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Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
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ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE VEINTIOCHO

LA TRANSFORMACIÓN QUE SE REQUIERE
PARA RECIBIR A LOS CREYENTES

(1)

El evangelio de Romanos es maravilloso. En los primeros once capítulos Pablo trata de manera exhaustiva la justificación, la santificación, la glorificación y la elección. Si leemos estas cuatro secciones principales, veremos que Dios realizó casi todo lo que se propuso hacer. Del capítulo 1 de Romanos al capítulo 11 vemos la obra creadora de Dios, la caída del hombre, la redención efectuada por Cristo, la justificación de parte de Dios y la reconciliación con Dios. Además, Pablo nos revela la identificación con Dios, el proceso vital de santificación y la glorificación. También nos guía a la fuente de todas las actividades de Dios, la cual es Su corazón de amor. Pablo también nos introduce en la cámara secreta de la elección de Dios, donde podemos ver Su economía. ¡Qué panorama tan vasto hemos visto! Consideremos todos los elementos que están incluidos en este recorrido: la creación, la caída del hombre, la redención, la justificación, la reconciliación, la identificación, la santificación, la glorificación, el amor y la elección. Aunque todos estos puntos son maravillosos, ninguno de ellos constituye la máxima consumación de la obra de Dios.

La máxima consumación de la obra de Dios es la vida de iglesia. Satanás es muy sutil y ha ocasionado que muchos de los queridos cristianos diligentes lleguen aun a odiar la palabra iglesia. Muchos cristianos tienen gran estima por la santificación y la vida, pero aparentemente desechan la iglesia, descuidándola e incluso oponiéndose a ella. La mayoría de ellos se aferra al concepto erróneo de que la iglesia no es para el tiempo presente, sino para el futuro. Por eso, cuando hablamos de la iglesia nos encontramos en dificultades, lo cual se debe a la sutileza del enemigo. Hace cerca de dos mil años el Señor Jesús prometió que regresaría pronto, pero aún no ha venido debido a que la iglesia no está lista. ¿Dónde está la iglesia perfectamente edificada según lo menciona el Señor en Mateo 16:18? Mientras la iglesia no se prepare adecuadamente, no hay forma para que el Señor Jesús regrese. Su regreso requiere el cumplimiento de dos cosas: la restauración de la nación de Israel y el recobro de la vida de iglesia. Si usted conoce la profecía, se dará cuenta de que estos dos asuntos son las señales principales para la venida del Señor. La restauración de Israel y el recobro de la iglesia son necesarios para que el Señor regrese. Sin su cumplimiento, es imposible que el Señor vuelva. En el recobro del Señor estamos preparando el camino para Su regreso. Cada día leemos en los periódicos los últimos acontecimientos en el Medio Oriente. Todo lo que ocurre allí es la preparación para la restauración de la nación de Israel. Aunque estoy seguro de que el Señor está obrando en el Medio Oriente, estoy muy preocupado por Su obra entre nosotros. Él debe igualar Su obra en la iglesia con Su obra en Israel. Así que, debemos prestar toda nuestra atención a la vida de iglesia.

En Romanos 12 Pablo, después de dar un discurso de once capítulos, llega al punto final, la vida de iglesia. Ya vimos que Pablo usa cinco capítulos para presentar la vida de iglesia. He indicado previamente que la sección acerca de la vida de iglesia empieza de manera específica cuando Pablo dice: “Así que, hermanos, os exhorto...” (12:1). Pablo nos exhorta a presentar nuestros cuerpos, física y prácticamente, para la vida de iglesia. Después de exhortarnos a presentar nuestro cuerpo para la vida de iglesia, Pablo habla de la segunda parte de nuestro ser, nuestra alma, y de que necesitamos ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente (12:2). Nuestra alma requiere un cambio radical, esencial y metabólico, tanto en naturaleza como en forma. Todo nuestro ser necesita un cambio por causa de la vida de iglesia, porque nada natural, común, mundano ni moderno es apropiado para la vida del Cuerpo. Necesitamos una transformación metabólica por el obrar interior del elemento vital y divino. Necesitamos un cambio radical en nuestra mentalidad, en nuestra parte emotiva y en nuestra voluntad. Una vez que experimentemos esta clase de transformación metabólica en todo nuestro ser, seremos aptos para la vida de iglesia. Además, una vez que nuestro cuerpo haya sido presentado, y nuestra alma haya sido transformada por la renovación de nuestra mente, nuestro espíritu necesitará ser ferviente. Si poseemos todas estas cualidades, veremos la manifestación de los dones de la gracia mediante el crecimiento en vida. Los diferentes dones y funciones empezarán a surgir. No debemos ser como los “calientabancos” que van a las llamadas iglesias y se sientan ahí como miembros muertos sin ninguna función. Tales personas nunca podrán participar en la vida de iglesia. Los miembros de la vida de iglesia deben presentar su cuerpo, deben dejar que su alma sea transformada por la renovación de la mente, y deben ser fervientes en el espíritu. Sólo entonces, al ejercitar los dones necesarios, tendremos la vida de iglesia.

Para tener la vida apropiada de iglesia, necesitamos la debida vida cristiana. Por lo tanto, a partir de Romanos 12:9 y continuando hasta 13:14, Pablo habla de la vida cristiana normal. Ya vimos que en este pasaje de Romanos Pablo aborda varios asuntos: nuestra actitud y conducta para con Dios, así como para con nuestros comiembros, nosotros mismos, nuestros perseguidores, el gobierno y las autoridades establecidas; también habla de poner en práctica el principio del amor y de la guerra en contra de nuestra carne. Para practicar la vida de iglesia, necesitamos llevar una vida diaria cristiana normal, la cual corresponda a la vida de iglesia. También nuestros cuerpos deben ser presentados, nuestras almas transformadas, nuestras mentes renovadas, nuestros espíritus hechos fervientes y nuestros dones ejercitados. Así que, al final de Romanos 13, la vida de iglesia ha sido plenamente descrita y la vida cristiana adecuadamente definida.

Sin embargo, aún existe una gran necesidad. Debemos atender el asunto de recibir a los santos. Al respecto, necesitamos ejercitar el discernimiento que se deriva de la práctica de la vida de iglesia y de llevar una vida cristiana normal. Si no entendemos claramente la base sobre la cual se recibe a los santos, perjudicaremos la vida de iglesia y la reduciremos a pedazos. Seremos como una persona que cuida de todos los detalles relacionados con su cuerpo físico, pero que descuida un asunto específico y principal que le puede ocasionar la muerte. Si manejamos este asunto de recibir a los santos sin una visión clara de ello, la iglesia será gravemente perjudicada. Durante más de cuarenta años que he estado en la vida de iglesia, he conocido un buen número de santos queridos que han declarado haber visto el Cuerpo, pero que, después de un corto tiempo, se han dividido por causa de las doctrinas, perjudicando así la iglesia y excluyéndose a sí mismos de la comunión de ella. Cuando tuvieron contacto con la iglesia por primera vez, ellos decían: “Aleluya, he visto la iglesia”, pero algunos meses después empezaron a disentir. Por lo tanto, quiero advertirles que debemos ser muy cuidadosos en cuanto a recibir a los creyentes apropiadamente.

Para recibir a nuestros hermanos creyentes en el Señor, necesitamos la transformación. Si permanecemos naturales, seremos incapaces de estar de acuerdo con los demás. De hecho, conforme a nuestro modo de ser natural, no somos capaces ni siquiera de estar de acuerdo con nosotros mismos de manera consistente. Por lo general, uno pelea consigo mismo. Así que, es muy difícil que cualquier cristiano que permanece en su modo de ser natural, camine en armonía con otros. El recibir a los santos requiere transformación. Yo creo que lo dicho por Pablo en Romanos 12:2 con respecto a la transformación que se efectúa por medio de la renovación de la mente, no sólo gobierna la sección sobre la práctica de la vida del Cuerpo, sino también todos los otros capítulos relacionados con la vida de iglesia. La transformación gobierna los asuntos que se hallan en el capítulo 13, así como algunos de los aspectos hallados en los capítulos 14 y 15. Si no somos transformados al menos en cierto grado, seremos incapaces de ser uno con los demás creyentes. Aunque podamos reunirnos con ellos, seremos incapaces de tener comunión con ellos ni abrirles nuestro ser. Si nos abriéramos a ellos, terminaríamos peleando debido a que aún no estamos transformados y a que somos muy naturales en nuestros conceptos, conducta, y en todo lo que somos y hacemos. Así que, para recibir a los demás creyentes, necesitamos ser transformados. Todo el capítulo 14 de Romanos y parte del capítulo 15 se ocupan de este asunto. Al respecto, Pablo tiene cinco puntos principales.


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