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Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
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ESTUDIO-VIDA DE MARCOS

MENSAJE TREINTA Y SIETE

LA PREPARACION DEL SALVADOR-ESCLAVO
PARA SU SERVICIO REDENTOR

(4)

Lectura bíblica: Mr. 12:18-44

El Salvador-Esclavo fue puesto a prueba y examinado (11:27—12:44) días antes de la fiesta de la Pascua. Judíos de diferentes lugares habían venido a Jerusalén para la fiesta. Lo que hizo el Señor al purificar el templo había llamado la atención del pueblo. En primer lugar, los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos vinieron al Señor Jesús para hacerle una pregunta en cuanto a Su autoridad (11:27-33). Después de que el Señor los derrotó, vinieron a El los fariseos y los herodianos con la intención de sorprenderle en alguna palabra (12:13-17). Pero también a ellos subyugó el Salvador-Esclavo.

LOS SADUCEOS Y LA RESURRECCION

En Marcos 12:18-27, los saduceos, otra secta del judaísmo (Hch. 5:17), vinieron al Señor Jesús. Ellos no creían en la resurrección, ni en los ángeles, ni en los espíritus (Hch. 23:8). Tanto Juan el Bautista como el Señor Jesús condenaron a los fariseos y a los saduceos, calificándolos de cría de víboras (Mt. 3:7; 12:34; 23:33). El Señor Jesús advirtió a Sus discípulos acerca de las doctrinas de ellos (Mt. 16:6, 12). Los fariseos eran considerados ortodoxos, mientras que los saduceos eran los modernistas antiguos.

Los saduceos pensaron que podían derrotar al Señor Jesús en cuanto al tema de la resurrección (12:18-27). Ellos le examinaron diciéndole: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si el hermano de alguno muere y deja esposa, pero no deja hijos, que su hermano tome a la mujer, y levante descendencia a su hermano. Hubo siete hermanos; el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia. Y el segundo la tomó, y murió, y tampoco dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera. Y así los siete, y no dejaron descendencia; y después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer” (vs. 19-23). Los saduceos se creyeron muy astutos al hacer esta pregunta al Señor.

El Señor Jesús les dijo: “¿No es por esto que erráis, por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios?” (v. 24). Una cosa es conocer las Escrituras, y otra, conocer el poder de Dios. Necesitamos conocer ambos. En este pasaje “las Escrituras” se refieren a los versículos del Antiguo Testamento relacionados con la resurrección, mientras que “el poder de Dios”, al poder de la resurrección.

El Señor añadió que en la resurrección no habrá casamientos: “Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos” (v. 25).

El Señor Jesús no se detuvo ahí, y añadió: “Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo le habló Dios, diciendo: ‘Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Erráis en gran manera” (vs. 26-27). Puesto que Dios es Dios de vivos y es llamado “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”, Abraham, Isaac y Jacob resucitarán. De este modo el Señor Jesús explicó las Escrituras, no sólo conforme a la letra sino también conforme a la vida y el poder implícitos en ellas.

El Señor Jesús, con las palabras que dirigió a los saduceos, realmente se refería a Sí mismo, porque El, como Angel de Jehová, fue quien habló con Moisés en Exodo 3. El Señor parecía decirles: “Yo fui el que habló con Moisés. Yo, el Dios de ustedes, era el Angel que habló con él desde la zarza. Además, Jehová es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Si ellos no resucitan, ¿cómo puede Dios llamarse Dios de ellos? El nunca se daría a conocer como el Dios de los muertos; El es el Dios de vivos. Por consiguiente, este título alude a la resurrección”.

RECIBIR LUZ DE PARTE DEL SEÑOR

No debemos pensar que para entender la Biblia basta conocer los idiomas originales en que se escribió, es decir, el hebreo y el griego. Los escribas de antaño conocían el Antiguo Testamento en hebreo. Pero aunque conocían el idioma, no tenían luz en absoluto. El Señor Jesús, por el contrario, tenía la luz divina, y por eso pudo mostrar que la resurrección estaba implícita en el título divino: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Sin la luz divina, nadie podría ver que este título se refiere a la resurrección.

Animo a los santos a aprender hebreo y griego. No obstante, es posible tener un doctorado en estos idiomas y todavía seguir ciego. Usted necesita recibir luz de parte de Dios, y para ello, no debe confiar en su conocimiento de los idiomas bíblicos ni en las exposiciones de los maestros prominentes; antes bien, debe doblar sus rodillas delante del Señor y abrir su ser a El. Quizás deba decirle: “Señor Jesús, aunque sé hebreo y griego, sin Ti no puedo ver la luz. Señor, necesito que me ilumines. La luz no proviene de mi estudio ni análisis. La luz viene por Tu misericordia. Oh Señor, cuánto necesito recibir luz de parte tuya”.

Sin recibir luz de parte del Señor, podremos leer el Evangelio de Marcos muchas veces pero no veremos nada. Es necesario que las visiones contenidas en este evangelio sean trasmitidas a nuestro ser. Por la misericordia del Señor, puedo testificar que ya las he recibido. En ocasiones recibo luz mientras hablo. Por ejemplo, fue en el curso de uno de los mensajes que vi la comparación entre los seis días que se tomó para producir la primera creación y los seis días de preparación para la nueva creación. Esta luz no se recibe como resultado de conocer los idiomas bíblicos ni las exposiciones teológicas. Viene de parte del Señor por Su misericordia al abrir nuestro ser a El.


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