Información del libro

Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 49 de 62 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE CUARENTA Y NUEVE

LA RICA PROVISION DIVINA
PARA NUESTRA SALVACION CONSTANTE

Lectura bíblica: Fil. 2:5-16

En Filipenses 2:5-16, Pablo no sólo habla de la salvación constante y su fuente, sino que además nos muestra la rica provisión divina que corresponde a esta salvación. Si hemos de llevar a cabo nuestra salvación, requerimos de esta provisión.

Filipenses 2:5-11 es un relato de la encarnación, la muerte, la resurrección y la exaltación de Cristo. Sin embargo, en este pasaje no se menciona la redención; tal parece que Pablo tenía un propósito al no hablar de ella. En realidad, su propósito era presentar al Señor Jesús únicamente en Su encarnación, vivir humano, muerte, resurrección y exaltación, con el fin de proporcionarnos el modelo de nuestra salvación diaria.

Sólo Cristo podía efectuar la redención. Nosotros no tenemos parte en dicha obra. Sería una blasfemia afirmar que nosotros ayudamos a cumplir la redención. Así que, podemos disfrutar de la redención de Cristo, mas no participar en Su obra redentora.

EL MODELO Y LA NORMA

No participamos en la obra redentora de Cristo, pero sí debemos ser partícipes con El en Su vivir humano, especialmente en Su actitud de despojarse y humillarse, sin estimar el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse. Aunque el Señor existía en forma de Dios y era igual a Dios, no estimó dicha condición de igualdad como cosa a que aferrarse. En otras palabras, El no insistió en conservar la forma de Dios, sino que estuvo dispuesto a despojarse a Sí mismo, poniendo a un lado Su forma de Dios y tomando la forma de un esclavo. Debemos ser compañeros de Cristo en Su actitud de despojarse a Sí mismo, lo cual significa dejar a un lado todo lo que poseemos sin aferrarnos a ello.

Una vez que Cristo se despojó a Sí mismo, haciéndose semejante a los hombres, y que fue hallado en Su porte exterior como hombre, El se humilló a Sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo tanto, Dios lo levantó de entre los muertos y le exaltó a lo sumo. Esto no solamente constituye el patrón o modelo sino también la norma de nuestra salvación constante. El modelo incluye las experiencias de Cristo, desde Su encarnación hasta Su crucifixión, y la norma de dicha salvación comprende Sus experiencias desde la resurrección hasta Su exaltación. Diariamente necesitamos disfrutar de una salvación que se ajuste a este modelo y esta norma.

Por ejemplo, si una esposa contraría a su esposo, y éste desea experimentar la salvación en medio de dicha situación, no debe insistirle a ella que se someta a su autoridad. El no debería adoptar la postura de un rey ni considerar a su esposa un súbdito suyo. Tampoco debería usar Efesios 5:22 para obligarla a someterse a él, ya que esto sería equivalente a aferrarse a su posición como cabeza. Hacer esto no corresponde con el principio establecido por el Señor, quien no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse. Aunque no es fácil dejar a un lado la posición de autoridad, esto es precisamente lo que el hermano debe hacer para experimentar la salvación constante. Por supuesto, él puede ser salvo por la operación interior de Dios. No obstante, Filipenses 2:5-8 precede a la operación de Dios que se menciona en el versículo 13. Sin lugar a dudas, Dios obrará en el hermano para salvarlo, pero él debe primero estar dispuesto a despojarse a sí mismo y dejar a un lado su posición, de acuerdo con el modelo presentado en 2:5-8. No obstante, puesto que en la mayoría de los casos los esposos suelen aferrarse a su posición de autoridad y no están dispuestos a transigir, esto puede dar pie a murmuraciones, argumentos y discusiones amargas. En lugar de esto, el hermano debería tener contacto con el Señor y decirle: “Señor, ya que Tú no te aferraste al hecho de ser igual a Dios, yo tampoco me aferraré a mi posición de autoridad ni a mi posición de esposo. Por Tu gran misericordia, hago a un lado tal posición”. Si tan sólo orara de esta manera, dicho hermano experimentaría la primera etapa de la salvación constante. Después de esto, él debe proseguir y experimentar el descanso que se obtiene al humillarse a sí mismo, aun hasta la muerte. Es decir, en vez de sentir resentimiento hacia su esposa por llevarlo a renunciar a su posición, él deberá humillarse delante de ella. Esta es la manera de aplicar el modelo de la salvación constante, que abarca desde la encarnación hasta la muerte de cruz. Si este hermano pasa por esta experiencia, Dios lo levantará y lo exaltará, permitiéndole que experimente la norma de la salvación. Como resultado de ello, puede ser que su esposa también se humille y se sienta mal por haberlo contrariado. Ella puede ver que su esposo, en lugar de reaccionar negativamente, prefirió despojarse a sí mismo y humillarse, y que ahora ha sido exaltado y entronizado en su experiencia de Cristo. De este modo, él experimentará el modelo y la norma de la salvación constante.

En Filipenses 2:5-16 vemos cómo llevar a cabo nuestra salvación, y cuál es la fuente y el poder que nos permite experimentar la salvación constante. Al considerar el modelo y la norma mencionados en estos versículos, vemos que necesitamos ser compañeros de Cristo en Su modelo y norma. Este es el primer aspecto de la rica provisión divina que nos lleva a disfrutar la salvación constante.


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