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Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
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ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE CUARENTA Y CINCO

EN LA VIDA DIVINA SOMOS SALVOS
DE MANIFESTAR LA SEMEJANZA DEL YO

(2)

Romanos 1:4 dice que Jesucristo “fue designado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”. La divinidad y la gloria de Cristo, el Hijo de Dios, estaban escondidas en Su carne. Nadie tenía la visión capaz de penetrar Su carne y descubrir que Él era el glorioso Hijo de Dios. Pero después de haber pasado por el proceso de la muerte y resurrección, fue designado el Hijo de Dios, esto es, fue marcado y manifestado como tal.

DESIGNADO SEGÚN EL ESPÍRITU DE SANTIDAD

Esta designación se dio según el Espíritu de santidad. Aquí el Espíritu de santidad está en contraste con la carne mencionada en el versículo 3, la cual presenta a Cristo como la simiente de David según la carne. Como la carne mencionada en el versículo 3 se refiere a la naturaleza humana de Cristo en la carne, también el Espíritu que se menciona en este versículo alude, no a la persona del Espíritu Santo de Dios, sino a la esencia divina de Cristo, la cual es “la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9). La esencia divina de Cristo, Dios el Espíritu mismo (Jn. 4:24), está constituida de santidad y llena de la naturaleza y de la calidad de ser santo. Por lo tanto, Cristo en la carne fue designado o señalado mediante la resurrección según esta esencia santa y divina.

Cristo, por medio de Su resurrección, llegó a ser el Hijo primogénito de Dios, lleno de la esencia de la santidad de Dios, no sólo en Su espíritu, sino también en Su cuerpo. Antes de la muerte y resurrección de Cristo, la santidad de Dios estaba en el espíritu de Cristo, pero esta esencia santa no había sido manifestada en Su carne. En otras palabras, dicha esencia no había impregnado Su carne. La esencia santa de Dios saturó el cuerpo físico del Señor Jesús mediante la muerte y la resurrección.

TODAS LAS COSAS COOPERAN PARA
TRANSFORMARNOS DE MANERA METABÓLICA

Romanos 8:29 dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el Primogénito entre muchos hermanos”. El hecho de que el versículo 29 empieza con la palabra porque indica que es una continuación del versículo 28, donde leemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para bien. Como veremos, Dios hace que todas las cosas cooperen de tal modo que seamos designados como hijos de Dios.

Hemos visto que Cristo fue designado el Hijo de Dios según la esencia divina de santidad mediante el proceso de muerte y resurrección. Siendo personas salvas, tenemos al Hijo de Dios en nuestro espíritu. Cuando fuimos salvos, Él fue sembrado en nosotros. Una vez más, el Hijo de Dios se esconde en la humanidad, pero esta vez en la vida humana, es decir, en nuestra humanidad, en nuestra carne. No hay duda de que el Hijo de Dios como la esencia divina de santidad se encuentra dentro de cada creyente; pero esta esencia santa está escondida y encerrada en nuestro hombre natural. Por esta razón, Dios hace que todas las cosas cooperen para nuestro bien, y de esta manera somos procesados, o sea, somos transformados de manera metabólica. Nuestro cónyuge, nuestros hijos y nuestro entorno son la mejor ayuda para este proceso. El Señor Jesús fue procesado mediante la muerte y la resurrección, y ahora estamos siendo procesados mediante la cooperación de todas las cosas.

Todas las cosas cooperan para transformarnos de manera metabólica. Cristo, quien es la semilla orgánica, la esencia orgánica, en nuestro espíritu, tiene que impregnar y saturar todo nuestro ser. Finalmente, nuestra humanidad será completamente saturada de esta esencia divina. Dicha saturación es la santificación y también es, en cierta manera, nuestra designación. Un elemento orgánico actúa en nosotros transformándonos al impregnarnos y saturarnos de la esencia divina de santidad, la cual es el propio Hijo de Dios.


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