el juicio de Dios y bajo el poder y las tinieblas del maligno. Por lo tanto, la plena salvación de Dios no sólo nos libra de que El nos condene, sino también del poder maligno y de la influencia de esta era tenebrosa. En el día de Pentecostés, Pedro exhortó al pueblo: “Sed salvos de esta perversa generación” (Hch. 2:40).

Repito una vez más que casi todo lo que contiene el libro de Génesis constituye una semilla que necesita desarrollarse. Ser salvos por medio del agua es un bautismo. En 1 Pedro 3:20-21 se revela que el agua por la cual pasó Noé tipificaba el bautismo. Podemos considerarla la primera alusión al bautismo en la Biblia. Por tanto, fue la semilla del bautismo. Esta semilla se desarrolló primeramente cuando los hijos de Israel atravesaron el mar Rojo. En 1 Corintios 10:1-2 se nos dice que el paso del mar Rojo fue un bautismo. El paso por las aguas del mar Rojo tipificaba claramente el bautismo en agua. Más adelante, en la era neotestamentaria, lo primero que sucedió fue la proclamación del bautismo en agua. Dios envió a Juan el Bautista para que lo llevara a cabo. El vino con el propósito de bautizar a la gente con agua.

Consideremos ahora el caso de los israelitas. A pesar de ser el pueblo escogido de Dios, ellos cayeron y fueron a dar a Egipto. Toda la nación egipcia se encontraba bajo el juicio de Dios. Por vivir allí, los israelitas se encontraron también bajo juicio. Al mismo tiempo, estaban bajo el poder de Faraón y de los egipcios. Al salir de Egipto no huían del juicio de Dios, sino de Egipto. Este éxodo fue una liberación del cautiverio egipcio.

Veamos la salvación que disfrutaron los hijos de Israel. Primero, disfrutaron de la redención de la sangre del cordero. Mataron corderos y untaron la sangre sobre los dinteles de las puertas. De esta manera, los israelitas fueron cubiertos por la sangre redentora y se salvaron del juicio de Dios. Cuando Dios ejecutó Su juicio sobre el país de Egipto, los que estaban bajo la sangre fueron salvos. Los hijos de Israel fueron salvos del juicio de Dios por la sangre. Después de eso, todos comieron la carne del cordero. El propósito de aquello no era salvarlos del juicio, sino fortalecerlos para que salieran de Egipto. Cuando comieron el cordero, calzaban sandalias, tomaban sus bastones, y estaban listos para salir. Mientras comían, se preparaban para salir de Egipto.

¿Qué libró a los israelitas de Egipto y del poder de Faraón? Aunque Dios los salvó del juicio, Faraón, el rey de Egipto, no quería dejarlos ir. Faraón tipificaba a Satanás. Faraón, es decir, Satanás, parecía decirles: “Ustedes hijos de Israel fueron salvos del juicio de Dios y comieron la carne del cordero. Están listos para marcharse. ¿Creen que pueden salir tan fácilmente? Este es mi territorio; es mi poder, mi reino y mi imperio. Aquí yo tengo el poder y no dejaré que se vayan”. Por tanto, Faraón envió su ejército a detener a los israelitas. Pero Dios vino a liberarlos; no mandó ángeles ni fuego que consumiera a Faraón y sus fuerzas, sino que abrió el mar Rojo para que lo cruzaran. Después de que Su pueblo pasara el mar, los persiguió el ejército egipcio. Mientras perseguían al pueblo de Dios y al estar en medio del mar, Dios le dijo a Moisés que extendiera su brazo sobre el mar para que las aguas volviesen sobre los egipcios (Ex. 14:26). Moisés lo hizo, y el mar le obedeció. El ejército de Faraón y todo el poderío egipcio quedaron sepultados. Los hijos de Israel fueron liberados. ¿De qué fueron librados? No del juicio de Dios, sino del poder de Egipto y de Faraón, es decir, del poder del mundo y de Satanás.

Los hijos de Israel disfrutaron de una doble salvación. El primer aspecto de su salvación fue la sangre redentora, y el segundo aspecto fue el agua del juicio. ¡Aleluya por la sangre que redime y por el agua que juzga! Sabemos lo que es la sangre redentora, pero dudo que muchos sepan lo que es el agua del juicio. Para nosotros, el agua del juicio es la cruz de Cristo. La muerte del Señor Jesús en la cruz es el agua del juicio. Una línea del himno 142 en nuestro himnario dice: “Yo el mar Rojo al fin crucé”. La muerte del Señor fue el agua del juicio. Satanás y el mundo fueron juzgados en la cruz. Cuando el Señor Jesús estaba a punto de ir a la cruz, El declaró: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera” (Jn. 12:31). Satanás y el mundo fueron juzgados en la cruz.

El Señor salvó a Su pueblo del mundo juzgándolo. Dios ejecutó Su juicio sobre los egipcios, y ese juicio fue una salvación para los israelitas. Para Satanás y su mundo, la cruz fue un juicio; mas para nosotros, el juicio ejecutado sobre la cruz es una salvación. No es una salvación de ser condenados por Dios, sino del poder de Satanás y de la influencia maligna de esta era de tinieblas. Este asunto queda claro; así que, podemos volver al caso de Noé.


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